José G. Rigau Pérez, MD, MPH
El aumento en velocidad y tamaño de los buques mercantes a finales del siglo XIX facilitó la dispersión de una pandemia poco recordada en Puerto Rico, la peste bubónica. Es una enfermedad bacteriana transmitida por la mordedura de las pulgas de las ratas. Sin tratamiento antibiótico, es letal hasta en el 60% de los casos. Produce la inflamación de nódulos linfáticos, comúnmente en la ingle, axilas o cuello. Estas masas se conocieron como “bubones” (por el término griego para la ingle). El nombre de la enfermedad consiste entonces del término genérico “peste”, que representa cualquier enfermedad, aflicción o calamidad generalizada, y su signo clínico, los bubones. Si la infección se asienta en los pulmones, se la llama “peste neumónica”, una variante más peligrosa y además transmisible directamente de persona a persona mediante las secreciones pulmonares.
El 14 de junio de 1912, un deceso en Puerta de Tierra (San Juan), preocupó a las autoridades, que tenían conocimiento de epidemias en otros puntos del Caribe. El País contaba con la estructura sanitaria necesaria para una respuesta apropiada, rara situación en salud pública en casi cualquier lugar y tiempo. El conocimiento científico de la enfermedad y sus métodos de control tenían bases sólidas; la Isla acababa de reorganizar su Departamento de Sanidad y el director de su laboratorio, Isaac González Martínez (1871-1954, más conocido por su trabajo posterior en prevención y tratamiento de cáncer), tenía experiencia con la enfermedad. Había participado en la comisión española que estudió el brote de peste bubónica en Oporto (Portugal) en 1900. De parte del Gobierno federal, ese mismo año el Congreso estadounidense extendió la jurisdicción del Servicio de Salud Pública (US Public Health Service – PHS) en investigaciones sobre asuntos de salud. La agencia tenía entonces (bajo la Ley Foraker) un rol protagónico en los asuntos sanitarios insulares y práctica en responder a epidemias de peste bubónica en otros lugares.
Lamentablemente, el Gobierno perdió credibilidad con sus primeros anuncios, quizás por falta de experiencia (ni el gobernador ni el Comisionado de Sanidad estaban en la Isla), pero ciertamente por un equivocado énfasis en tranquilizar, en vez de informar verazmente. El 17 de junio de 1912, informes separados de WR Watson (director interino de Sanidad) y SB Grubbs (jefe de la estación de cuarentena, regentada por el PHS) indicaron que los casos sospechosos habían sido investigados: “el rumor de que estos casos sean peste bubónica es sumamente absurdo” (dijo Watson) y “la posibilidad de dicha pestilencia invadir Puerto Rico es muy remota” (dijo Grubbs). (En sus memorias, Grubbs solo recordó que “recomendamos a todos que no se asustaran”.)
El día siguiente, González Martínez informó resultados preliminares positivos. El 19 de junio, el gobernador interino (M. Drew Carrell) reconoció oficialmente la presencia de peste bubónica en San Juan, y solicitó ayuda adicional del PHS. La reacción del público apareció ilustrada en una caricatura de primera plana del periódico El Tiempo, el 21 de junio, con título entrecomillado para indicar ironía – “Prudentes medidas sanitarias”: una carrera de automóviles saliendo de la ciudad, dos con una bandera que dice “mieditis”. Tras los carros, salen volando las gallinas de un gallinero.

Científicos investigan causas de la peste, Puerto Rico Ilustrado, 20 de julio de 1912
El 30 de junio se decidió que todo el trabajo relacionado con la erradicación de la peste estaría a cargo del PHS, pero el US Army, el Servicio Secreto federal, y el Departamento de Sanidad de Puerto Rico también jugaron papeles importantes. Las medidas de control incluyeron la captura y eliminación de ratas, [HAY FOTOS PR ILUSTRADO] y un enorme esfuerzo de limpieza urbana para eliminar definitivamente los criaderos potenciales de roedores (tanto eliminación de basuras como alteración estructural de edificios). La descripción de las medidas tomadas para la erradicación de la peste bubónica presenta un panorama de acciones gubernamentales rápidas y exhaustivas, que literalmente cambiaron los cimientos de San Juan y otros municipios. A pesar de la oposición de la Liga de Propietarios, en menos de un mes se redactaron y promulgaron leyes nuevas para la regulación de estructuras a prueba de ratas. Por ejemplo, a los dueños de viviendas terreras, con piso de madera, se les exigió levantarlo sobre el suelo a una altura que permitiera mantener el área limpia, o mejorar los cimientos para impedir la penetración del roedor a espacios ocultos. Los reglamentos atendían el almacenamiento de alimentos, el manejo de la basura, el mantenimiento necesario en los establecimientos comerciales, gallineros y establos, y la precaución con la siembra de árboles frutales que pudiesen alimentar las ratas. “Toda palma de coco en los alrededores y suburbios de San Juan fue puesta a prueba de ratas”, según el Departamento de Sanidad.
Aunque la destrucción de locales insalubres fue limitada y selectiva, provocó el desahucio de familias pobres, y fuertes críticas del público a la manera de operar del PHS. Sin embargo, y en contraste con experiencias previas en el continente del Norte, hubo poca tensión entre el Gobierno local y el federal. A fin de cuentas, todos los altos cargos de la administración insular eran nombramientos federales, y el PHS había desarrollado métodos eficientes para el control de peste bubónica en San Francisco (California) en 1907. Aun así, las normativas legales para evitar la infestación de roedores en edificios se formularon por primera vez en Puerto Rico.

La peste bubónica en San Juan. Puerto Rico Ilustrado, 22 de junio de 1912.
La epidemia duró tres meses (último caso, 13 de septiembre de 1912) y provocó un total de 55 enfermos, residentes de San Juan (51), Carolina y Dorado. Todos manifestaron la variedad bubónica y 36 (65%) fallecieron. Se encontraron además ratas infectadas en Río Piedras, Caguas y Arecibo. No se pudo precisar la manera en que la peste se introdujo en el País, pero quedó la sospecha de un contagio proveniente de Islas Canarias.
De febrero a agosto de 1921, otra epidemia de peste bubónica produjo 20 decesos (61%) en 33 casos de ocho municipios: San Juan (15 casos), Río Piedras (1), Carolina (4), Bayamón (1), Manatí (3), Arecibo (1), Juncos (1), and Caguas (7). Aparecieron roedores infectados en Guaynabo y Fajardo. Esa vez (bajo la Ley Jones), el Departamento de Sanidad dirigió la campaña contra la epidemia, con la asistencia de las agencias federales y personal de la Fundación Rockefeller, que ya ayudaba a la agencia en otros proyectos.
Luego de la segunda epidemia, el Departamento de Sanidad mantuvo un laboratorio de detección de peste por unos años, lo unió al Laboratorio Biológico (general) en 1929, y suprimió sus funciones unos años más tarde. La enfermedad no ha reaparecido en Puerto Rico.Todo esto está extensamente documentado en publicaciones locales y estadounidenses, a la espera de quien se interese por el proyecto de un análisis histórico cabal.

Transporte de jaulas para la captura de ratones. Puerto Rico Ilustrado, 22 de junio de 1912.
Referencias
Rigau-Pérez JG. “El Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos en Puerto Rico, 1898-1918”. Op. Cit. (Universidad de Puerto Rico) 19 (2009-2010): 143-177. https://revistas.upr.edu/index.php/opcit/article/view/8021/6590. Consultado 3/11/2020.
Rigau-Pérez JG. “The work of US Public Health Service officers in Puerto Rico, 1898-1919”. P R Health Sci J 2017; 35: 130-139. http://prhsj.rcm.upr.edu/index.php/prhsj/article/view/1564/1080. Consultado 3/12/2020.
Publicado: 12 de febrero de 2021
Revisado: Lizette Cabrera Salcedo, 20/1/2021