Política Pública: Educación y Cultura

Educación y cultura

Uno de los asuntos de política pública de mayor pertinencia hoy concierne la integridad de los ambientes natu­rales y urbanos. La depredación sistemá­tica de los recursos de la naturaleza a una escala sin precedentes, posibilitada por la tecnología moderna y organizada en torno a la lógica comercial, ha causado disloques graves que amenazan no tan solo la calidad de vida, sino la vida misma.

El documental An Inconvinient Truth, presentado el pasado año por Al Gore, ex-vicepresidente de Estados Unidos, resume los efectos a corto y largo plazo del calentamiento global a causa de las emisiones de gases nocivos, una de las consecuencias más dramáticas de este problema ambiental global.

En el fondo, lo que está en discusión no es un asunto tecnológico, sino de po­lítica pública. La tecnología que tenemos a mano sirve lo mismo para la depredación que para la conservación. Al igual que el ciberespacio, es moralmente neutral; pue­de usarse para buenos o malos propósitos. El asunto remite más bien a estrategias de desarrollo económico que se adopten en diversos planos nacionales y globales.

En los tiempos que corren hay dos bandos disputándose el control sobre las políticas de Estado sobre el ambiente, cada una de las cuales asociada a una visión de futuro. El sector denominado desarrollista, propone que el progreso y prosperidad son el resultado de una actividad económica privada y dinámica, en continuo crecimiento, basada en el mercado libre de bienes de consumo. Esto es lo que produce empleos y buena vida. El Estado, por lo tanto, debe proteger al mercado mediante una política facilitadora, garantizándole un campo libre de acción e implantando progra­mas de subsidios directos e indirectos. Los límites al desarrollo impuestos por las políticas de Estado (y otras instituciones sociales), crean estancamientos negativos para todos.

En el otro extremo, están los llamados ambientalistas, quienes apuntan a los efectos maléficos de una economía con­trolada por los intereses desarrollistas y abogan, en cambio, por políticas públicas que limiten, mediante reglamentación y controles estatales, el desarrollismo salvaje. Ellos insisten en que la lógica comercial de buscar ganancia bajo cualquier condición, ha causado daños irreparables a los recursos naturales del planeta, de los cuales depende la vida biológica y cultu­ral, afectando adversamente la calidad de los ambientes naturales y citadinos, con­taminando universalmente los espacios.

Los artículos de esta sección tratan el tema desde diferentes planos, intereses y sensibilidades. José Rivera Santa nos resu­me la coyuntura actual desde una perspec­tiva general, mientras que Miguel Rodríguez echa una mirada evocadora al desarrollo de Santurce, considerándolo como un micro­cosmo de la problemática urbana actual.


Autor: Proyectos FPH
Publicado: 16 de enero de 2008.