Francisco Arriví, Humanista del Año 1982
El ser puertorriqueño en mi poesía, teatro y ensayo

Voluntad del ser puertorriqueño en mi poesía, teatro y ensayo

 

Francisco Arriví, Humanista del Año 1982

Oyentes todos: Confieso con absoluta sinceridad que la designación de Humanista Conferenciante del Año, de la que tan generosamente me ha investido la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, me causó sorpresa hasta la perturbación porque antes de mí se distinguió a profesores de la talla y obra de la Dra. Margot Arce, la Dra. Concha Meléndez y el Lcdo. Lidio Cruz Monclova, de los cuales no puedo aceptarme sino como eterno discípulo, jamás igual entre ellos.

Juntos con el Dr. Rubén del Rosario, la Dra. Josefina Rodríguez y el Dr. Antonio S. Pedreira, todos del Departamento de Estudios Hispánicos, me impartieron la fuerza que el Profesor de Música y creador del Coro de la Universidad de Puerto Rico, Augusto Rodríguez, colocó en plataforma de lanzamiento hacia la vida profesional con la letra (soy el autor) del Himno del Alma Mater por arma de combate: Cantemos unidos / un himno al Alma Mater / Cantemos con bríos / el himno de la vida /que anuncie juventud / amor y libertad / de gloria al luchador / honra a la Universidad / el que ayer como hoy, como mañana en las voces de la juventud amante del mejor credo humanista, el de impulsar al hombre puertorriqueño a conocimiento de las esencias de la cultura nacional que le es propia, resonará de pasado a presente a futuro, como estandarte de redención contra la desculturación que llegó a imponernos la enseñanza, no del inglés, sino en inglés, incluso, el aprendizaje en inglés del latín, madre de nuestro vernáculo, y, del francés, lengua hermana; también contra la anticulturación que hace tres años inició el holocausto del Instituto de Cultura Puertorriqueña con el desgaje del Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes a prioridades que no fueron para las que se ideó, gestionó y construyó por el sagrario de nuestra alma y espíritu de nación hispanoamericana, entrampamiento del mejor ánimo de patria y encubrimiento del propósito de aplastamiento bajo el peso de culturas nacionales mixtificadas en una supra estructura zómbica promotora de la ininteligible designación de cultura sin apellidos que es acto de ilegitimización del ser de los pueblos que han sido en cultura propia y de éste —el nuestro— que lo quiere ser y será.

Contra desculturación de la lengua vernácula fueron estos siete maestros y contra anticulturación han sido los que han sobrevivido hasta el inicio de holocausto del Instituto de Cultura Puertorriqueña bajo una falsa máscara de puertorriqueñismo.

No, no puedo compararme a igualdad con estos siete maestros que han luchado contra desculturaciones y anticulturaciones y me infundieron su credo humanístico contra ellas. Los estimé siempre de más alto desarrollo que yo, a lo largo de cuarenta y cinco años, respecto al conocimiento y ejercicio del dios existencial de Borinquen, o sea, de la conciencia activa de la cultura nacional impelida por la voluntad del ser puertorriqueño…

Les dedico, pues, esta conferencia como ejercicio de alumno sempiterno de ellos, lo que me renueva a Fresco amor y libertad y me llena de gozo pues siento a vivientes y a silentes de cuerpo, que no de espíritu, llenarme el pecho con el himno del Alma Mater.

Pido a la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades que si cree es posible acreditar su magno y extraordinariamente significativo premio a un estudiante de Humanidades así lo determine. Si no, quedaré muy contento con poder leer este trabajo dedicado a los siete maestros y a todas las demás personas que me ayudaron a ser, sino a inteligente de mi parte, a fiel y consecuente luchador de la cultura puertorriqueña, entre los que se encuentran firmes detrás de mí, mi esposa y mis hijos, aunque hayan temido seriamente que lo mismo me cueste la vida.

Sé, aunque no soy tanático, sino constructor, que perdiendo la vida por el ser natural de Borinquen se gana más que perdiéndola por implantarle a la cultura puertorriqueña letales desculturaciones y anticulturaciones. Creo firmemente por experiencia de vía oscura a iluminativa a unitiva, todo por excitación metafórica, que la voluntad del ser puertorriqueño se apodera de mí luego de un primer período de inconsciencia, un segundo de iluminación, a exigencias de mi poesía, teatro y ensayo, y uno de unificación; cuando me siento encendido por la conciencia activa de cultura nacional que entraña lo que llamo a partir de la bilogía poemático-dramática. Entrañado en Ceiba y Areyto-Cemí-Coquí, dios existencial, ya alcanzado sin nombre anteriormente, hacia atrás de esta nominación, en los poemarios dramáticos En la tenue geografía y Escultor de la sombra, el último ya experimentado en 1971 por vía de adaptación escénica. Se le ha considerado por el poeta antropólogo Eugenio Fernández Méndez (aunque no lo escribiera yo me lo recuerdo bien) “un ‘romper a través’ en el adelanto de la escenificación en Puerto Rico”; todo porque el recitante central se convierte en ceiba frente a los ojos del público luego del coro de circunstancias, que lo ha acompañado, transformarse en raíces del árbol sagrado. El coro debió desnudarse al tiempo de convertirse en raíces, pero no fue posible efectuarlo como lo propusiera en Trayectoria dramatúrgica mi persona.

Acto de fusión y liberación en el dios existencial, comencé a pedirlo desde 1947 en Cuatro sombras frente al cemí o María Soledad (no debí cambiarle el primer nombre a mi drama cinco veces reescrito) lo que no vino a hacerse hasta 1976 por la Compañía Teatral de Ponce, bajo dirección escénica de Luis Torres Nadal. La desnudez en mi teatro no es sino clímax de liberación de conciencia —dios existencial— y si no se efectúa se trunca el devenir absoluto de la voluntad del ser puertorriqueño que dramatiza.

Tal apareja la escenificación experimental del poemario dramático En la tenue geografía que impulsa a un nuevo entrañamiento en Ceiba, además de una superación a luz del recitante, ya pura voz por el espacio del aire circundante bajo cielo abierto sobre desnudez de raíces, transparencia de tronco y ramas, lo que se repite en Entrañado en Ceiba del cual ramifican los tres componentes progresivos de Areyto-Cemí-Coquí titulados Del sagrado areyto interior, Licuar el cemí que te esclaviza (interpretación final de María Soledad) y Del coquí y las distancias siderales, raíces y tronco el primer poemario y tres niveles de ramificación el segundo que permiten al poeta ascender a infinitos espacios celestiales asistido naturalmente por la energía de imaginación que le autoriza su licencia poética para metaforizar la voluntad de liberación del alma y el espíritu que le urge redimir su ser natural, en este caso, el puertorriqueño acosado por desculturaciones y anticulturaciones, lo que resulta más teatralizado en el octavo y último poemario de la serie trabada de ocho poemarios que evoluciona de Isla y nada, puro poemario, a Juracán partea ráfagas, poemario-drama-ensayo y principio de novela, lo que ya surge latente en el poemario-drama Escultor de la sombra, y progresa en fuerza en fuerza En la tenue geografía, Entrañado en Ceiba y las tres unidades de Areyto-Cemí-Coquí, y se amplía a poemario- drama-ensayo-novela en Juracán partea ráfagas, en el cual el Poeta de la Casa Fronda y Sacerdote de la Capilla de Areytos Nacionales se enfrenta a Robot, Peso Pluma, Bufón Senil, Ayudantontón y Flautítere Rabizo, vejigantes desorientados que intentan convertir en muñeca de trapo a la fermosa doncella Borikén Borinquen, vestal del Templo de la Ceiba, para diabólica adoración de los Limboides, hijos de la chavienda desnaturalizante, Limbocia, lo que impide el Poeta al reconquistarla de las garras enguantadas de seda, y refugiarla en la Ceiba Sagrada y desde donde se obliga con ella hacia los espacios celestiales, pues ya ha descubierto como hacerlo luego de un proceso de estudio y sensibilización por medio de la continua excitación metafórica ensayada de Isla y nada, a Frontera, a Ciclo de lo Ausente y descubrimiento progresivo de arte mágica en Escultor de la sombra, En la tenue geografía, Entrañado en Ceiba y Areyto-Cemí-Coquí, lo que aprovecha para la salvación eterna de la hermosa vestal Borikén Borinquen a la que constela, como Güiraldes al gaucho Don Segundo Sombra, en la Cruz del Sur: cuatro intensos luceros que en el país de los limboides se llaman Cruz de Mayo por irradiar verticalmente sobre mar, llanura y montaña en el mes de las flores.

La publicación total de esta odisea poético- dramático-ensayo-novelística impedida por el dios existencial de mi patria, patria desde lsla y nada a partir del poema Desde el silencio que pudiera ser que dice mejor que lo recita su autor…

Todas las voces de mi isla / me trenzan hacia ti / Tú / tras la ola que suena roncamente/ sobre la inmersa geografía del coral / Tú / tras los trémolos del sangrante flamboyán/ herido por las flechas del alisio / Tú / tras el ala descolgada del bambú/ tañida por el beso fluyente de los ríos/ Tú/ tras la calandria que a trinar enciende/ el agudo relumbre de las nubes / Tú/ tras el fijo temblor de las estrellas / cuando las sombras quiebran los coquíes/ Tú/ eternamente, tú / presencia de silencio inmarcesible/ Te insinúas sin labios / sin lira en olvido/ de las voces que me trenzan hacia ti:/ voz de la mar enronquecida en los corales / voz del flamboyán tremolante en los alisios/ voz del bambú tañido por las aguas/ voz de la calandria encendida por la luz / voz del coquí quebrado por las sombras / ¡Dime, dime / ¿qué deseas de mi / desde tu fuente muda y sorda? / Sin agitar los aires me reclamas / hacia el silencio que pudiera ser/ mientras / como el silbido del murciélago/ tan sólo me permites definir los intangibles contornos del sonido/… y hasta la constelación de Borikén Borinquen en la Cruz de Mayo/ Me trenza una lira / larvada en distancias indescriptibles / Me trenza un contrapunto de galaxias resonando entre sí /de donde vuelve el Poeta a enfrentarse a la degollina de desculturación y anticulturación de vejigantes inmisericordes, se llamará Tercer Testamento, (tercero indo-hispano-afro respecto al segundo judaico-helénico descendiente del primero judaico) el cual llevará por prólogo el libro Tiempo del reloj, poesía suelta en verso, prosa y diálogo, de 1929, cuando huyendo de los rutinarios autógrafos estudiantiles/ Uno más uno dos / no me digas jamás adiós / y /Patatin, patatao /eres más dulce que el melao /, escribo, mirando furtivamente a la joven maestra de español de octavo grado, rebosante de dulce puertorriqueñidad y enamorada de nuestro siglo XIX/ cuando mi corazón te mira / se me convierte en lucero/ hasta el poema que ha debido recitar alguien que no lo asesine como yo que repugno el asesinato y la idea de que me asesinen y mi autoasesinato además.

Tercer Testamento lleva por epílogo un poemario-drama-ensayo-novela titulado “Stronger than its total cross”, breviario de evangelización escrito en inglés con propósito de rescate a fe de infieles a la cultura nuestra, víctimas estos conturbados de la desculturación y anticulturación que los ha trastornado en esquizofrénicos puertorriqueños; esto es, nacionales extraviados por la compulsión en sus ánimas de la prepotencia económico-cultural extranjera de lengua distinta. Aclaro aquí que para mi persona la cultura puertorriqueña, por ser el soporte espiritual básico de nuestra identidad como pueblo, está sobre los partidos políticos y la conducta negativa de cualquiera de ellos contra Borikén Borinquen constituye delicción contra naturaleza.

Nada de alusiones, que del mal, de uno u otro modo, todos sufrimos un poco y necesitamos vacuna contra la catatonia que provoca en la voluntad la coctelada hacia el cero si se deja confundir uno por la ciclotrónica corriente de producción y culturación que desde el exterior huracana la voluntad del ser puertorriqueño y contra lo cual no hay más remedio que una jaibolada de cultura puertorriqueña en el meollo del ser.

A la altura de Vejigantes escribo en 1955 el primer poema de Isla y nada el que establece el tono poético en Escultor de la sombra y Cóctel de don Nadie, envés y revés, respectivamente, de mi identificación con el dios existencial, o sea, la fusión con la conciencia activa de las esencias culturales del hombre puertorriqueño lo que explicó Piri Fernández, ante la incomprensión de Cóctel de don Nadie en el magistral ensayo “iQué Puerto Rico no muera!” publicado en la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña lo que me estimula a repetir el parto de gemelos pues intento escribir a la misma vez el poemario-drama En la tenue geografía y la guiñolada Jáibol de serpientes.

El primero se publicó en 1970 y la segunda se me queda en bosquejo (durante diecinueve años he prometido encarnarlo en nueva guiñolada sin cumplirlo) pero puedo asegurarles que este ejercicio de alumno me ha traído, entre muchas más balsámicas inducciones, la aclaración de lo que debo escribir, no profético como Cóctel de don Nadie, sino fantochada en clave de lo profetizado entonces que se vive ahora mismo.

Pondré en juego jaibolerías, evolución de coctelerías, con las serpientes del night-club (¡perdón por el anglicismo y, adelantadamente, por cualquier ajo español que se me escape, uno, que dos ya no son pimienta pues empalagan, y tres se convierten en vomitivo!…) pues… decía que las tres serpientes jaiboleras del ‘night club’ Pif-Paf-Puf al cual se desciende por una chorrera en caja de muerto, gobernadas las jaiboleras por un ajazo (¡Ajo, me salió en aumentativo!) de hombre disfrazado de vejigante, pero con propósitos positivos, no negativos, se encargan de resucitar a Malandrín, Erratín, Zanganín, Masacotín y Bolondrín Rabizo precursores de Robot, Peso Pluma, Bufón Senil, Ayudantontón y Flautítere Rabizo y liberarles de Burundanga, Babia y Limbocia, a través de artes cuyo secreto me guardo, la lucidez de puertorriqueñismo que llevan, por evolución de burundanguismo a babiequismo a limbocismo, encapsulada en pepitas adentrito, aunque hacia afuera los avejigante con errado propósito la esquizofrenia colectiva de que padecen por mor del ciclotrón económico-cultural externo, siendo entre estos vejigantes desorientados el más perversón Bolondrín Rabizo, padre de Flautítere Rabizo y que futuramente pofresará, mejor dicho vejiganteará que profesa en el Templo de La Ceiba.

Esta vez, la décimonona que lo anuncio, a Jáibol de serpientes lo motivan las desculturaciones y anticulturaciones del ser puertorriqueño, a las cuales presenta heroica resistencia el acendrado Luis Manuel Rodríguez Morales, acompañado del gran proyectista fundador y evolucionador del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Ricardo E. Alegría, los que constelan a Borinquen, el uno, en el Cuerpo Legislativo de Puerto Rico, y el segundo, en el mismo cuerpo hacia corte con apellido UNESCO, constelaciones que aumentará a trío el mítico Poeta de la Casa Fronda y Sacerdote de la Capilla de Areytos Nacionales, enmarcando a la hermosa entre luceros que ya pueden verse claramente sobre el horizonte miremos desde la Burundanga de Club de solteros, o la Babia de Cóctel de don Nadie o la Limbocia de Jáibol de serpientes. Los tres países son uno sólo, símbolos fársicos del extraviado Puerto Rico que no del orientado que debería existir sobre aquel, porque deriva existencia de su ser natural. No tendría yo que hace reír amargamente de la tremenda tragedia de alma y espíritu del Camelot tronchado en el Palacio de Santa Catalina a fines del siglo XIX y convertido sucesivamente en el vizcondado burundangués, el condado babieca y el marquesado limbocio, tres y uno mismo que sufren de limbismo zómbico ante la tremendísima realidad de que descansan sobre un colchón de bombas atómicas.

Aclaro, casualmente, que esta tragedia de Borikén Borinquen, redimible a vida eterna a través de la creación basada en su cultura, es lo que me motiva la absurda trilogía de muñecos y muñecas que comenzara dirigida y montada por mi persona a través de la Farándula Estudiantil de la Escuela Superior de Ponce y que luego en saltos de diez, catorce y que espero que no pase de diecinueve años ahora, se tradujo en Club de solteros, versión final, Cóctel de don Nadie y terminará en Jaíbol de serpientes, con apéndice de Solteros 72, que no fue sino compás de espera (Club de solteros musicalizado y un tanto reformado en cuanto se animan inanimados) de la jaibolada que ahora sí que va.

Intento que se entienda mejor el propósito implícito de haber escrito simultáneamente Cóctel de don Nadie y Escultor de la sombra que fue el de exponer el trágico devenir de la cultura puertorriqueña en la coctelada al tiempo de ofrecer la cura de lo mismo a través de un mágico ritual conducente a la conversión en ceiba declarado en Escultor de la sombra. El nuevo parto de gemelos no cuajó. Tan sólo logré uno de ellos que fue En la tenue geografía, o sea, Escultor de la sombra evolucionado, Yace casi desconocido en el garaje de mi casa, sin poder yo juntarle el gemelo Jáibol de serpientes, evolución deCóctel de don Nadie el que parece no quiso desentrañarse hasta este momento, y el que si no escribo merezco me empalen entre desculturadores y antidesculturadores, porque sus personajes me lo están pidiendo a gritos como los seis de Pirandello, no en obra escéptica de consistencia de la realidad, sino en obras de afirmación de la voluntad del ser puertorriqueño dinamizante de mi poesía, mi teatro, mi ensayo y mi novela (paradójicamente, vía el absurdo lo que me hace recordar mi teoría de la concavidad en Zig Zag, semanario de Jorge Felices y Carlos Soler Lacroix, ‘frescos’ de la Escuela Superior Central y yo estudiante de cuarto año en la que propuse mirar el acontecer humano hacia el revés).

El último género está latente aún, fuera de un cuento escrito en la Escuela Superior Central, Los ojos azules, y la estampa evocativa Teatro de Caguana, pero ya se siente pugnar con los gemelos Escultor de la sombraCóctel de don Nadie, ampliándose en los gemelos En la tenue geografía Jáibol de serpientes (bosquejo) fundiéndose el gemelismo en Ceiba-Areyto-Cemí-Coquí totalizando abiertamente en Juracán partea ráfagas, incluso en el apéndice Stronger than its total cross, de lo que se deja ver algo en mi pieza anterior a Bolero y plena, Caso del muerto en vida, drama fantástico-real en el cual un hombre isotopizado por herencias raciales y presiones de clase, nace integral de sí mismo a la voluntad de utopía del ser puertorriqueño. Esta es obra prologal de la trilogía Máscara puertorriqueña que amplío a lo largo de Bolero y plena, suite de dos obras, inspiradas respectivamente en el bolero de Rafael Hernández, “Silencio”, y en una plena, “Tanta vanidad”, del folklórico Jarea, inscrita y quizás superada por Hernández; Sirena, inspirada en la danza “Vano empeño”, de Juan Morell Campos (Campito le decían familiarmente todos los ponceños aunque no pudiera bailar en el casino de sociedad donde interpretaba sus danzas); Vejigantes, baile de bomba en tres actos, inspirado en la bomba de Loíza a conocida por “Coralito” o “Joyalito”, constituyentes las tres obras de un rito de muerte y resurrección de la herencia afronegra de nuestra cultura y sus proyecciones sociales conturbadas por un prejuicio castrador de su unidad profunda a vencerse en la idealidad propuesta por Clarita, la libertadora moral del endemonio al final de Vejigantes, cuando su madre, vejigantista descongestionada de fantasías raciales, y su abuela, traída del cuarto de atrás al primer término del escenario puertorriqueño, marchan hacia edénico jardín del alma y del marchan hacia edénico jardín del alma y del espíritu borinqueño. Dice Clarita en ese momento: “La sangre de todos los hombres se junta en la llorecida de los flamboyanes” las que lleva ya fundidas, triunfantes y florecientes en una, Remedios Necesidad, personaje central de Cóctel de don Nadie, a ordalía que le apolisma las posaderas y le rompe el cóccix o huesito del gusto’, pero en la que no pueden contra su alma, en el condominio sobre la Nada, fantochismos desculturadores y anticulturadores, pues el Cemí que propicia bajo tierra la fertilidad del sembrado, el Santiago acriollado, batallador ahora por la fusión de moros y cristianos, y el Ogún de la selva madre del hombre original, claman por inevitable unidad en la conciencia activa de borinqueñidad del hombre puertorriqueño; dios existencial cuyas urgencias planteo en los dramas realistas simbólicos. El diablo se humaniza,Alumbramiento, Cuatro sombras frente al cemí o María Soledad, Cuento de hadas, Caso del muerto en vida, Bolero y plena, Sirena y Vejigantes, en el juego filosófico comi-trágico de Club de solteros, Cóctel a don Nadie, Solteros 72 y en la poesía-dramático-ensayo-novelesca mágica del alma puertorriqueña devenida espíritu en el continuo fluir lírico existencial de Isla y Nada, Frontera, Ciclo de lo ausente,Escultor de la sombra, En la tenue geografía, Entrañado en Ceiba, Areyto-Cemí-Coquí y Juracán partea ráfagas, prologado por Tiempo del reloj, libro anterior a la toma de conciencia del dios existencial, y, el apéndice escrito en inglés que los aclara por el revés, Stronger than its total cross, en el cual se afirma (traduzco del inglés) / la conciencia/ es un dios existencial dentro del cráneo/ confrontador de ángulos imposibles / en el juego de billar del mundo/.

Es obvio que en El diablo se humaniza y Alumbramiento, todavía camino por la vía oscura del alma, pero alma, en fin, movida a espíritu; que desde Cuatro sombras frente al cemí o María Soledad empiezo a definirme puertorriqueño desde el más lejano pasado de la cultura puertorriqueña dentro de su tierra indígena; que a la altura de Cuento de hadas, trance a Caso del muerto en vida, me cuestiono su isotópica aún existente con el componente afro-negroide, lo que descubro en esperanzadora unificación hacia el futuro que comienzo a dramatizar en Cóctel de don Nadie y doy por consolidado, en lucha eso sí, por no dejarse sumir en el black-hole(perdón por el anglicismo que resulta eufemístico del nombre que dan los jíbaros a barrios de demonio) lo que me trae a la memoria, ya que de guiñolada andamos, aquella desculturación de una palabra castiza en España, Hispanoamérica y Puerto Rico, traída eufemísticamente al oído, pero no a la vista, en un anuncio de televisión en el que una abundante muchacha enarca su inmensidad de Tembandumba de la Quimbanba y señalando un pote de enfriador automovilístico dice: ‘y de coolant yo sí sé’… (¡Oh, temible subconsciencia que me corta el hilo de la conferencia para tal ejemplificación de desculturación que trae por consecuencia el ejemplo de anticulturización que ocurre en ocasión de un intento inmisericorde de decapitación y ante ella un filósofo, se extasía, libre de ironías, y exclama “Democracy is beautiful!” por decir en español: “¡Cuánta iniquidad!”).

Graves deformaciones culturales absurdizo en Stronger than its total cross, uno de cuyos poemas empieza (traducción mía al español) /Dios es justamente la vida / una continua crucifixión / el Gólgota comenzó/ con el despertar del hombre a la conciencia /.

La prepotencia ecónomico-cultural de Estados Unidos pone a la petite Borinquen del alma en absoluto peligro de convertirse en Portoricoiuesei, que a punto está si no existiera el Centro de Estudios del Caribe coronado por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades seguidos por valerosas instituciones amantes del orden de naturaleza que es la cultura puertorriqueña en Puerto Rico. De lo contrario el terrible huracán de paso nos deja, dulce de coquí trenzado, en vidriera de five and ten.

Más respeto Malandrín, Erratín, Zanganín, Masacotín, Bolondrín Rabizo. Seremos indios, españoles, afro-multas de la costa de Senegal a la Angola, mestizos, zambos, mulatos, en fin, feria de pieles multimatizadas, todo se dio violentamente isotópico en la Hacienda de Juan Ponce de León en Caparra, luego del guaitiao del cacique Mabó y el pelirrojo ibérico en la loma entre los ríos Bayamón y Piedras, pero por comer taínos, españoles y dingas-mandingas la torta de casabe del primero (bautizada como pan de la tierra por el segundo a falta de trigo y que el tercero por transtierro a esclavitud no le dio nombre ensoñando con su millo), trabajar juntos, (aunque el de España mandando, catequizando y castigando, pensando unos en Cemí, otros en Santiago Apóstol, dominador de moros, y los terceros en Ogún), biologizar concubinadamente, luchar juntos contra caribes, piratas dentro y fuera de la ley, militares de adentro y de afuera, el Hombre Terrible del 87, nación adentro y nación afuera y huracanes, huracanes, huracanes ad infinitum, terminaron un día por reconocerse todos uno, el hombre puertorriqueño, descendiente de una etnia histórica y dos prehistóricas y, saberse por reconocimiento de una sola alma formada de la cemiítica, la santiaguina y la oguniana, jíbaro de costa o de altura, sea, boricua, borinqueño, puertorriqueño con voluntad de ser en cultura propia, que es voluntad religiosa del dios existencial de la tierra contra desculturaciones ingurgitantes a la nada y anticulturaciones egurgitantes al vacío.

Lo cierto es que el risible equívoco eufemístico ‘coolant‘, hilo de choteo despatriado y la senil aplicación del concepto ‘Democracy is beautilul’ en la ocasión que se usó, son nada más que ínfima muestra de la arrolladora atomización de nuestro idioma vernáculo y la esclerótica trastornación de nuestro pensamiento a los efectos del ciclotrón económico-cultural externo internalizado en toda la profundidad de nuestra patria a un punto que ha generado una guerra civil pacífica, secuela de la revolución pacífica de los años anteriores que liberó a la economía industrial dependiente al hombre producto de cuatro siglos y años tantos de soledad luego de comenzar a formarse en la violencia isotópica del salcocho indo-hispano-afromulta de la Hacienda de Juan Ponce de León, seguida de las Granjas Reales de los Reyes Católicos Fernando e Isabel en las márgenes del río Toa, hombre nacional no visto más allá de sus fronteras hasta que lo levantó de pie en su propio mapa un poeta redentor y dio comienzo al enaltecimiento entre los demás nacionales del mundo, no con el Festival Casals, lnc. que se le ha superpuesto dentro del Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes, sino con el Instituto de Cultura Puertorriqueña que creara el Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes para representación prioritaria y dilucidatoria, ante el mundo interno y externo, de la particular conflictiva humanística del hombre representativo de la isla llamada Borikén por los primeros entrañados en ella, San Juan Bautista por los que vinieron en son de conquista y se entrañaron y Borinquen cuando sumados los que fueron traídos transterrados a esclavitud, a la postre condicionados por la misma jibaridad, con más tamboreo, pero igualitos en el fondo, han ascendido por la capilaridad de la humanística de una cultura, que es, por donde siempre asciende la isotópica étnica vía sexo, alimentos, trabajos y dios comunal, sencillo o compuesto, a unidad espiritual, en este caso, la cultura puertorriqueña, hija de tres etnias y sus combinaciones transustanciadas en el abrazo unitario en el Instituto de Cultura Puertorriqueña y no en el Festival Casals, lnc. convertido hoy, por su uso prioritario de la gran arma de representación del sagrario de nuestra cultura nacional, en máximo agente de anticulturación a la vez que de desculturación.

Me guarde el dios existencial por decir lo que aquí conceptúo de mi absoluta responsabilidad en defensa de la humanística puertorriqueña truncada siempre, a trágica soledad, incomparable en extrañamiento, con la de ningún otro pueblo hispanoamericano, cuando asoma a querer comunicarse con las otras humanísticas del mundo para conocerse mejor, como lo iniciara con el Patronato Nacional de Artes Teatrales Areyto, Emilio S. Belaval, respaldado por Vicente Géigel Polanco, presidente del Ateneo Puertorriqueño, no secundado por el Teatro del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, con excepciones, y lo lograra el Instituto de Cultura Puertorriqueña a través de su Oficina de Fomento Teatral vía el Festival de Teatro Puertorriqueño suplementado por el Festival de Teatro Internacional, los festivales de teatro de Ponce y de Mayagüez, el Festival de Teatro de Vanguardia del Ateneo Puertorriqueño generado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, el que también generó el Festival de Teatro Latinoamericano del Teatro Coop-Arte, la producción por parte de grupos escénicos de todo teatro meritorio, Areyto Mayor todo sujeto a la máxima responsabilidad de desarrollar un teatro nacional a paridad con las grandes expresiones internacionales del teatro latinoamericano y del teatro antológico del resto del mundo. Resultado: Centro de Tres teatros o de Bellas Artes, la tesis monumental de Angelina Morfi, Historia crítica de un siglo de teatro puertorriqueño, y el gran remate, Bibliografía del teatro puertorriqueño, siglos XIX y XX, de Nilda González, libros extraordinarios a los que espero se sumen las sobre-tesis El autor dramático en la sociedad puertorriqueña, de la mismísima Nilda González, y Persona: vida y máscara en el teatro puertorriqueño, de Matías Montes Huidobro, coronaciones sucesivas de luz dramatúrgica sobre nuestro teatro nacional.

Sumé incondicionalmente mi poesía, mi teatro y mi ensayo a la causa de enaltecer el prismático hombre puertorriqueño de múltiples irradiaciones taínas, españolas, afronegroides, por encima de mi silla burocrática que fue ya, al amparo de Augusto Rodríguez dentro y fuera del Coro de la Universidad de Puerto Rico, alma de Gautier Benítez, de Juan Morell Campos, de José de Diego, montada en la jaca baya de Luis Llorens Torres, con ritmos urgentes del áfrica lejana de Luis Palés Matos, urbanidad sanjuanera, soñadora, gentil y atildada de Evaristo Rivera Chevremont y variaciones de hondo dramatismo de Julia de Burgos.

Alas despliega la jaca baya, como Pegaso, desde la Escuela Superior de Ponce, donde funde la Farándula Estudiantil con el aliento de los directores Mariano Villaronga y Jacinto Sugrañes y las estudiantes actrices Eloína Pérez y Onellys Hernández; en la Escuela del Aire donde fundé a Tinglado Puertorriqueño a inspiración de Emilio S. Belaval, Enrique Laguerre, Manuel Méndez Ballester, Ligia Marchand, Madeline Willemsen, Lucy Boscana, José Luis Torregrosa, Rafael Benliza, Francisco Matos Paoli, con magisterio teatral de todos y apoyo entrañante de Lucy y Madeline, en Radioemisión Pública (WIPR- Radio) donde José A. Buitrago respaldara el desarrollo de Tinglado Puertorriqueño permitiendo el uso del teatrino radiofónico desde el cual yo extendiera cooperación al Teatro Experimental de Nilita Vientos y René Marqués y al Teatro Tapia de Rafael Ríos y me entusiasmaron Wilfredo Braschi, con su tesis Apuntes para la historia crítica del teatro puertorriqueño contemporáneo, Abelardo Díaz Alfaro, con su Teyo Gracia, Alberto Zayas con sus direcciones de teatro, Flavia Lugo y su enamorado visitador Carlos Marichal, respectivamente, con sus Alegrías Infantiles y lecciones de escenografía, José Antonio Ortiz con periodismo y actuación, luego Enrique Laguerre con sus Puntos de partida, hasta volar en el cielo abierto der Instituto de Cultura Puertorriqueña donde Enrique Laguerre nuevamente, Ricardo E. Alegría y Luis Manuel Rodríguez Morales, abrieron sus enormes pechos nacionales a mi corazón encendido ya por la voluntad del ser puertorriqueño, iniciado de niño por aquel mirar a un tío de pie sobre la sombra aleteante de la bandera puertorriqueña y saber de sus retablos de la aldea donde nació mi madre, transustanciadora en mí de jibaridad acangrejada o ajueyada, si se quiere (saturaban a la Plaza de Mercado de Santurce, cerca de la cual viví luego, jíbaros con guitarras, bordonúas, cuatros y tiples, maracas, güiros, claves y negros de Loíza vejiganteando al son de tamboras), leer del tío el poema de las sirenas ondulantes frente a las vidrieras del Antiguo San Juan y emocionarme ante los primores a mano y las dulzuras de voz de dos tías, al igual que mi madre, artesanas de mis camisas y de golosinas como tirijala de melao, arroz con coco, delicias de naranja y cielos de batata y la belleza del dibujo de letras de un hermano artista y escribir /cuando el corazón te mira/ se me convierte en lucero/ y despedir a la maestra de Español ll de la Escuela Superior Central con / adiós, blanca paloma, adiós/ tus alas por los aires/ tu meta la ilusión/ y cantarle a un ensueño /Diáfanas son las aguas de tus ojos / como el éter sin luces estelares / ni leve sombra / ni fugaz destello / turban la limpidez de sus cristales / y a un cuerpecillo irradiante de gracia /Fue allá… en el reino azul de fantasía / que un escultor de imágenes de ensueño / fundió la luz de cien estrellas / en el cáliz del lirio pensamiento / Fue allá que del compuesto lirio-luz / con sedeño cincel como el del viento / cinceló con los versos de sus manos / el contorno exquisito de tu cuerpo / y dejar un día como profecía en el Poema de la Clase) escrito a la Rubén porque el anuario El Caribe de 1934 evocaba a Camelot bajo un escudo con lema en latín Labor omnia vincit, fácilmente traducible en nuestra lengua a “El trabajo todo lo vence” (A lo lejos / entre abras abismales / un castillo marfileño / ¡el castillo conquistemos! / En sus torres se acrisolan ilusiones / y Esperanza consagra sus guerreros / Hipógrifos, tarascas y dragones/ custodian los caminos del ensueño / ¡Retemos a los monstruos! / Al batirnos digamos con empeño / gloriosos los que lleguen vencedores / divinos los que caigan en el reto /.)

El castillo como ustedes habrán pensado, aparece cuarenta y seis años después entre las abras abismales de la parada 22 de Santurce; pero entonces como ahora no me aplasta ninguna Argamasilla de Alba, ni me angustia la creencia de Kafka deducible de su novela El castillo de que rige a la vida del hombre desde su nacimiento hasta su muerte una pesadillesca y fatídica injusticia, sino que en mí prevalece la idea de que en el curso de la voluntad que de la tierra propia emana, un dios existencial, la conciencia activa del ser cultural en mi caso, ordena luchar contra hipógrifos, tarascas y dragones (en lo que atañe a nuestra contemporaneidad puertorriqueña, robots malandrines, pesos plumas erratines, bufones seniles zanganines, ayudantontones mazacotines y flautíteres bolondrines rabizos, quizás un poco mejor que aquellos de la Edad Media porque llevan aunque, encapsulada a contrario impulso de la mujer biónica, la voluntad del ser puertorriqueño).

No nos debemos dejar empujar a muerte en vida por acosamiento de poderes extraordinarios negativos, sino a reto más esforzado sobre la jaca baya con alas de Pegaso en la que yo pude montar mi poesía, mi teatro y mis libros de ensayo sostenedores y dilucidadores del teatro puertorriqueño, sean, Entrada por las raíces,Conciencia puertorriqueña del teatro contemporáneo, El autor dramático, (puesto que presidí el primer Seminario de Dramaturgia Puertorriqueña, bosqueje y asigné las ponencias y escribí la básica Desarrollo del autor puertorriqueño de 1938 al Primer Seminario de Dramaturgia), Areyto mayor,Dinámica puertorriqueña de teatro profesional, Trayectoria dramatúrgica (autotesis sobre mi teatro escrita en 1970, fecha de publicación de En la tenue geografía y comienzo de diez gloriosos años de desarrollo del teatro en puerto Rico, el nacional y el internacional, Teatros del Borikén, Historia inicial del Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes, Programa-Relego-Despojo-Renuncia, Cultura-Patria-Teatro-Anticultura-Holocausto (dos títulos el penúltimo y el último, que hacen innecesaria la lectura del folleto y el libro).Cemí sepultado, Vejigante crucificado, contentivo de las conferencias leídas de principios de marzo a fines de noviembre de 1982 en el salón de clases global de puerto Rico donde dictara, anterior a éstas, más o menos veinte, más de cuatrocientas veces, a nombre del Instituto de Cultura Puertorriqueña y en ejercicio de mi función como director de la Oficina de Fomento Teatral, urgente de instalar en el ánimo colectivo de Puerto Rico un teatro nacional dilucidador de la voluntad de ser de Borinquen con ilustración simultánea de un teatro de otras naciones para calibrar con mayor referencia y precisión el devenir humanístico del hombre puertorriqueño, que para enaltecimiento y defensa del cual, creo con toda sinceridad que es el camino de óptima redención de nuestra alma y liberación de nuestro espíritu sobre todos las chatas maquiavélicas de desalmados originadas por la riqueza de medios de otra cultura sobre los humildes medios de la nuestra que ha tenido desde el siglo XIX, riqueza de creadores en sustancia voluntariosa de tainidad, españolidad y negritud africana y nos ha investido del amor de Puerto Rico a vencimiento de la isotópica de sus razas que es la más grande esencia humanística que nos caracteriza.

Es la que he buscado en mis poemarios Tiempo del reloj, poemas sueltos en versos, diálogos y prosa, aStronger than its total cross, breviario de reconversión de infieles que con todas sus trágicas travesuras, unas conscientes, otras inconscientes, más allá de Juracán partea ráfagas y Jáibol de serpientes y de este recuento ensayístico, son susceptibles bajo circunstancias cambiantes, de ser devueltos a fidelidad. Cuestión de enseñarles a conocer la historia de la naturaleza que encapsulan ante compulsiones destructivas originadas subconscientemente por tuerza externa y a usar con inteligencia cardiaca la brújula que conduce al vejigante a autodesenmascaramiento en el jardín de su patria.

De Cóctel de don Nadie al bosquejo de Jáibol de serpientes, no puedo ponerme de acuerdo conmigo mismo en cuanto a si mi teatro se hace cargo de mi poesía o mi poesía se hace cargo de mi teatro (pregúntenle a Juan Martínez Capó que ya observó el fenómeno desarrollándose desde Isla y nada), puedo sí, asegurarles, que comunican el secreto de convertir en ceiba la voluntad del ser puertorriqueño con lo que se defenderán del ciclón que partea tan violentas ráfagas. Además permite volar hasta la vestal del Templo de la Ceiba constelada en la Cruz de Mayo y, de vuelta a la Isla del Desencanto actual, combatir, con la máxima licencia poética (que transfiero a ustedes por fiat poético conjuntamente con la fortaleza espiritual de Stronger than its total cross) las desculturaciones y anticulturaciones ensañadas contra la voluntad del ser puertorriqueño. Traduzco de su inglés

/Boricuas borinqueños / ¿va a ser Borinquen/ perpetua elegía / roca de paso de tangenciales /migratorias gaviotas humanas / o de imperios deglutidores de naciones / pico entre océanos / circunvalado de estrechas fajas de terrenos / al filo de abismáticas profundidades de agua salada/ objeto de vaporización/ por atómicas macro-explosiones /.

En cuanto al que será mi último libro de ensayos, Ceibas, informo que es uno que extraigo de la odisea que narran los demás desde mi particular identificación con el dios existencial de Borinquen, que no es sino principio de la búsqueda del dios metafísico que han alcanzado en vida y en muerte mis maestros afirmadores de la voluntad del ser en mi poesía, teatro, ensayo y en las series radiofónicas dramatizadas “Héroes de la guerra”, “Alma de la leyenda”, “Páginas de nuestra historia”, “Hacienda Villareal” y “Radiodramas puertorriqueños” y los teledramas “Ayer y hoy”, “El niño Dios” y “Luis Muñoz Rivera” y el que quizás ensaye en novelas un tanto ejercitadas en mis trayectorias anteriores, novelas que esperan, latentes aún, en las recopilaciones de cartas, memoriales burocráticos y respuesta también burocrática a los mismos, recortes de periódicos, notas personales, tituladas las cuatro: Crimen burocrático, El fénix vuelve a cenizas, Nuevas cenizas, nuevo Fénix y Fénix, fénix.

Esta disposición antitanática, o sea, antidestructiva, parte de la inducción y ejemplo continuado de la voluntad del ser puertorriqueño en el magisterio y la obra de la Dra. Margot Arce quien me amplió el conocimiento de la literatura española haciendo referencias a Puerto Rico, la Dra. Concha Meléndez quien me amplió el conocimiento de la literatura hispanoamericana haciendo referencias a Puerto Rico, don Lidio Cruz Monclova quien, nada menos, me metió en la historia que comienza con las tres razas en la hacienda de Juan Ponce de León y me fundió en la literatura puertorriqueña como producto del hombre que de allí creció, la Dra. Josefina Rodríguez López, quien en su curso de “Don Juan en la Literatura Universal”, recorrido de cuatrocientos y más años me hizo pensar que el hombre que sólo había atendido a sexo sin espíritu bien podría ser símbolo del conquistador originador de la inarmonía interior de la patria borinqueña contra la que ha luchado el hombre puertorriqueño (tal me quedó en el ánimo para escribir el absurdo Club de solteros en el que símbolos representados por hombre y mujer luchan por la armonía, como luego luchará ángel, maestro de escuela, por justicia entre las clases, en EI diablo se humaniza, esto es fusión de las mismas dentro del hombre humanístico que entiende al diablo más como mal de él mismo que de un ente exterior, el que culmina en Gilberto, el periodista de Alumbramiento, rebelde dentro del periódico por la desculturación y anticulturación de la patria a quien la vida enseña en medio de su gran desesperación por la muerte de Beatriz, su esposa, que la procreación de la carne conlleva renovación de la esperanza); el Dr. Rubén del Rosario quien me hizo viajar por los vericuetos de la lengua española al punto de señalarme posible recipiente de la medalla Menéndez Pidal, opción de la que me desviaron empujes a vuelo sobre Borinquen de don Antonio S. Pedreira y Augusto (perdón para mí y para ellos), uno, con pedirme escribir mi primer ensayo en regla que convertí en tesina, Los motivos poéticos de Rafael Hernández, en vacaciones de dos semanas entre Nochebuena y Día de Reyes, acompañado de los amigos Jorge Cestero, Raúl Grau Archilla, Jorge Grau Berreteaga, Augusto Palmer y Rafael Arzuaga, los dos últimos compañeros todavía de todos los días, los cuales cinco dormían en el campamento en pleno corazón acuático del Yunque luego de llenarse el pecho de patria desde la cumbre con frente de piedra y ensueños de neblinas, mientras vueltos mis ojos al Cancionero de Sal de Uvas Picot, leía las letras, acompañadas mentalmente de la música de / Preciosa / preciosa te llaman / los bardos / que cantan tu historia / Lindo capullito de alelí / si tu supieras mi dolor / Perfume de gardenias / tiene tu boca / bellísimos destellos de luz en tu mirar / Hay en tus ojos / la mágica mirada / y el embrujo y aroma de tu ser / Desmayo de una lágrima, inútilmente clara / Sale / loco de contento / con su cargamento / para la ciudad / Elefante, mono, zebra y jabalí / Quimbamba / Amanece / amanece / ya se escucha de los jilgueros la alegre diana / … después de haber oído días y días un grupo típico con guitarra dominante al centro rodeada de un vuelo de bordonúas, cuatros y tiples, onomatopeyas de ramajes y gotear de agua de güiros, maracas y clave bajo el españolismo y el criollismo de los instrumentos más líricos y asordinamiento al fondo de tamboras que a la menor cesura se apoderaban del ritmo y establecían una protesta terminando por hundirse con rebeldía aliviada dentro de la metáfora fluida de la cultura puertorriqueña que resultaba la conjunción del instrumento español y sus variaciones criollas, sus complementos taínos y los golpes de conciencia afronegroides, y mirar, entre párrafo y párrafo a través de una ventana mítica, aquellos yagrumos volteándose, en las laderas bañadas de luna llena, hacia el Cemí en la cumbre del Yunque, relumbrante como el de mi obra Cuatro sombras frente al cemí, embrujador de María Soledad hacia un pasado injusticiado… ; y, el otro, Augusto Alejandro Rodrigo del Borikén, el que logró el milagro de hacerme cantar (lo que estoy seguro no emanó de mí), el que me indujo a poner letras a una de sus danzas / Hay un ritmo ardiente / en mi tierra tropical / que ardoroso embruja/ al momento al momento de ardoroso embruja/ al momento de sonar / y a tres de Juan Morell Campos, una, ¿Qué será? / qué será / esta ilusión? / dos, La conga/ El sol le dio a todo mi ser / un ritmo ardiente /, tres, Un diálogo/ En mi sombra hiere hoy/ un lirio trémulo / un lirio trémulo / como luz herida en flor / lo que luego me acredita a ponerle letras a pentagramas del mismísimo gran encendedor de nuestro romanticismo, a Maldito amor/ Ya tu amor es un pájaro sin voz / ya tu amor se perdió en mi corazón / Idilio / Puro adorar/ soñar el lirio azul y a Recuerdos de Borinquen de Luis Miranda / Un cielo azul / un claro sol / tierra verde siempre en flor / lírico palmar / las voces trenza / con las del mar / y al bolero ignoto, Aquel amor, de Andrés Tallada/ Mirar la espuma / sobre el azul del mar / es recordar tu amor / y a la canción de arte de Amaury Veray para María Soledad / Dulce tormento / buscar sin rumbo / el lirio puro / en la arboleda umbría / que lo encanta/…

Augusto me empujo un día de intramuros a extramuros y me mantuvo casi padre, ordenándome escribir letras para sus corales, artículos de la vida y pasión del Coro de la Universidad, circulándome por teatros sin cantar, porque parece que se le había terminado la brujería de concitar un espíritu para que cantara por mí en especie de doblaje mágico que consiguió misteriosamente hacerme aparecer de tenor por dos años en los programas de corales puertorriqueños, hispanoamericanos y de extra-fronteras de nuestra cultura.

Un día me fundió definitivamente dentro de la voluntad del ser puertorriqueño con su genial coral inspirado en la letra y música de Rafael Hernández / Amanece / Amanece / ya se escucha de los jilgueros la alegre diana / y por la sierra / los carreteros vienen cantando/… . Otro, me invitó a representarEl diablo se humaniza en el recién abierto Teatro de la Universidad de Puerto Rico.

No tengo duda que el voltearse los yagrumos hacia el cemí del Yunque, la metáfora cultural puertorriqueña del conjunto típico musical, la tesina Los motivos poéticos de Rafael Hernández, los corales puertorriqueños e internacionales impulsados por el pecho y las manos de Augusto Rodríguez a ritual teatralizado, fue revelación del dios existencial de la que tomé la fuerza que no me permite tanatismos y menos la creencia de que nuestra cultura vaya a sucumbir a cimatarrazos de descultura y anticultura si la defendemos con las artes mágicas de la creación inspiradas por su vestal Borikén Borinquen constelada ya en tres proyectos de nuestro Cuerpo Legislativo propuestos y aprobados por ambas Comisiones de Desarrollo Social y Cultural por mayoría de representantes y senadores, así como una resolución conjunta intencionada a vuelo internacional desde los tres proyectos, y por sobre ella, aleteante ya hacia eternización poética en la Cruz de Mayo, la amada idealidad del Templo de la Ceiba donde ha de titilar en poesía invencible. Traduzco a español de Stronger than its total cross / No obstante / un caballero nunca victorioso / la voluntad de liberar la vida / del natural absurdo / enciende impulsos contra espejos demoniacos / multiplicados en reflejos fantasmales / maldice el pandemonio de espectros enemigos / mientras proclama un Santo Grial imaginado /y heroica de heroicas / reclama invisible frontera de eternidad / más allá del infierno, de la sombra y del silencio.

El impulso de los siete maestros, culminados en el Amanece de Augusto Rodríguez, resultó resurrección de haber jurado en inglés la bandera adoptiva de Puerto Rico y no la natural que vino a desplegarse mucho después. Ha significado tanto en mi vida que no puedo creer que ese mundo, que siento alentando en tantos pechos, haya desaparecido porque ya no estén los que deben estar donde lo que están no deben. Cuestión de luchar por la reconquista del Instituto de Cultura Puertorriqueña a la luz de sus tres constelaciones. Ha sido destino sisífico del hombre puertorriqueño levantarse a dignidad de su cultura para verla rodar al fondo de un abismo de desculturarción y anticulturación. Véase si no el Patronato Nacional de Artes Teatrales Areyto, presidido por Emilio Belaval, nacer del vigor sucesivo deEl clamor de los surcos y Tiempo muerto de Manuel Méndez Ballester, crear el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico donde se negó, no por Leopoldo Santiago Lavandero, la dramaturgia puertorriqueña luego de montarse La resentida de Enrique A. Laguerre escrita dentro del espíritu de Areyto.

Vamos a decirlo ahora: luego de 1898 los maestros de español de la Escuela Superior volvieron a levantar la piedra y los del Departamento de Estudios Hispánicos se unieron a impulsarla cuesta arriba, a los que se fueron uniendo otros maestros de diferentes disciplinas, historia, teatro, música, antropología, sociología, economía, hasta liberarla a la dignidad del Instituto de Cultura Puertorriqueña el que ha comenzado a correr la suerte del Patronato Nacional de Artes Teatrales Areyto, exigiendo esto ahora un nuevo colosal impulso cuesta arriba al que nos debemos unir todos los puertorriqueños.

El impulso de los siete maestros de la Universidad de Puerto Rico, sobre los de español de la Escuela Superior Central, especialmente el de doña Amelia Castro, con su lectura de mis poemarios en tinta Oda en esencia, El caballero azul y Arriviadas y aquél poemita postrero de escuela superior, ya de la poesía contemporánea, / Serena noche azul / tu perfil de líneas delicadas / contrapuesto al disco de la luna llena / luna de plata pulida / semejaba un raro y divino relieve / La moneda del idealismo/ -me dije- / no existe, pero está presente / y otra vez/ cuando mi corazón te mira/ se me convierte en lucero / y el tío, la madre, las dos tías, el hermano y una hermana siempre lejana y sola… y la abuela materna perdida en brumas, mitad guitarra española y vuelo de bordonúas, cuatro y tiples, mitad onomatopeyas de ramajes y gotear de agua de güiros, maracas y clave y tambores de la selva original del hombre ¡Cuánto me definieron! ¡Cuán hondos todos, raíces de mi patria puertorriqueña! ¡Cuán florecientes de su cultura en mí!

Fue esta abuela de espontáneo humor folklórico, jíbara de costa, la que un día me contó la leyenda que dio nombre al lugar donde nací, la curva junto a la iglesia San Mateo de Cangrejos, alias Santurce, llamada Revuelta del Diablo:

Sucedió que en el mismísimo centro de la S que describe la Revuelta del Diablo, allá por los trece años antes del siglo XX, época del General Palacios, un presunto muerto llevado en procesión al ex-cementerio de indios y ahora de puertorriqueños (llamado anteriormente seboruco) por puro peso, desfondó la caja y azolado de nalgas primero y cocote después contra el empedrado disímil, no se murió más, sino que resucitó y ante el asombro de dolientes lacrimosos y amigos borrachos, solicitó el nombre del carpintero que había clavado tan flojamente la tabla de abajo, para agradecerlo pues le había, con el hecho de darse el nalgazo seguido de cocotazo, restituido a su patria, todo lo cual, dicho, desencoló la cola, desorden que puso pies en polvorosa hasta la iglesia de San Mateo de donde prácticamente se extrajo, como a una muela, al párroco cangrejero o jueyero, al que se empujó cruz en alto a exorcismo del cuerpo presente resucitado y demandante del nombre del fúnebre carpintero, con lo que, por momentos retrancándose para acopio de valor y luego llenándose de bríos (especialmente el cura, que terrorífica misión se le encomendaba, e integridad tenía por fuerza que demostrar) acabó la cola por enfrentarse al ataúd el que, para nueva sorpresa, aparecía recompuesto en el centro exacto de la curva en S, la cual bien podía significar Satán, lo que estaba ya en la mente de la ahora nuevamente encolada cola.

Fue motivo de nueva sorpresa el fondo enfondado, o sea recompuesto, por lo que se abrió la tapa con muchas revocaciones del diablo por sus varios nombres: Lucifer, Belcebú, el Enemigo, el Gran-Gran-Gran y demás lindezas. Nuevas protestas de endemonio al encontrar una nota dentro de la caja en lugar del muerto, la que se tomó con la extrema punta de los dedos, un ojo puesto en el cielo y el rabo del otro en el lugar que debiera estar el de los cerrados para siempre, donde definitivamente no estaba, pero que se temía que reapareciera. Con distorsión de ojos se leyó, para luego deshacerse en alborotoso espanto: “Entiérrese en esta cochina caja redentora – rezaba el papel del ex-muerto- el hijo de la Gran Madre que me quiso enterrar vivo”.

Deduzco que aquel hombre debió defender la cultura puertorriqueña en tiempos del Hombre Terrible del 87 por lo que pudo haber sido víctima de una poción mal intencionada que no lo mató, sino que tan solo lo dejó cataléptico por un tiempo, de lo que se recobró a mitad de entierro con el nalgazo seguido del cocotazo.

Lo que no me explico es el Gran Madre de alto estilo, demasiado considerado para lo que le sucedió, aun el Mala Madre de estilo medio, que para lo sufrido, bien debió ajustarlo a bajo estilo. ¡Si don Quijote, el del supra-estilo, no escatimó de vez en cuando un contundente hideputa!…

Puedo afirmar por experiencia propia que el devolverse de la casi tumba al milagro de la vida, con todo desculturaciones y anticulturaciones, aumenta las energías para enfrentársele y vivir con gran ánimo hasta el día que partamos de este mundo en buena ley, o, por lo menos, mejor ley que la del demonio que administra pociones letales y luego exorciza al envenenado, que es posiblemente a quien salió a buscar el resucitado de la leyenda de la Revuelta del Diablo para cobrarle la mayor deuda moral en que Satán puede incurrir.

Gracias doy aquí a mi mujer y a mis hijos los que me pidieron arrobadoramente que no me muriera, petición con la que cumplí de muy buena gana.

La otra abuela española, no la conocí, pero me doy por satisfecho de conocer la puertorriqueña y haberle oído contar la leyenda que me comunicó la primera fuerza de boricua sobre la cual elaboraron las múltiples personas que me ayudaron a fortalecer en mí al dios existencial que me impulsara a poeta, dramaturgo y ensayista (y, quién sabe si a novelista) determinado por la voluntad del ser puertorriqueño que reclama alma conmovida a espíritu frente a los isotopizados por el ciclotrón económico-cultural de Estados Unidos cuya potencia desnucleizadora de puertorriqueñidad, como decimos en lengua española a la Borinquen, no es pluma de reinita, ni pepita de pana, ni mampostial en palito, ni bilí de guamá y, menos, cáscara de coco.

Aclaro que habla un suspicaz de toda enorme fuerza imperial no importa que llame a nobleza tras fachada teocrática, monárquica, democrática o socialista. Me inclino a la antigua-moderna sabiduría, en parte utilizada por Edward Wilson en su teoría del sociobiologismo, que el más poderoso constituye grave peligro para los menos forzudos.

El gran historiador Toynbee quien solía examinar el acontecer de los imperios desde el punto de vista de la evolución de la cultura y la civilización nos entendió asimilados a medias, esto es, a media alma y espíritu como boricuas borinqueños, exactamente lo que comenzaba a contrarrestar el Instituto de Cultura Puertorriqueña con el fomento de la intimidad creadora dentro de nuestra ‘vejigancia enmascarada’ casi en el punto de sumirse ésta fatalmente en franca esquizofrenia colectiva destructiva de la nacionalidad.

Mi poesía, mi teatro y mi ensayo pueden resumirse fundamentalmente como ritual del sacerdote de la tribu contra un grave mal que la asola: la pérdida del alma lo que por ende trae la aniquilación del proyectarnos en el espíritu que nos es propio. Dice Frank Dauster en su ensayo “Francisco Arriví: la máscara y el jardín” que mi literatura toda es un rito de “curación del alma” y yo añado que sólo podemos curarnos los puertorriqueños apoyándonos en nuestra intimidad creadora como ya se demostrara imborrablemente a través del Instituto de Cultura Puertorriqueña de 1955 a 1980.

La verdad es que la prepotencia que nos comunica vitalidad económica al mismo tiempo azota huracán con vórtice de desculturaciones y anticulturaciones por lo que la schizophrenia portorricensis resulta expresión anímica rutinaria de cabeza a pies de la Isla del Encanto. Sólo puede superarse atendiendo a las tres constelaciones propuestas que no son sino tres orientaciones progresivas: la sincera y franca sobreposición del Instituto de Cultura Puertorriqueña sobre las políticas de partido, su ampliación a términos de relación mundial y su poetización a universalidad en la idealidad de la Cruz de Mayo.

El “iQué Puerto Rico no muera!” de Cóctel de don Nadie y la conversión en ceiba de Escultor de la sombra hoy son mas válidos que ayer porque la esquizofrenia puertorriqueña de hoy es más grave que la diagnosticada entonces: por lo que poesía, teatro y ensayo y hasta la novelística que he comenzado ya a sugerir en mis poemas-dramas-ensayos-novelas, se me han fundido en una sola voluntad dentro de la voluntad del ser puertorriqueño: la de enceibarse para resistir el huracán y llegarse semillas a la nueva primavera.

La leyenda de la abuela estuvo de fondo, cuando me levanté no de uno, sino de dos entierros y de principios de marzo a fines de noviembre de 1982 logré corresponder con las siguientes conferencias a petición de varias instituciones culturales:

 

1. Efectos de la esquizofrenia puertorriqueña en el desarrollo de la cultura que nos es propia (Nada menos que a la Cámara de Representantes de 1982).

2. Panorama del teatro puertorriqueño a 1980 con noticia preliminar de la Gran Feria Exposición de Ponce anterior al Año Terrible del 87.

3. El devenir del ser puertorriqueño en el teatro de Alejandro Tapia y Rivera.

4. Devenir del Teatro Puertorriqueño (1938-1980) .

5. Evaluación del Teatro Puertorriqueño Contemporáneo.

6. El teatro de Manuel Méndez Ballester y el de René Marqués visto por un autor intermedio.

7. La dramaturgia de René Marqués a la altura del Primer Festival de Teatro Puertorriqueño.

 

8. Madeline Willemsen vive y con nosotros los exiliados del Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes que ideamos, gestionamos y construimos, combate…

9. Por el rescate del Instituto de Cultura Puertorriqueña y devolución del Centro de Tres Teatros o de Bellas Artes.

Estas conferencias, junto con Voluntad del ser puertorriqueño en mi poesía, teatro y ensayo, constituyen el libro Cemí sepultado, Vejigante sacrificado cuya publicación solventaré con el premio de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades si se me concede como alumno.

Con libros espero seguir luchando en favor de la sobrevivencia de la cultura puertorriqueña.

Me despido con el adiós de Stronger than its total cross, evangelio contra infieles a la voluntad del ser puertorriqueño. Dice en inglés/ I may be a phoenix / outside myself / excuse me if I die / and come back to life / lo que traduzco y aumento en español/ Pudiera ser un fénix / fuera de mí mismo / Perdónenme si muero / y en pos del alma / y libertad de espíritu / del ser puertorriqueño / con el ánimo de ayer / que a cenizas redujeron / luchador contra máscaras / con pluma literaria / a combate me devuelvo /.

23 de abril de 1983
San Juan, P.R.


Autor: Francisco Arriví
Publicado: 14 de mayo de 2015.