De izquierda y derechas

Portada Puerto Rico en el mundo

Prólogo

La escena política en Puerto Rico sería mucho menos patéticamente estática y banal si se produjera una clara antinomia izquierda/derecha en el terreno discursivo, que prevaleciera sobre la inevitable polaridad del estatus. Sólo que prevaleciera no tiene que borrarla ni debe hacerlo.
Juan Duchesne

Una de las características más sobresa­lientes de nuestra cultura política hoy, es el virtual desalojo de los conceptos de izquierdas y derechas del diálogo público, a pesar de que estos conceptos, plurales y complejos, siguen definiendo las contiendas políticas profundas del mundo contemporá­neo, sobre todo en los países de América y Europa. Hay causas históricas que explican este lamentable abandono, pero la condición principal que lo ha hecho posible es la ten­dencia hacia la homogenización de lo político por criterios electorales, lo cual ha limitado el alineamiento de nuestros partidos políticos a las alternativas específicamente nuestras de estatus político. Al relegar a un plano distante los asuntos de visión social y de estrategias políticas que preocupan al resto del mundo, reforzamos la tendencia al aislamiento bajo la fantasía de que aquí es diferente.

En esta sección nos proponemos poner en relieve el desfase. Es desafortunado pensar que los antagonismos políticos reales del mundo contemporáneo deben estar subor­dinados al asunto de la relación jurídica con Estados Unidos. Asumir que el antagonismo entre derechas e izquierdas es algo que sólo atañe a otros o que son cosas del pasado, tiene el efecto de trivializar el diálogo público, en tanto significa abandonar la preocupación por lo político (la consideración de alternativas visionarias de políticas sociales y estructuras del Estado), dejando espacio tan sólo para la política, es decir, para los asuntos relativos a las luchas de poder; a la pugna cotidiana por el control de las instituciones del Estado.

Nuestra preocupación no es tan sólo teórica abstracta. Nos hemos percatado de que el desinterés por los antagonismos globales ha tenido, un efecto negativo sobre las instituciones, públicas y privadas, al reemplazar el diálogo crítico político por el discurso contencioso de la política. En el ambiente comunicativo actual, dominado por los medios de comunicación masivos, la crítica seria queda desautorizada como ne­gativa, innecesaria y de mal gusto. El efecto es que la acción simple de pensar y discutir asuntos de visión y estrategias es reempla­zada por el discurso banal de las contiendas personalistas, los eventos escandalosos y el lenguaje de los relacionistas públicos. El espacio político queda entonces sujeto a la contaminación de los efectos de las luchas de poder partidistas: los eufemismos, la de­magogia, la corrupción espiritual, el abuso de poder, el abandono de lo programático, y, en el peor de los casos, la persistencia de tendencias que ponen en peligro el desarro­llo de una verdadera democracia.

De izquierda a derechas

Intentamos en esta sección, por lo tanto, hacer un esfuerzo por recuperar para el debate político el antagonismo real entre las mentalidades de derechas e izquierdas, tal y como se perciben en el mundo actual, por entender que su pertinencia expande, y a la vez informa, el tema del estatus político. Nuestras razones, rei­teramos, no se limitan a la voluntad de adecuarnos al resto del mundo, lo cual, de por sí, es encomiable y útil. El objetivo de este esfuerzo es tratar de detener, o al menos desacelerar, la tendencia actual hacia el abandono de lo político bajo lafantasía de que “aquí la cosa es diferente”. Reiteramos el supuesto de que la demo­cracia moderna, que encarna la posibili­dad histórica de libertad e igualdad, exige niveles intensos y continuos de participación ciudadana más allá de los eventos electorales, los partidos políticos y las prácticas mediáticas del mercado.

Las democracias hoy, a partir del co­lapso de los regímenes comunistas, no tienen enemigos externos a pesar de lo que nos dice a diario la administración Bush-Cheney sobre los terroristas musul­manes. El peligro real es interno y emana de la desidia, la fantasía de pensar que los antagonismos políticos naturales e históricos son irrelevantes o secundarios.

Con el propósito de incentivar un diálogo general sobre este tema, publi­camos en esta sección cinco artículos sobre diferentes aspectos del asunto. Un artículo traza la trasformación de las no­ciones de derecha e izquierda durante el siglo XX, culminando en una orientación general respecto a la forma particular que han adquirido los antagonismos fundamentales del mundo de hoy. Otro artículo sugiere definiciones fun­cionales para ambos sectores, sin menospreciar su complejidad conceptual, sus numerosas contra­dicciones y los posibles puntos de convergencia. Más que un asunto de ideologías, el conflicto político global del cual somos parte se des­cribe como mentalidades opuestas, frente a las experiencias históricas de la modernidad.

Un tercer artículo expone breve­mente la dificultad de cada partido político en Puerto Rico de ubicarse claramente en el esquema político global. Nuestros partidos compar­ten una cultura política populista común (que fija para todos los par­tidos lo que es politically correct) y están atravesados por una dinámica electoral que fortalece la homoge­neidad. De ahí el cliché “todos los políticos son iguales”. Los impera­tivos electorales que promueven la tendencia a la convergencia, y la uniformidad, parecen debilitar los principios, la visión social, por lo que imposibilitan el cambio más allá de la alternancia administrativa.

La utilidad de reconocer los antagonismos mundiales para el diálogo político no se limita al valor de adecuarnos al resto del mundo, tiene que ver más bien con la propia; naturaleza del proyecto demo­crático. Por esto, un cuarto artículo resume los fundamentos teóricos que reconocen la naturaleza antagónica del campo político el cual no es posible eliminar bajo ningún sistema político. El reconocimiento de los antagonismos naturales nos permite superar la fantasía consensual y fortalecer las identidades de los sectores contendores fundamentales.

Un quinto artículo advierte sobre los peligros de la polarización. Re­conocer la presencia de polaridades como signos de identidad políticos no equivale a proponer estrategias de confrontación.

Reiteramos, que nuestra inten­ción no es reduccionista. No nos interesa simplificar ni trivializar el tema. Nuestro propósito es simple: motivar a pensar sobre los esque­mas políticos predominantes en el mundo y rescatar así una perspectiva útil para el diálogo público. Partimos del supuesto de que pensar la polis,la simple acción de debatir e intercambiar ideas, debe trascender el ámbito restricto de las contiendas electorales, el asunto del estatus y las limitaciones inherentes a las prácticas comerciales de los medios de comunicación.

Roberto Gándara Sánchez
Editor
Centro de Investigación y Política Pública


Autor: Proyectos FPH
Publicado: 22 de enero de 2008.