Los taínos: organización social y política
Los taínos alcanzaron un alto desarrollo en su organización sociopolítica, que era estrictamente jerarquizada y piramidal. En otras palabras, una minoría dominaba a la mayoría, a la vez que ejercía el poder y realizaba la toma de decisiones. El grupo dominante estaba compuesto por los nitaínos, quienes posiblemente eran guerreros que descendían de un antiguo grupo nómada que, tal vez, desplazó a los anteriores habitantes arcaicos. En la base de la organización social se hallaban los naborias —o la gente común, los trabajadores—, posiblemente descendientes de los anteriores habitantes conquistados. Los naborias fueron repartidos por los españoles al comienzo de la colonización; aunque luego, con la excepción de los caciques, todos los taínos fueron encomendados y tuvieron que trabajar para los colonizadores. La mujer tenía a cargo las labores domésticas y agrícolas. Debido a que la principal fuente de alimentación era a través de la agricultura, la mujer ocupaba un lugar importante en la sociedad.
En la cumbre de esa estructura social piramidal se encontraba el cacique y su familia. Aunque era parte integrante de los nitaínos, el cacique era el jefe social político, económico, militar y religioso de la sociedad taína y gozaba de múltiples privilegios. Recibía una alimentación superior a los demás miembros de la comunidad ya que se le entregaban los mejores productos de la tierra, del mar y los ríos. Vivían en una estructura rectangular llamada caney que, además de ser más espaciosa, junto al guanín y el bastón de mando representaba el símbolo inequívoco de su autoridad. Los demás habitantes residían en el tradicional bohío. A los caciques los cargaban en andas, y podían tener más de una esposa. Al igual que los egipcios y otras culturas antiguas, al morir, el cacique tenía derecho a que se enterrara a su esposa favorita junto a él. La mujer también podía ocupar el cargo de cacica, con todos los poderes y prerrogativas de los varones, aunque no se ha documentado si con los mismos privilegios.
El cargo de cacique era hereditario por la vía matrilineal, probablemente heredada por vía de la hermana mayor materna del cacique. En otras palabras, se heredaba la posición por parte de la familia materna, independientemente de quién fuese el padre, de esta forma se garantizaba el control y dominio de dicha familia sobre su aldea o yucayeque.
Debajo del cacique, en la estructura sociopolítica, se hallaba el behique, también llamado bohíque y bohití. Era la segunda figura religiosa tras el cacique. Aunque no tenía un cargo en particular, sus funciones de curandero, médico-brujo, sacerdote o chamán eran de gran trascendencia. Se ocupaba del cuidado de salud de la comunidad por medio del uso de plantas medicinales reales y de rituales en los que el bohíque intervenía con los espíritus de los muertos. Además, el bohíque estudiaba el movimiento de los astros para conocer su influencia sobre los seres humanos y la naturaleza. Como resultado, tenía amplios conocimientos sobre los ciclos de siembra, cosecha, pesca y caza. Las funciones religiosas, científicas, medicinales y económicas del bohíque lo convertían en la figura más importante de su comunidad después del cacique.
La estructura social y política documentada por los cronistas se repetía en todas las aldeas taínas. Puerto Rico contaba con una multiplicidad de caciques y bohíques, incluyendo a Vieques (Bieque) y la isla de la Mona (Amoná). Aunque pudieron haber sido más, se han identificado sobre treinta caciques en la documentación española del siglo XVI.
La impresión generalizada, sacada de las crónicas y otros documentos, revela que al inicio de la conquista y colonización española el desarrollo político de los taínos de Puerto Rico había dado paso a la selección de un cacique principal para toda la isla grande o para gran parte de ella. La tradición oral recopilada por los españoles colocaba al pueblo de este cacique en las riberas del río Coayuco (Yauco). El cacique fue Agüeybaná y vivía en la región suroccidental. Esta región se extendía entre las jurisdicciones actuales de Guánica, nombre que se deriva de Guainía, y Yauco, nombre que proviene de Coayuco. Agüeybaná se caracterizó por ser una especie de guerrero-caudillo que tenía la capacidad de aglutinar la voluntad de todos, o casi todos los caciques para enfrentar problemas comunes, como podía ser una invasión extranjera o una guerra entre yucayeques.
Para algunos autores, como Ricardo Alegría, los taínos de Puerto Rico pudieron haber poseído una organización política superior a la de los taínos de La Española. Su planteamiento se basa en tres factores: en primer lugar, en el hecho de que en Boriquén había un solo cacique principal, mientras que La Española tenía cinco. Un segundo factor que cita Alegría son los enormes monolitos que rodeaban las plazas ceremoniales de Boriquén. A estos monolitos se les considera como la principal y única evidencia de una ingeniería civil indoantillana. Finalmente, los cronistas mencionan la destreza de los taínos de Boriquén en la talla de la piedra, lo que ha quedado demostrado en los múltiples hallazgos de dicho elemento en las excavaciones arqueológicas. La suma de estos factores parece demostrar que existía una mayor centralización en Boriquén, lo cual podría reflejar una organización política superior a la de la vecina antilla que no contaba con dichos elementos.
Religión
Los taínos eran politeístas y su desarrollo cultural reflejaba una amplia serie de mitos que explicaban los fenómenos naturales. Creían en una diosa madre —absoluta, inmortal, sobrenatural— que vivía en el cielo sobre las montañas más altas. Su nombre completo era Atabey Yermao Guacar Apito Zuimaco, también conocida como Apito, Attabeira o Atabey, que además era la diosa de la fecundidad. Junto a Atabey se hallaba Yocahú Bagua Maórocoti, generalmente conocido como Yocahú o Yuquiyú, y quien controlaba las fuerzas de la naturaleza que se manifestaban en las tormentas que llamaban juracán. La relación entre estas deidades es motivo de disputa, toda vez que el fraile Ramón Pané, quien documentó gran parte de los mitos, no dilucidó mucho en cuanto a sus características.
La principal figura religiosa de esta sociedad indígena era el cacique, pues era el llamado a comunicarse con los dioses. Iniciaba todas las ceremonias religiosas y mágicas en las que participaba el colectivo. Las actividades cotidianas de la religión eran atendidas por el bohíque, quien tenía los mismos poderes que el cacique de comunicarse con los dioses y otras ceremonias mágica-religiosas.
Los taínos creían en la existencia de una vida ultraterrena eterna, por lo que colocaban objetos materiales en las tumbas cuando enterraban a sus muertos. Se han encontrado enterramientos sin cabeza. Esto posiblemente obedece a que la familia guardaba la cabeza en una olla de barro o paja, como si fuera un cemí. Se cree que, en ocasiones, los caciques eran embalsamados. Para ello los colocaban sobre una barbacoa para extraerles la grasa y, luego, envolvían el cuerpo —probablemente con telas hechas con algodón que se cultivaba en la isla— para conservarlo como un cemí. Algunas descripciones de cemíes de madera revelan que eran huecos en su interior y que en ellos se guardaban los restos de los caciques antepasados para transmitir sus poderes al cacique que lo guardaba. En otros casos, los cemíes se construían con el cuerpo de algodón y el cráneo del cacique fallecido.
El aspecto más importante de la religión taína era el culto a los antepasados, y como parte de esto, la devoción al cemí. El culto a los antepasados lo realizaban de dos formas principalmente: a nivel individual con la elaboración de los cemíes y mediante la celebración comunitaria a través del juego de pelota o los areitos. Otra festividad colectiva era la ceremonia de la cohoba, en la cual el cacique o el bohíque aspiraba por la nariz el polvo de la planta homónima para comunicarse con los dioses y, en ocasiones, predecir el futuro.
Organización económica
La economía taína era de subsistencia: procuraban su alimentación y satisfacer otras necesidades. A pesar de que se llevaban a cabo trueques, no llegaron a desarrollarse como comercio en el sentido moderno del concepto. Aunque las personas podían y llevaban a cabo actividades individualmente, lo habitual era el trabajo colectivo y la repartición equitativa de los productos, la caza o la pesca, toda vez que era una sociedad altamente socializada.
Recolección, caza y pesca
Al igual que otros grupos indoamericanos, los taínos también practicaban la recolección de frutas, semillas, raíces tubérculos y todos los frutos de la naturaleza sin requerir trabajo humano. Además, cazaban aves de tierra y mar. A su vez, cazaban mamíferos de tierra, como la jutía, un roedor americano del que todavía existen varias especies en otros países de la región. La jutía fue quizás el animal de mayor importancia en ese ámbito junto al manatí de ríos y embalses.
Una faena que debió ocupar gran parte del tiempo era la pesca tanto en agua dulce como en el mar. Para ello se desarrollaron diversos métodos, algunos de los que todavía se utilizan en diversos lugares por pescadores y aficionados a estas actividades. La pesca de anzuelo se realizaba con ganchos fabricados con las espinas duras de los peces más grandes como el tiburón. Además, fabricaban redes o nasas de diversas formas como las atarrayas y los chinchorros. También fabricaban jaulas para el mar y corrales en los ríos para la piscicultura, con los que obtenían la abundante pesca que los cronistas informaron que había en la isla.
Autor: Mario Cancel Sepúlveda