Un nuevo enfoque gubernamental le ha dado a la escultura puertorriqueña mayor importancia como arte público, a la vez que les propone a los artistas la necesidad de enfrentarse a nuevos retos. El arte público, por su tamaño y ubicación, exige que los escultores se planteen desde el inicio conceptual de su obra un proceso de reflexión que tome en consideración estos parámetros. Es muy importante no confundir la escultura de gran formato con la escultura para sitios públicos.
La relación de la obra con el ciudadano común tiene un carácter protagónico, de manera que el peatón, el conductor y las construcciones circundantes no puedan pasar por alto. La buena escultura urbana es aquella que se planifica para que interactúe armoniosamente con los espacios arquitectónicos donde se emplazará, y que demuestre, además, la existencia de una buena comunicación entre el escultor y el arquitecto. El arte público, por su permanencia, debe contribuir a la experiencia humana sin contaminar visualmente el medio ambiente.
En el pasado, los monumentos y demás comisiones en Puerto Rico estaban restringidos a los maestros y artistas de gran trayectoria. Ahora, por primera vez se ha brindado la oportunidad de desarrollar obras públicas a escultores jóvenes. Aun así, en Puerto Rico hay menos escultores que pintores. Esta escasez se debe a la falta de talleres especializados con disponibilidad de espacio, el costo de los materiales, dificultad en la transportación, etc. La mayoría de los escultores no pueden vivir exclusivamente de su arte, con excepción de las comisiones de arte público.
La escultura actual se caracteriza por propuestas estéticas de mayor conceptualización, más que por el uso y manejo de los materiales tradicionales, conocidos como materiales nobles. La causa recae indiscutiblemente en el factor económico y repercute en el carácter efímero de las obras.
Se ha comprobado que en Puerto Rico la escultura se vende menos que la pintura. Las galerías presentan más pintura que escultura, principalmente por la demanda de los coleccionistas y diseñadores de interiores que prefieren incluir la pintura en sus decoraciones, mayormente por cuestiones de espacio. Esto ocurre a pesar de que se está viendo una mayor innovación y tendencias interdisciplinarias en la escultura puertorriqueña.
En calidad, temática y ejecutoria, la escultura contemporánea puertorriqueña compara favorablemente con las tendencias internacionales actuales. Sin embargo, no tiene una presencia significativa en el exterior. La escasez de curadores puertorriqueños que trabajen en el ámbito internacional no posibilita que los artistas puertorriqueños se conozcan en el extranjero.
Puerto Rico cuenta con diferentes manifestaciones escultóricas, como por ejemplo, instalaciones y jardines escultóricos. Las instalaciones son una manifestación contemporánea en la cual se encuentran y coexisten diversas expresiones del arte. Su origen se remonta al 1917 con Marcel Duchamp. Se trata de un fenómeno universal y representa la verdadera globalización del arte. Antonio Martorell es uno de los artistas que ha trabajado instalaciones en Puerto Rico. Puerto Rico cuenta con jardines escultóricos en los principales recintos de la Universidad de Puerto Rico: Mayagüez, Utuado y el Jardín Botánico de Río Piedras; además de los que se encuentran en la Universidad del Sagrado Corazón y en el Museo de Arte de Puerto Rico.
Autor: Adlin Ríos Rigau
Publicado: 4 de septiembre de 2015