La isleta de San Juan no sólo estaba protegida por los fuertes que se encontraban dentro de la ciudad amurallada, como el Castillo San Felipe del Morro y el San Cristóbal, sino también por tres líneas defensivas, cuyos nombres (primera, segunda y tercera línea defensiva) respondían a la proximidad de cada una con respecto del puente de San Antonio, que conectaba a San Juan con la Isla Grande. Estas líneas, ubicadas en las afueras del casco urbano, consistían en una cadena de fortificaciones, murallas y fosos que tenían la función de defender la ciudad murada, así como la parte oriental de la isleta, donde estaban ubicados la bahía del Boquerón y el puente San Antonio.
Las líneas defensivas comenzaron a construirse a finales del siglo XVIII, entre 1780 y 1798, como parte de las reformas propuestas por el mariscal de campo Alejandro O’Reilly en 1765. La primera en construirse fue la tercera línea, que corría de oeste a este a través de aproximadamente 500 pies, desde el fuerte del Abanino, adosado al Castillo San Cristóbal, hasta el fuerte o batería de la Princesa, ubicado al este del castillo. La muralla terminaba en un pequeño puerto en la playa donde había una fortificación. En la actualidad, lo único que permanece de esta línea es el abanico y las ruinas del fuerte de la playa en Baja Mar.
La segunda línea, que consistía en una trinchera y su foso, se terminó de construir en 1794. Se extendía desde la Punta del Escambrón hacia el oeste, a través de 1,400 pies. El otro extremo cruzaba el terreno donde, en la actualidad, está ubicado el Parque Luis Muñoz Rivera. Hoy día sólo sobreviven las ruinas del bastión Isabel II, ubicado en la intersección entre la avenida Constitución y la calle San Agustín en Puerta de Tierra, así como algunos pedazos de la muralla.
La primera línea defensiva, la más larga de las tres, se construyó entre 1795 y 1800. Consistía en una muralla con baterías y barbetas que conectaba las fortificaciones ubicadas en el extremo este de la isleta: la batería del Escambrón, la batería de San Ramón, el fortín de San Antonio y el fortín de San Jerónimo. Un segmento de la línea defensiva se extendía desde la Batería de San Ramón hasta el Polvorín de San Jerónimo, ubicado tierra adentro. Esta línea de defensa protegía la playa frente al Escambrón, así como la laguna del Condado y el caño de San Antonio.
Durante el ataque inglés de 1797, dirigido por Ralph Abercromby, esta línea de defensa, así como el Castillo de San Cristóbal, fueron determinantes en la derrota de las fuerzas inglesas. En años posteriores, la primera línea defensiva sufrió algunos cambios, tales como la inclusión de nuevas estructuras y las mejoras a las ya existentes. En 1898, durante la Guerra Hispanoamericana, se construyó un cuartel defensivo en la Batería de San Ramón.
El fortín y el puente de San Antonio estuvieron en pie hasta 1894, año en que se destruyeron para construir otro puente, esta vez de metal, que a su vez se destruyó para construir uno en hormigón en 1927, junto al cual, en la actualidad, aún permanece una pequeña porción de las ruinas del mencionado fortín. Además de algunas secciones esparcidas de la muralla, aún permanecen en pie la Batería del Escambrón y el Fortín de San Jerónimo. La primera estaba en estado de deterioro hasta que, en el 2003, se llevó a cabo su restauración. El Fortín de San Jerónimo pertenece al Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Referencias
Rivero Méndez, Angel. Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, Madrid, 1922.
De Hostos, Adolfo. Historia de San Juan, ciudad murada:ensayo acerca del proceso de la civilización en la ciudad española de San Juan Bautista de Puerto Rico, 1521-1898, San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966.
Publicado: 13 de septiembre de 2010.