El Capitolio de Puerto Rico es la sede del poder legislativo de Puerto Rico, que consiste en la Cámara de Representantes y el Senado.
Fue Luis Muñoz Rivera, miembro de la antigua Cámara de Delegados, quién presentó la propuesta de construcción del Capitolio en 1907. El proyecto de ley asignaba $300,000.00 para la construcción de esta estructura. Dicha ley, también, especificaba las reglas generales de un concurso arquitectónico que se celebraría para escoger el diseño de la estructura. Para estos propósitos se segregó un amplio terreno en Puerta de Tierra frente a la carretera central.
En septiembre de 1907, el comisionado de lo Interior, Laurence Grahame, convocó a los arquitectos, por medio de la prensa y las revistas de arquitectura de Estados Unidos, para que sometieran propuestas para el diseño del Capitolio de Puerto Rico. El edificio albergaría tres instalaciones principales: el Consejo Ejecutivo, la Cámara de Delegados y la Corte Suprema. La estructura debería ser sencilla, conservadora y apropiada para las condiciones climáticas de la Isla. La respuesta a la convocatoria fue abrumadora. Fueron sometidos 134 diseños arquitectónicos, provenientes de Estados Unidos, Cuba, Francia, Canadá, España y Puerto Rico.
La tarea de evaluar las propuestas le fue asignada a la Comisión del Capitolio compuesta por el presidente del Consejo Ejecutivo, W.F. Willoughby; el presidente de la Cámara, José de Diego, representado por Luis Muñoz Rivera; el presidente del Tribunal Supremo, José S. Quiñones, y el comisionado de lo Interior, Laurence Grahame. Debido a la cantidad de proyectos sometidos, la Comisión del Capitolio designó una comisión técnica compuesta por tres arquitectos estadounidenses: E.B. Homerde, John E. Howe y Bowen Bancroft Smith. El hecho de que no hubiese representación puertorriqueña en esta comisión creó malestar en la Comisión del Capitolio, lo que motivó a Willoughby a contactar a ingenieros puertorriqueños para que participaran en la misma en calidad de voluntarios. Todos declinaron la invitación, alegando que responsabilidades ya contraídas no les permitían trabajar gratuitamente.
La Comisión Técnica seleccionó tres proyectos. Sin embargo, la Comisión del Capitolio rechazó estas recomendaciones. Luego de tres días de debate, finalmente se seleccionaron tres diseños pertenecientes a los arquitectos: Frank E. Perkins de Nueva York; a James H. Ritchie y Lewis B. Abbot de Boston y Henry L. Beadle, también de Nueva York.
El proyecto ganador, el de Perkins, a diferencia de muchos de los proyectos sometidos, presentaba un edificio austero, de estilo neoclásico, que, con excepción del uso del orden dórico en los pórticos y el domo sencillo, no contaba con ornamentación complicada. Los espacios principales estaban organizados alrededor de un patio central. La fachada sur era la principal y por ésta se llegaba al vestíbulo, el cual estaba coronado por la cúpula. La misma imitaba a la del panteón romano, con todo y óculo abierto central, el cual permitiría la circulación del aire y la entrada de luz solar. A la derecha del vestíbulo, habría un salón de sesiones del Consejo Ejecutivo y, a la izquierda, el de la Cámara de Delegados. La Corte Suprema miraría hacia el mar, separado del resto del edificio por el patio central.
Su estilo neoclásico sobrio y el uso del patio interior eran elementos arquitectónicos afines con la arquitectura española. Por otro lado, el uso de una amplia cúpula, apoyada sobre un tambor, claramente, definido y prominente, las grandes escalinatas en la fachada principal y la articulación clara de los dos cuerpos legislativos en la volumetría del edificio reflejaba la preferencia estadounidense por este estilo. El proyecto de Perkins sintetizaba la condición puertorriqueña de principios de siglo XX.
Sin embargo, Luis Muñoz Rivera y la prensa del País preferían otro proyecto. El arquitecto concursante había sido descalificado por el Comité Técnico porque había incluido un lema en las hojas de presentación, lo cual estaba prohibido según las reglas del concurso. El proyecto fue diseñado por el ingeniero puertorriqueño Carlos del Valle Zeno.
A diferencia del proyecto ganador, que presentaba un estilo neoclásico, el proyecto de Valle Zeno estaba diseñado al estilo renacentista, con órdenes neoclásicos. Esta interpretación del estilo pone de manifiesto la mentalidad de la época: la búsqueda de una sociedad fundamentada en valores tradicionales, con unas libertades que fomentasen el desarrollo libre del pueblo. El estilo utilizado por Del Valle, también conocido como del segundo imperio, desasocia las tradiciones españolas y las estadounidenses del diseño del Capitolio. Sus techos mansardos, la ausencia de una cúpula, símbolo del poder político norteamericano. La utilización de arcos de triunfo en sustitución de los pórticos neoclásicos hacían de ese diseño uno completamente innovador en la arquitectura puertorriqueña de principios de siglo XX.
Es interesante notar que el acceso a las dependencias del Capitolio de Del Valle se efectuaba por tres entradas diferentes, en vez de una sola entrada central, con la intención de desvincular cada ámbito gubernamental. Durante este periodo, la Cámara de Delegados era el único cuerpo representativo del pueblo puertorriqueño, ya que los miembros del Consejo Ejecutivo y los jueces de la Corte Suprema eran nombrados, directa o indirectamente, por el presidente de Estados Unidos.
A pesar de la opinión pública y de la prensa, Perkins fue contratado para que confeccionara los planos de construcción del nuevo Capitolio y los mismos se sometieron a subasta. Sin embargo, no fue hasta 1920, que se retomó el proyecto. Guillermo Esteves, comisionado de lo Interior, publicó el dibujo de la elevación del Capitolio. Este diseño era completamente diferente al que ganó el concurso de 1908. El cambio respondía a que el Departamento de lo Interior revisó los planos de Perkins y encontró que no eran apropiados. Bajo la supervisión del arquitecto del Estado, Adrián C. Finlayson, los arquitectos Francisco Roldán y Pedro A. de Castro, se produjeron los planos del nuevo Capitolio de Puerto Rico, cuyo diseño sería al estilo del renacimiento español, con modificaciones que tomaban en consideración las circunstancias particulares de Puerto Rico.
La construcción de este segundo diseño del Capitolio comenzó en agosto de 1921. Después de completarse la construcción del primer nivel de la estructura, el Departamento de lo Interior detuvo el trabajo para terminar los planos, tarea que se dificultó por la falta de arquitectos y delineantes.
En el transcurso de estos meses, Finlayson enfermó y fue sustituido por Rafael Carmoega, quien, en 1923, dirigió al grupo de arquitectos que preparó el tercer diseño del Capitolio: Joseph O’Kelly, William Schimmelpfennig, Harry Pembleton, Albert Nichols, Luis F. Pina y Gonzalo Fernós Maldonado. Los planos del Capitolio se terminaron en diciembre de 1924.
Aunque limitados por la estructura ya construida, este equipo de arquitectos y delineantes produjo un diseño radicalmente diferente al propuesto por Finlayson y más similar al diseño original del Capitolio de Perkins, ya que reincorporó, nuevamente, el modelo de los capitolios estadounidenses, con pórticos neoclásicos y una gran cúpula. El modelo utilizado para el diseño de la parte central y la cúpula del Capitolio fue el de la Biblioteca Low de la Universidad de Columbia. Las proporciones eran diferentes para darle más altura a la rotonda. La cúpula, reminiscente del panteón romano, se modificó al cerrar el óculo e incorporar la linterna.
El Capitolio fue inaugurado el 11 de febrero de 1929.
Adaptado por Grupo Editorial EPR
Fuente original: Vivone Farage, Enrique, El Capitolio y Puerto Rico: la arquitectura como registro de las transformaciones causadas por la influencia norteamericana en Puerto Rico, 1992. Premios concurso de artículos V Centenario.
Publicado: 13 de septiembre de 2010.