Representación de rebelión taína. Fragmento de portada de Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra-firme (1601) de Antonio de Herrera.
Los españoles emplearon tres métodos de conquista en América. A saber: (1) el contacto pasivo y con fachada amistosa atrayendo a los indios con regalos y artículos de intercambio; (2) la antigua y tradicional táctica del imperialismo de divide-y-vencerás aprovechando las contradicciones o conflictos políticos preexistentes en las sociedades o países invadidos; y (3) la conquista armada, desatando todo tipo de acciones violentas, terroristas y sangrientas contra los pueblos a quienes se procuraba someter. Los tres métodos se pusieron en práctica en las Antillas Mayores habitadas por los taínos mucho antes del descubrimiento de América para los europeos, en octubre de 1492.
A los procesos de conquista imperialista también ayudaron las creencias y rituales culturales de las sociedades indígenas. Esto se vio en escenarios de contactos iniciales pacíficos. Por ejemplo, luego del envío de obsequios por parte de Cristóbal Colón, y de un acto recíproco del cacique Guacanagarí, en el cacicazgo de Marién al norte de Haití, en la isla que Colón llamó La Española, en diciembre de 1492, el jefe taíno se hizo guatiao o hermano de sangre del almirante extranjero. Ese ritual, inadvertido para los nativos, facilitó la entrada de la bota conquistadora en sus tierras. Exactamente lo mismo sucedió con el encuentro inaugural entre el cacique Agüeybaná el Viejo, del cacicazgo de Guainía (o Guánica), al suroeste de Boriquén; el nombre indígena de Puerto Rico. El ritual de extensión de las relaciones de parentesco incluía el ofrecimiento de una hija del cacique al jefe del grupo extranjero.
En ese complejo encuentro de países en distintos y desiguales contextos de experiencia y desarrollo histórico igualmente hay que considerar las visiones de mundo de unos y otros. Esas visiones incluyen nociones sobre la vida y preceptos religiosos o ideológicos que pudieran poner a unos, usualmente los conquistados en desventaja frente a los otros, generalmente los conquistadores. Los taínos compartían una concepción politeísta y fantasmagórica de la existencia, en un mundo regido por diversos cemíes (dioses), muy compenetrada con lo poco o superficialmente conocido de la naturaleza, y expresado con ceremonias combinando cultos a los dioses o diosas y actos totémicos, de cultos a elementos particulares con sus respectivos amuletos. Los conquistadores españoles tenían una concepción monoteísta (creencia en un solo dios), codificada en el cristianismo y catolicismo en particular, e igualmente acompañada de devociones y expresada con símbolos de sus creencias. La gran diferencia es que la España de los siglos XV y XVI formaba parte de un contexto histórico de grandes adelantos tecnológicos y de unos conocimientos acumulados de carácter científico. Real e imaginariamente, para los indígenas taínos los españoles podían figurárseles como seres superiores; esto es hasta que también los vieran sangrando y muriendo.
Conquista y oro
Puerto Rico fue el segundo país objeto de la conquista europea en América tras 15 años de conquista de la vecina isla La Española. Con una larga experiencia de contactos marítimos entre los aborígenes de las islas antillanas, indudablemente, algunos taínos de Boriquén se enteraron de las guerras y atrocidades sucedidas antes. Sin embargo, los españoles entraron en la que renombraron Isla de San Juan (más tarde Puerto Rico) de la misma manera que en La Española. Luego de un viaje exploratorio en 1506, la conquista española de Puerto Rico comenzó formalmente en agosto de 1508, según relatado en una Relación (informe) por el capitán al mando Juan Ponce de León del 1ro de mayo de 1509.
Según la documentación conocida, durante el primer año y medio, la ocupación española de territorios y el establecimiento de la primera capital colonial en la Villa de Caparra, desde comienzos de 1509 hasta noviembre de 1510 se dio en términos pacíficos y con la asistencia del jefe supremo Agüeybaná el Viejo y sus caciques subalternos. En ese período, simultáneamente, el capitán Ponce de León y los oficiales del gobierno colonial, con el apoyo de la clase mercantil, organizaron la economía minera para la extracción del oro que le dio nombre al país: Puerto Rico.
Para llevar la minería a un máximo de aprovechamiento, los españoles no solo expropiaron tierras y conucos agrícolas de los cacicazgos, sino que trastocaron las relaciones laborales tradicionales. Pronto los taínos supieron lo que esto significaba con el establecimiento del régimen de la Encomienda, en que utilizando la intercesión de los caciques contingentes de naborías o indios comunes trabajadores (hombres, mujeres y niños) eran repartidos a oficiales y colonizadores particulares. Veinticinco o treinta para unos, sesenta y hasta doscientos para otros, según dispusiera el Rey mediante cédulas o concesiones desde la lejana España.
Después de seis y hasta ocho meses de labores ininterrumpidas en la minería, en octubre de 1510 se llevó a cabo la primera fundición de oro en la Villa de Caparra. La Relación del oro correspondiente a ese momento documenta que los conquistadores inauguraron su propósito colonizador inicial amasando sobre 14,000 pesos de oro. Para los taínos ese plazo fue más que suficiente para darse cuenta de que estaban siendo sojuzgados y que era momento de dar el grito de rebelión.
El viejo jefe guatiao había muerto y, siguiendo las reglas de sucesión cacical, su lugar fue ocupado por su sobrino también llamado Agüeybana. Para diferenciarlo en la historia se le conoce como Agüeybaná II o El Bravo.
Primeros indicios de resistencia
Hacia finales de 1510, efectivamente se dieron algunas señales del descontento y primeros chispazos de resistencia armada de los taínos. Un joven español, hijo de Pedro Suárez de la Cámara, fue atrapado en el cacicazgo del cacique del Aymanío, en el noroeste de la Isla. Su cacique ordenó que se jugara un batey, o juego de pelota, concediendo al equipo ganador el premio de darle muerte. Parte de la información disponible, proveniente de cronistas, especialmente Gonzalo Fernández de Oviedo, describieron los eventos de la rebelión con una óptica evidentemente parcializada, glorificando a los españoles y exagerando las hazañas de guerra de algunos. Así figura un capitán Diego de Salazar rescatando al joven apavorado, dando espadazos a diestra y siniestra y matando a un montón de indios a su paso.
Fernández de Oviedo, contradictoriamente, es también el que creó el mito de que los indios de Boriquén creían que los españoles eran inmortales porque provenían del este, donde sale el Sol, uno de los cemíes poderosos. Quizás, por sus creencias animistas – en que en pueblos tribales primitivos le atribuían a personas y elementos de la naturaleza espíritus y fuerzas incontrolables – algunos indios tenían estos temores. No obstante, Urayoán, jefe del cacicazgo de Yagüeza al oeste de la Isla, se encargó de desmitificarlo. Unos indios bajo sus órdenes ahogaron al español Diego Salcedo en el río Guaroabo (hoy río Grande de Añasco) probando a los ojos de todos la realidad material mortal.
Diego de Cuellar, conquistador en el área de Guánica relató otros hechos en una Probanza (o información de méritos y servicios) del año 1528. Este sobreviviente español que vivió muchos años en Puerto Rico, indicó que Cristóbal de Sotomayor, jefe conquistador en Guánica, lo envió a pedirle al cacique Hucuyoa de aquel territorio que se pusiera al servicio de los españoles. Este cacique “se puso en defensa y me quebró el ojo izquierdo”. Los taínos comenzaron a repartir macanazos de liberación.
Rebelión taína
De acuerdo con la secuencia de eventos que es posible reconstruir, con toda probabilidad en algún día de diciembre de 1510 Agüeybana el Bravo convocó a un consejo cacical donde se planeó e instruyó un levantamiento general contra los españoles. En Historia general y natural de las Indias (1535), Fernández de Oviedo señala que el primer viernes de enero de 1511 se inició la rebelión general taína. Es una fecha que aún aguarda por ser incorporada a las efemérides nacionales oficiales de Puerto Rico.
La gran rebelión taína comenzó con la emboscada que el jefe El Bravo le tendió a Sotomayor y a otros intrusos españoles en área del río Coayuco de su cacicazgo dando muerte a casi todos. De ahí que denominamos este episodio como el Grito de Coayuco, o clamor de los indios por reconquistar su libertad. Cuellar apuntó que “la primera población que el dicho don Cristóbal [de Sotomayor] hizo fue el puerto de Guánica y estando allí vinieron los dichos indios y quemaron el pueblo de donde perdimos yo y los pobladores las haciendas y todo cuanto tenían”.
En su biografía Juan Ponce de León…(1959), el historiador y monseñor Vicente Murga Sanz resalta al capitán conquistador como valeroso héroe, vencedor de los indios “asesinos”, y “fundador del pueblo puertorriqueño”. No fue nada de lo anterior. Lo que fundó fue la Villa de Caparra y encaminó la colonización española. Fue él quien le dio nombre a la bahía como “puerto Rico” por lo prometedor de la minería del oro. La nacionalidad puertorriqueña se formó en el proceso histórico siguiente de tres largos siglos. En ese proceso se diferenciaron como criollos (o nuevos nativos de la tierra) los descendientes de españoles, taínos y otros indios, y esclavos negros de varios países del oeste de África, en una mezcla de componentes étnicos y raciales, que culminó en el siglo XVIII. Algo semejante sucedió en toda la Hispanoamérica colonial.
Contrario a la noción tradicional de que Ponce de León venció a los taínos, que dieron muerte a Agüeybana temprano en la rebelión y que Ponce de León consiguió la “pacificación” de la Isla a finales de 1511, el testigo combatiente español Cuellar afirmó que: “fue necesario de los guerrear y hacer guerra para pacificarlos…la cual guerra duró muchos años”.
Realmente, no existe documentación detallada de la guerra. Lo que hay son ojeadas a diversos combates sin una cronología específica. Parece que en el mismo 1511, según Cuellar, guerreros taínos bajo la dirección del cacique Guarionex atacaron en masa a la aldea de Aguada, situada en el noroeste, quemándola y dando muerte “a 200 cristianos e hiriendo a muchos”. En la probanza (información) de Juan González, español intérprete y primo de Ponce de León, se señaló que más tarde el capitán Miguel de Toro hizo un reconocimiento del área entre Aguada y las aldeas de indios cercanas y las bajas españolas ascendían a 400. Mientras se daban los combates del oeste, otros contingentes de guerreros asaltaron y quemaron algunas casas de Caparra, también matando a algunos españoles.
Según Fernández de Oviedo, en algún momento no precisado de 1511 sucedió la batalla de Yagüeza, con una desproporción de miles de indios contra solo 80 españoles. En Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra-firme (1601) fue el cronista Antonio de Herrera quien tergiversó hechos, cambió nombres a su antojo e inventó el mito de la muerte de Agüeybana El Bravo en aquella batalla. Unos indios apresados dijeron en ese año que andaban peleando en Humacao, al este de la Isla, a nombre de Agüeybana, En realidad no se sabe qué sucedió con él, no se menciona en los documentos de los años siguientes.
Los españoles no conquistaron Boriquén completamente ni en 1508 ni en 1511. Hay documentación fragmentada de luchas y batallas regionales en Aymaco y el valle del Otoao al oeste de la Isla, por un lado. Se sabe, por otro lado, de alzamientos de indios de los caciques Humacao, Daguao y Guayama, en el este y sur del País entre 1513 y 1515.
Para doblegar a los taínos en zonas del interior montañoso, como los cacicazgos de Orocobix y Hayuya y otras alturas, los conquistadores emplearon las cabalgadas. Están documentadas en informes de oficiales de Contaduría, especialmente en 1512 y 1513. Esta táctica militar con antecedentes en España consistía en ataques relámpago de carácter terrorista, que destruían campos agrícolas, incendiaban aldeas e incluían la captura de indígenas, muchas veces mujeres y niños. El objetivo era castigarlos como esclavos para infundir el miedo y obligar la rendición.
Por otro lado, hay evidencia de episodios de guerra en Bieque (Vieques) y enfrentamientos con los guerreros de Cacimar y Yahureibo. También hubo asaltos de indios caribes, puede que en alianza con taínos, a veces confundiendo unos y otros, a Caparra y haciendas de españoles en Luquillo, Humacao y Guayama.
Todavía en 1517 hay documentos donde se hacen anotaciones de rebeldía, y se dice que había “una tercera parte de indios alzados”, sin especificar cifras. Para la década de 1520, los indios disminuyeron en gran cantidad, los cacicazgos cayeron bajo control de los conquistadores y fueron arrasados. Además de las confrontaciones bélicas, muchos indígenas murieron por la explotación económica implacable, por enfermedades diversas y por epidemias como la de viruela que afectó en 1519. Lo taíno quedó y forma parte de la nacionalidad puertorriqueña en vocabulario, nombres de muchos lugares y gastronomía. El mestizaje y la memoria de su pueblo y su lucha heroica forma parte de la historia antigua de Puerto Rico.
Referencias:
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Moscoso, Francisco. “La conquista española y la gran rebelión de los taínos”, (ensayo), Pensamiento Crítico, Documentos, XII, 62, febrero-abril 1989; 16 pp.
________________. “El mito de la muerte de Agüeybaná y de los caciques colaboradores Caguax y Don Alonso”. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Año 10, Núm. 20, (enero-junio), 2011. https://issuu.com/coleccionpuertorriquena/docs/segunda_serie_n__mero_20. Consultado 29 de diciembre de 2021.
Murga Sanz, Vicente. Juan Ponce de León, fundador y primer gobernador del pueblo puertorriqueño, descubridor de la Florida y del estrecho de las Bahamas. San Juan:Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1959.
Robiou, Sebastián, editor. 5to centenario de la rebelión taína (1511-2011). San Juan: Fundación Cultural Educativa / Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2011.
Rodríguez López, Miguel. Crónicas taínas. (Cuatro ensayos de lucha e identidad). San Juan: Editorial Nuevo Mundo, 2010.
Sued Badillo, Jalil. Agüeybana el Bravo: la recuperación de un símbolo. San Juan: Ediciones Puerto, 2007.
Autor: Dr. Francisco Moscoso, 28 de diciembre de 2021
Edición: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 29 de diciembre de 2021
Publicado: 4 de enero de 2022