La escuela del maestro Rafael Cordero, obra de Francisco Oller. Colección del Ateneo Puertorriqueño.
Maestro y artesano de cigarros
La enseñanza básica se convirtió en la vocación esencial de Rafael Cordero y Molina. Fundó una escuela modesta en la calle de la Luna, cuya parte trasera colindaba con la calle San Francisco, en el viejo San Juan. Por más de cincuenta años se dedicó a darle clases a los niños pobres, negros –en época de plena esclavitud ̶ , así como a los blancos y también a los pequeños de la clase media profesional. Algunos de sus estudiantes fueron: Román Baldorioty de Castro y Alejandro Tapia, quienes de mayores se convirtieron en intelectuales sobresalientes que denunciaron los males del racismo y el discrimen. En el caso de Baldorioty defendió sus ideas desde su espacio como maestro y líder político; mientras que Tapia utilizaría las tablas del teatro, y la literatura para perpetuar las buenas enseñanzas de Cordero. Este autor en sus Memorias recuerda sus tiempos de discípulo del Maestro.
Rafael Cordero nació el 24 de octubre de 1790, en San Juan. Sus padres fueron Lucas Cordero y Rita Molina, mulatos libres. La pasión de compartir las primeras letras con niños y niñas iniciada por sus progenitores, le sirvió de estímulo a los hermanos Celestina y Rafael para crear sus propias escuelas. Mientras Celestina le daba clases a las niñas, Rafael se concentraba en los varones. Estos hermanos ampliaron el horizonte de la niñez en una época en que la pobreza y el color de la piel prohibía las posibilidades de progreso de esta población.
Cordero también ejerció el oficio de tabaquero, el pago que recibía por esta tarea lo compensaba, porque nunca cobró por sus clases. Su escuela se convirtió en un espacio de experimentación sobre las prácticas de aprendizaje e integración social, como han afirmado educadores de distintos niveles.
Aunque el Maestro nació fuera del régimen de la esclavitud que estuvo vigente hasta 1873, sus padres ya eran libertos en 1690, toda la familia padeció el racismo. Sin embargo, el ofrecimiento de sus clases gratis, su dedicación y habilidad, contribuyeron a que se ganara el aprecio y elogio de todos los sectores sociales.
Era un hombre sencillo y devoto que mantenía entre sus pocas pertenencias terrenales un retrato de San Antonio de Padua de José Campeche, el destacado pintor puertorriqueño de finales del siglo XVIII. Además, de enseñar a leer y escribir, Cordero enseñaba la fe cristiana, caligrafía, historia, geografía y aritmética. Con su ejemplo, sirvió de modelo para muchos. Demostró que la verdadera educación y aprendizaje era posible independientemente del color de piel y la posición social de las personas.
Hasta ocho días antes de morir estuvo dando clases. Murió el 5 de julio de 1868. Luego de los esfuerzos de varios estudiosos de su obra para que se distinguiera su vida ejemplar y su devoción por la fe cristiana, el 9 de diciembre de 2013 el papa Francisco lo declaró venerable. Este reconocimiento es el primer paso para que sea canonizado eventualmente.
Explicación de La escuela de Rafael Cordero
Hacia 1891, Francisco Oller -nuestro gran pintor del siglo XIX-, terminó “La escuela del maestro Rafael Cordero”. En la pintura se muestra el interior de la estructura ubicada en la calle de la Luna, cuya parte trasera colindaba con la calle San Francisco.
La pintura fue producto de una suscripción hecha por el periódico “El Agente” en 1886. En aquel momento el Ateneo aportó 10 pesos, con la posibilidad de aumentar su cuota según lo que se necesitara al final. Todo parece indicar que el Ateneo terminó aportando más dinero para pagarle a Francisco Oller. Eso explica que sea parte de su colección desde fines del siglo XIX.
Referencias:
Alvarado Morales, Manuel. “El magisterio de Rafael Cordero Molina”. San Juan/Ponce: Círculo Maestro Rafael Cordero, Colegio de Educación, Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, 2012.
Ribes Tovar, Federico. “100 biografías de puertorriqueños ilustres”. Nueva York: Plus Ultra Educational Publishers, 1973.
Rosa-Nieves, Cesáreo y Esther Melón. “Rafael Cordero”, en Biografías, Colecciones Puertorriqueñas. Connecticut/México: Troutman Press y Editorial Cumbre, 1970.
Tapia y Rivera, Alejandro. “Mis memorias, o, Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo”. El autor empezó a escribirlas en 1881, y solo llegó hasta 1854. La primera edición fue en 1928. San Juan: Publicaciones Gaviota, 2020.

24 de octubre de 1790
San Juan
5 de julio de 1868
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 15 de noviembre de 2021
Publicado: 6 de febrero de 2022