Dentro de la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos no habido hasta ahora, ningún otro grupo artístico que haya atraído la atención del público y captado la vida de los puertorriqueños en la ciudad de Nueva York como los poetas asociados con la fundación del Nuyorican Poets Café. Este centro de actividad artística y cultural se fundó en 1975, concebido por el escritor Miguel Algarín y enraizado en las tertulias que a menudo celebraba en su hogar con otros poetas dos años antes de fundar en Café.
El Nuyorican Poets Café está localizado en la parte oriental del Bajo Manhattan (Lower East Side), lugar bautizado por los poetas como Loisaida, una adaptación al español de su nombre en inglés. Desde sus comienzos, el Café fue definido como un nuevo escenario y espacio formativo para que poetas jóvenes o desconocidos introdujeran sus composiciones a través de recitales públicos. El Café también ha servido de escenario para la representación de obras dramáticas y comedias. Varios de los poetas nuyorriqueños del grupo inicial también se han destacado como intérpretes y dramaturgos, y sus escritos han cumplido una función de concienciación comunitaria de gran importancia.
Anterior a la fundación del Nuyorican Poets Café, la actividad literaria de los puertorriqueños nacidos o criados en Estados Unidos era bastante limitada y desconocida fuera de la ciudad de Nueva York. Solamente un puñado de escritores había publicado sus obras sobre la experiencia migratoria de los puertorriqueños (véase a Jesús Colón, Piri Thomas y Víctor Hernández Cruz). La mayoría de las editoriales estadounidenses trataban con indiferencia la literatura étnica, incluyendo a los escritores latinos, porque supuestamente no existía un público lector entre las comunidades pobres. Se argumentaba, además, que esta literatura no despertaba ningún interés en un público lector más amplio. Mientras tanto, los poetas nuyorriqueños divulgaban sus composiciones a través de recitales y presentaciones en una variedad de lugares públicos-manifestaciones políticas, cafés, escuelas y universidades, centros comunitarios, las calles-inyectándole una gran energía cultural a las luchas por los derechos civiles y al movimiento de revitalización étnica que surgieron durante esos años entre los puertorriqueños y otras minorías etnorraciales en la sociedad estadounidense.
En sus orígenes, y antes de ser adoptado por los poetas puertorriqueños de Nueva York, los términos “Nuyorican” o “Neorican” tuvieron connotaciones peyorativas, ya que eran usados por los puertorriqueños de la Isla para distanciarse de las vidas marginadas y estereotipadas de sus compatriotas que habían emigrado a Estados Unidos. El vocablo “Nuyorican” también implicaba que la gran mayoría de los puertorriqueños en Estados Unidos eran nuyorquinos (neoyorquinos), una situación que ha cambiado de manera notable en décadas recientes debido a la dispersión paulatina de migrantes puertorriqueños a otras comunidades urbanas y semi-urbanas de la nación estadounidense. Aunque el término no ha sido adoptado por todos los escritores de ascendencia puertorriqueña, esto no ha impedido que a veces los críticos o el público en general incorrectamente se refieran a todos los puertorriqueños en Estados Unidos, especialmente a los escritores y artistas, como “Nuyoricans”. Estuvo en manos de los poetas nuyorriqueños Miguel Algarín y Miguel Piñero, el adoptar y popularizar con orgullo el vocablo “Nuyorican” y así brindar legitimidad y atención a una nueva manera de ser puertorriqueño. Este sentido de puertorriqueñidad nació y afincó sus raíces en la experiencia migratoria del puertorriqueño y las luchas por la supervivencia en una sociedad anglosajona plagada por la desigualdad social, el racismo, y el etnocentrismo.
Sin embargo, ser puertorriqueño de la diáspora implica similitudes, pero también grandes diferencias con lo que significa ser puertorriqueño en la Isla. A menudo los escritores nuyorriqueños mitifican la cultura y tradiciones isleñas; otras veces las critican o rechazan, según ha señalado el crítico Efraín Barradas (1980). La mayoría de estos autores escribe en inglés, aunque a veces en español o en una mezcla de ambos idiomas. Su alegado “Spanglish” supone un intercambio de los códigos lingüísticos del inglés y del español, o la adaptación de palabras inglesas a la morfología española. Esto se debe a que muchos de los escritores nuyorriqueños aprendieron a hablar español en sus hogares, pero no necesariamente recibieron instrucción formal en este idioma, además de haber crecido expuestos al inglés en las escuelas o en las calles de los barrios neoyorquinos.
Una gran mayoría de los poetas nuyorriqueños nacieron o se criaron en el Spanish Harlem (comunidad conocida como El Barrio), en la parte oriental del Bajo Manhattan, en Los sures (nombre que se le ha dado al área de Williamsburg en Brooklyn), y en la parte sur del condado del Bronx. A través de sus recitales y actuaciones en el Nuyorican Poets Café, escritores como Miguel Algarín, Pedro Pietri, Miguel Piñero, Sandra María Esteves, José ángel Figueroa, y Tato Laviera, entre otros, estrenaron sus obras primerizas y luego se convirtieron entre los autores más destacados de este movimiento poético. La publicación del libro Nuyorican Poetry: An Anthology of Words and Feelings (Poesía nuyorriqueña: Una antología de palabras y sentimientos, 1975), editada por Algarín y Piñero, marca un momento muy importante ya que introdujo al público lector diversos aspectos de la experiencia nuyorriqueña.
En la introducción a la antología, Algarín define los rasgos culturales y lingüísticos que caracterizan este nuevo movimiento literario:
El poeta es responsable por inventar cosas nuevas. Lo nuevo necesita palabras, palabras que nunca se han usado o escuchado anteriormente. El poeta tiene que inventar un nuevo lenguaje, una nueva tradición para comunicarse… (p. 9).
La experiencia de los puertorriqueños en las calles de Nueva York ha dado lugar a un nuevo lenguaje: el nuyorriqueño. Los nuyorriqueños representan una experiencia muy particular en la historia de la inmigración a la ciudad de Nueva York. Llegamos a esta ciudad como ciudadanos y podemos retener el uso del español, además de adoptar el inglés….La confluencia entre ambos idiomas crea nuevas posibilidades verbales, nuevas imágenes para enfrentarse a las tensiones de una vida rodeada de brea y cemento… (p. 15). El poder del habla nuyorriqueña proviene del estar enraizada en las calles (p. 16).
Los poetas nuyorriqueños se percibieron como las voces del pueblo y como representantes de aquellas generaciones de puertorriqueños que crecieron entre dos mundos culturales y lingüísticos, con una pierna en cada lado, y agobiados por el racismo y la pobreza. Los conceptos de “poesía de la calle” o “poesía proscrita” han sido usados con frecuencia para describir este movimiento artístico que surge de la marginalidad social y desafía los convencionalismos, mitos, y el rechazo de la tradición blanca anglosajona hacia las culturas de las minorías etnorraciales. La obra poética de estos escritores ha sido concebida para ser transmitida oralmente y en voz alta. Son voces de protesta y reivindicación social y, a su vez, de afirmación de la identidad puertorriqueña de la diáspora.
El Nuyorican Poets Café se ha convertido en una institución artística de envergadura en la urbe neoyorquina; un espacio de encuentros para que artistas aficionados reciban la aprobación del público, o sean abucheados por éste en las famosas o infames descargas poéticas (“poetry slams”) que se llevan a cabo en este establecimiento.
Autor: Dra. Edna Acosta Bel
Publicado: 11 de septiembre de 2014.