Palo de achiote / Wikimedia Commons
A través de la historia, el ser humano ha utilizado las plantas no solo como un elemento alimenticio, sino también como agente curativo. Esta tradición que se remonta a los antiguos habitantes de la Isla, a pesar de que cayó en desuso por los avances de la farmacología y la medicina, ha crecido en popularidad en épocas recientes gracias al resurgimiento de la medicina natural.
Existe evidencia arqueobotánica que parece indicar que los arcaicos, que arribaron a las Antillas en el tercer o cuarto milenio antes de Cristo, utilizaban ciertas plantas con fines alimenticios y medicinales. Este también es el caso de los saladoides y huecoides (entre el 430 y 250 antes de Cristo), los ostionoides vinculados al periodo entre el 460 y 1100 después de Cristo, y los taínos dirigidos por caciques que vivieron cercano al año 1100 hasta los inicios de la conquista y colonización de los españoles. En la sociedad taína el behique o médico brujo era una persona de muy alta estima en el yucayeque por su conocimiento de las propiedades de las plantas y sus usos para la cura de enfermedades.
Desde 1508, los conquistadores españoles adoptaron una serie de conocimientos, hábitos y técnicas, propios del indígena antillano, incluido el uso de plantas medicinales. Igualmente los europeos también fueron incorporando a la flora isleña un sinnúmero de plantas oriundas de la Península Ibérica y de otras partes del mundo.
La influencia indígena en la medicina popular se complementó con la africana. Los negros provenían de diversos grupos poblacionales de África y trajeron consigo su cultura y religión. Las plantas eran un factor importante en los rituales religiosos. También, en muchas ocasiones, eran su única fuente de medicina, ya que los conquistadores solo proveían el cuidado médico mínimo.
Durante los primeros siglos de conquista, la medicina estaba reglamentada tanto por la Corona española como por la Iglesia Católica. Los pobres dependían mayormente de la beneficencia pública y de hospitales municipales para atender sus problemas de salud. Sin embargo, ante la escasez de médicos y la pobreza en el País, las prácticas medicinales -empleadas por los curanderos y por la población en general- eran las más difundidas y utilizadas.
Se curaban las bubas o pian de los esclavos africanos con un cocimiento de sasarán o sasafrás (Sassafras albidum), con guayacán o palo santo (Guaiacum officinale). Para tratar el pasmo o tétano se utilizaba fuego y zumo de tabaco (Nicotiana tabacum). El fruto del pajuil (Anacardium occidentale) tiene depósitos de un líquido aceitoso que se empleaba en el tratamiento de la lepra, las verrugas y los callos. Las infusiones de yerba mora o mata de gallina (Solanum americanum) se utilizaban para tratar la acidez gástrica, así como para calmar los síntomas del asma y como sedante.
Las hojas de achiote (Bixa orellana) se amortiguaban con aceite o grasa para aliviar el dolor de cabeza y las hemorroides. Así también, las infusiones de estas hojas se empleaban para aliviar irritaciones e inflamaciones de la garganta. El zumo de yerba bruja (Kalanchoe pinnatum) se usaba para aliviar el dolor de oído y cicatrizar heridas, y las hojas de café (Coffea arabica), hervidas en agua, se aplicaba contra el dolor y la inflamación, ya que es un analgésico natural.
Estas y muchas otras prácticas medicinales eran de conocimiento popular. En muchas ocasiones, el uso de las plantas medicinales complementaba aspectos de la religiosidad popular, como la santiguación (masajes o sobos con yerbas medicinales acompañados de rezos) o los despojos (purificaciones espirituales). Era muy común que las personas de escasos recursos recurrieran a santiguadoras para resolver sus males físicos.
No fue hasta mediados del siglo XVIII que la Corona llevó a cabo los primeros esfuerzos por reglamentar la práctica de la medicina en el País. Sin embargo, las medidas que se tomaron permanecieron prácticamente en papel, ya que resultaba casi imposible erradicar las prácticas medicinales a las que recurría la mayor parte de la población. Más adelante, en 1839, el gobernador Miguel López de Baños emprendió una campaña contra los curanderos y exigió a los médicos, cirujanos y farmacéuticos, que se registraran en la Secretaría del Gobierno. Luego, también se prohibió el empleo de medicamentos ajenos a la farmacopea española sin la debida notificación a un farmacéutico.
Las prácticas médicas fueron profesionalizándose mediante la creación de gremios y la divulgación de reglas y libros especializados. Además, las farmacias o boticas fueron proliferando por toda la Isla. Sin embargo, estos servicios no eran accesibles económicamente para gran parte de la población puertorriqueña.
Tras la Guerra Hispanoamericana se establecieron clínicas alrededor del País, y se iniciaron proyectos para controlar la tuberculosis, la malaria y la uncinariasis. Además, se llevaron a cabo campañas de vacunación y de prevención de enfermedades. Poco a poco, el pueblo fue dejando a un lado los tratamientos caseros, basados mayormente en plantas medicinales.
No obstante, estos métodos naturales no quedaron del todo en el olvido. La ciencia moderna debe mucho al uso popular de las plantas medicinales. El conocimiento empírico de estas plantas picó la curiosidad de muchos botánicos y otros investigadores alrededor del mundo, lo que llevó a descubrir las sustancias químicas que se encontraban en las plantas responsables del alivio o curación. Este conocimiento ha permitido que muchas farmacéuticas utilicen sustancias químicas extraídas de plantas (o recreadas artificialmente) para generar una gran variedad de medicamentos.
En la actualidad se ha popularizado la medicina integral, donde se complementa la medicina convencional con la alternativa, que ha rescatado parte del conocimiento tradicional de la medicina natural. Mientras en el pasado las personas obtenían estas yerbas directamente de la tierra, en el mundo contemporáneo visitan farmacias o centros de salud naturista, donde tienen acceso a suplementos nutricionales que contienen sustancias naturales.
Para más información:
Sague Jr, Miguel,12/11/2017. “La tradición yerbera del taíno”, http://indigenouscaribbean.ning.com/profiles/blogs/la-tradicion-yerbera-del-taino-taino-herbal-tradition, consultado 20/10/2020.
“Plantas de los taínos”, 26/12/2017, https://elnacional.com.do/plantas-de-los-tainos/, consultado 20/10/2020.
“Medicina taína”, https://medicinataina.wordpress.com/metodos-de-curacion/, consultado 20/10/2020.
Publicado: 12 de septiembre de 2014.
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 20 de octubre de 2020