El ámbito jurisdiccional geográfico de la zona costanera según el Plan de Manejo de la Zona Costanera es… “un kilómetro tierra adentro o distancias adicionales, según sea necesario, para proteger sistemas naturales claves de la costa, así como las aguas territoriales y el suelo oceánico o marino bajo éstas que se extienden nueve millas náuticas mar afuera”.
Esta definición sirve para establecer la diferencia entre el concepto técnico-científico de lo que constituye la costa y la definición oficial de lo que conocemos como la zona costanera y su ámbito de aplicación. En ambos se reconoce la importancia de la interacción que se produce en esta franja de ancho variable entre elementos marinos y terrestres. Además, en la costa se encuentra una alta diversidad de sistemas naturales y de oportunidades para el desarrollo social y económico.
El análisis de la vulnerabilidad de las áreas costeras ante los peligros naturales debe integrarse efectivamente a los procesos de planificación, ordenación territorial y de zonificación en Puerto Rico. Estos procesos deben generar a su vez guías, códigos y normas claras que se traduzcan en diseños que integren las medidas de protección o adaptación recomendables para la prevención de pérdidas de vidas y propiedades como consecuencia de los peligros costeros. Este análisis debe incluir, entre otros, la vulnerabilidad al incremento del nivel del mar asociado al calentamiento y cambios climáticos globales y los incrementos en los niveles de inundación, erosión, intrusión salina a los acuíferos y el efecto en los sistemas de humedales, estuarios y marinos.
Uso de la zona costanera se convierte en un factor de riesgo
El 40% de los suelos urbanos en Puerto Rico se encuentran en los municipios costeros, así pues el 67% de la población vive en las áreas costeras. La tendencia de demanda para la ocupación de los terrenos costeros registró un incremento de 25% durante el período 2000-2005 con respecto a las consultas de ubicación que se radicaron ante la Junta de Planificación durante los períodos 1991-2000, que a su vez se duplicaron con respecto al período 1981-1990.
La actividad económica en Puerto Rico depende en gran medida de la infraestructura de servicios y comercio, localizada en la zona costanera, toda vez que ésta alberga gran parte de la infraestructura portuaria y de las plantas de generación de energía del país.
En la zona costanera se encuentra el principal aeropuerto internacional de Puerto Rico, siete aeropuertos regionales y ocho puertos marítimos, entre los cuales destacan el puerto de la Bahía de San Juan y el puerto de Ponce, ambos en proceso de expansión. En términos de la infraestructura de servicios, en la zona costanera se encuentran cinco plantas generatrices, 31 torres de transmisión, 178 kilómetros de carreteras principales y las plantas de tratamiento de aguas usadas del País.
Uno de los sectores más dependientes de la costa y sus recursos naturales es el sector turístico. Las estadísticas del 2004 reflejan un total de 4.7 millones de visitantes y gastos asociados a esta actividad que superan los tres mil millones de dólares. Puerto Rico cuenta con un total de 12,864 habitaciones de hotel. Un total de 1,788,000 turistas se registraron en las instalaciones turísticas en el 2004 de los cuales 1,371,600 fueron no residentes y 638,200 fueron residentes de Puerto Rico. A través del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín se movilizaron 10,292,300 pasajeros mientras que 1,348,200 turistas llegaron a la isla por medio de cruceros. La totalidad de la infraestructura de transporte hacia la Isla y gran parte de la infraestructura comercial y de apoyo a la actividad turística se encuentra en la zona costanera.
La ocupación histórica de la costa en Puerto Rico responde a las oportunidades naturales que ésta ofrece. Por una parte existen bahías protegidas y aguas profundas para el desarrollo de los puertos, mientras que en el ámbito terrestre existen áreas planas que permitieron el desarrollo de centros poblados, actividades agrícolas, carreteras, aeropuertos e infraestructura de apoyo a los procesos productivos de la sociedad.
Vulnerabilidad a los peligros naturales
La infraestructura próxima al mar y algunos ecosistemas tropicales se encuentran expuestos a diferentes niveles de peligros naturales. Los niveles de exposición y vulnerabilidad varían en función de dos conjuntos de factores principales: físico-ecológicos y socioeconómicos.

Tromba marina en el municipio de Fajardo
Entre los factores físicos encontramos la localización geográfica, la geología y las características geomorfológicas. La vulnerabilidad debe ser analizada además, en función al área o superficie, el relieve y la altitud sobre el nivel del mar, así como la distancia de masas terrestres continentales, ancho de plataforma, la presencia de formaciones costeras y barreras naturales de protección, como los arrecifes de coral, las lagunas arrecifales, otros humedales costeros, manglares y los sistemas de dunas litorales.
Los factores socioeconómicos que pueden incrementar la vulnerabilidad ante los peligros incluyen: la evolución histórica de las ciudades, pueblos y comunidades, así como los usos, actividades y prácticas tradicionales de estas comunidades. El análisis de la organización social y política del país y el nivel de información y conocimiento sobre los sistemas naturales y socioeconómicos son elementos fundamentales en la determinación de la vulnerabilidad de una comunidad costera a peligros. El nivel de vulnerabilidad a peligros está determinado asimismo, por los recursos tecnológicos y económicos para enfrentar los peligros naturales. Finalmente, se debe examinar el nivel de autonomía o dependencia en otras jurisdicciones para la preparación y respuesta a eventos potencialmente catastróficos.
Los peligros naturales están caracterizados como elementos del ambiente físico, peligroso para el hombre y causado por fuerzas extrañas a él. Puerto Rico es susceptible a una variedad de peligros naturales. Entre los más importantes se destacan los huracanes, tormentas tropicales, deslizamientos, terremotos, tsunamis, inundaciones costeras, e inundaciones de ríos. Desde 1989, seis eventos naturales llevaron a que se declarara la Isla como zona de desastre porque devastaron casas, infraestructura pública y comercial.
Cuando un evento natural es denominado como “desastre” se refiere a eventos atmosféricos, geológicos o hidrológicos que debido a su localidad, severidad y frecuencia afecta adversamente las personas y el ambiente construido a su alrededor.
Uno de los principales criterios para la evaluación de la vulnerabilidad de un sector o comunidad costera ante los peligros de inundación por marejadas, tsunamis y al incremento del nivel del mar es el perfil de la costa y relieve topográfico. A los efectos de este análisis, hemos clasificado a las costas puertorriqueñas en dos tipos: 1) costas de bajo relieve y 2) costas de alto relieve.
La evidencia revela que Puerto Rico ha estado sujeto a fluctuaciones del nivel del mar a través de su historia geológica. Grandes depósitos de material aluvial en los llanos costeros sobre las formaciones de roca volcánica, así lo confirman. Muchos sistemas de dunas que en términos de dinámica litoral contribuyen a la protección de las costas y al balance de sedimentos, han sido eliminados y en muchos casos ocupados por áreas urbanas e infraestructura. Los arrecifes de coral que constituyen la primera línea de defensa para disipar la energía del oleaje y de las marejadas, continúan siendo afectados por fuentes terrestres de contaminación entre otros tensores ambientales y por episodios de blanqueamiento, asociados también a los cambios climáticos globales y al aumento de la temperatura superficial del mar.
Los principales problemas del cambio climático en las áreas costeras de Puerto Rico se relacionan con potenciales cambios en la frecuencia o intensidad de los huracanes y las tormentas, al incremento del nivel medio del mar y a los posibles impactos de inundaciones en la vida y la propiedad. Las observaciones directas y los procesos de análisis que se realizan en función de los datos de los mareógrafos y el comportamiento de las costas luego de eventos como huracanes y marejadas ciclónicas en Puerto Rico permiten proyectar o correlacionar proyecciones para cada segmento costero.
Las observaciones directas sobre la reducción en sectores de playa como Rincón, permiten identificar elementos antropogénicos que resultan de la interrupción de procesos litorales y su impacto sobre el balance de sedimentos. Por otra parte, los sedimentos de origen terrígeno ocasionados por malas prácticas de manejo en las cuencas hidrográficas, afectan la integridad y productividad de los sistemas naturales, como los arrecifes de coral, que además de su importancia ecológica contribuyen a la protección de las costas.
Un escenario pesimista, sería un ascenso del nivel del mar de hasta 1 m, según algunas predicciones y con niveles experimentados en el pasado en Puerto Rico y el Caribe. Esta situación, además de aumentar la vulnerabilidad de las comunidades costeras a los impactos del incremento del nivel del mar y de las marejadas o tsunamis, causaría impacto en los acuíferos costeros. Uno de los efectos sobre los acuíferos sería la intrusión salina lo cual impactará de manera significativa a las reservas de aguas subterráneas utilizadas como abastos de agua.
Los trabajos de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, a través de los programas del Departamento de Ciencias Marinas, Sea Grant y la Red Sísmica, los nuevos mapas de inundaciones (D-FIRM) auspiciados por FEMA, así como los trabajos coordinados y desarrollados por el Programa de Manejo de la Zona Costanera en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), han permitido formular escenarios, proyectar impactos potenciales y determinar diferentes niveles de vulnerabilidad de las comunidades costeras ante los peligros naturales. A estos análisis se debe sumar las lecciones aprendidas del tsunami ocurrido en Asia en diciembre del 2004 donde aproximadamente 230 mil personas murieron, según estimados oficiales, y del huracán Katrina en las costas de Louisiana y Mississippi donde las pérdidas de vida humana ascendieron a 1,600.
La evidencia científica indica que nos encontramos ante un escenario de incremento del nivel del mar y que los patrones de distribución de reconocimientos de huracanes se han alterado. Aun cuando estos escenarios y proyecciones globales y regionales sobre el incremento del nivel del mar no son directamente aplicables a la realidad de las costas de Puerto Rico, resulta imperativo que se contemplen en la toma de decisiones, con relación a la ocupación de los terrenos emergidos costeros.
El desarrollo de frentes marítimos urbanos puede ser utilizado como espacio de transición de intensidades de uso y de franjas de amortiguamiento para la protección de estructuras y nuevos desarrollos, que se produzcan en áreas costeras susceptibles a inundaciones por marejadas. Los humedales marinos y costeros atenúan el impacto de las inundaciones, las cuales pueden estar asociadas a los períodos excepcionales de lluvias, producidas por marejadas o por el incremento del nivel del mar.
Existen herramientas legales y administrativas que permiten integrar las estrategias de planificación y protección de las comunidades costeras a estos peligros. El Reglamento 4860 de 1992 y el Reglamento Número 13 (quinta enmienda del 2002), entre otros, ofrecen oportunidades para incorporar las consideraciones de protección de comunidades costeras, vidas, propiedades y los recursos naturales.
(Adaptado de la revista Ambiente Natural del DRNA)
Autor: Ernesto Díaz Velázquez
Publicado: 5 de septiembre de 2014.