Puerto Rico ha recibido a cientos de miles de inmigrantes, principalmente migrantes de retorno y sus descendientes, así como ciudadanos de otros países, especialmente la República Dominicana y Cuba. Desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX, dos tendencias básicas han marcado a la población inmigrante en Puerto Rico (véase la Tabla 1) . Como consecuencia del declive de la inmigración española, la cantidad de residentes extranjeros de la Isla se redujo grandemente entre 1899 y 1940. Este cambio puede atribuirse al impacto del cambio de soberanía de España a Estados Unidos, en que los inmigrantes españoles tenían que someterse a las leyes estadounidenses, al igual que otros extranjeros. Además, Puerto Rico dejó de representar un destino atractivo para los inmigrantes durante las primeras décadas del siglo XX.
Después de 1940, especialmente entre 1960 y 1970, la población extranjera aumentó rápidamente, especialmente a consecuencia de la inmigración de Cuba y República Dominicana. Otros grupos más pequeños han venido de: España, Colombia, México, Venezuela, Argentina, China y otros países. El censo del 2000 encontró que 109,581 residentes de la Isla habían nacido fuera de Puerto Rico y Estados Unidos. De éstos, 99,409 procedían de América Latina; 6,605 de Europa; 3,094 de Asia y 473 de otros continentes.
El rápido crecimiento económico de la Isla durante los años sesenta, unido a las turbulencias políticas y las dificultades materiales en los países emisores, atrajo a muchos extranjeros a Puerto Rico. La creciente demanda de mano de obra barata en ciertos sectores económicos, como el servicio doméstico, la construcción y la agricultura cafetalera, ha seguido atrayendo a numerosos dominicanos y otros extranjeros a la Isla. Entre los años 1960 y 2002, el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) de Estados Unidos registró a 118,999 dominicanos, 33,970 cubanos y 51,339 inmigrantes de otros países, para un gran total de 204,308 personas admitidas durante el período aludido. Esta cifra representa una proporción considerable para una población de menos de cuatro millones de habitantes en el año 2000.
Las estadísticas disponibles revelan tres patrones fundamentales en la migración extranjera hacia Puerto Rico. Primero, la mayoría de los inmigrantes se estableció en la Isla después de 1960, aunque el flujo cubano predominó en los sesenta y el dominicano ha prevalecido desde los ochenta. La llegada de cubanos llegó a su punto máximo en 1977, mientras que la de dominicanos culminó en 1994. Segundo, ambos flujos son pequeños en comparación con la gran cantidad de puertorriqueños que se ha ido a Estados Unidos desde los años cuarenta. Demográficamente, el movimiento poblacional entre la Isla y el continente es mucho más voluminoso que la inmigración extranjera. Tercero, las cifras para los migrantes cubanos son más confiables que para los dominicanos, dado que éstos últimos incluyen a una alta proporción de indocumentados -una tercera parte según un estudio etnográfico de un barrio de Santurce.
Según el censo del 2000, el 9% de los residentes de la Isla había nacido en el exterior, incluyendo a las personas nacidas en Estados Unidos de origen puertorriqueño. Alrededor del 3% eran extranjeros, sobre todo los nacidos en República Dominicana y Cuba. La situación puertorriqueña presenta la aparente paradoja de una creciente población inmigrante -una de las más numerosas en el Caribe- junto con una persistente emigración hacia Estados Unidos. Esta combinación de un éxodo prolongado con un influjo sustancial de migrantes de retorno y extranjeros hace a Puerto Rico un caso ejemplar de la migración transnacional contemporánea.
Autor: Dr. Jorge Duany
Publicado: 16 de septiembre de 2014.