La poeta y maestra Marina Arzola en una foto recuperada del blog Lookingazul.
Poeta y maestra
Marina Angélica Arzola nació en Guayanilla el 12 de julio de 1939, hija de Federico Arzola Emmanuelli y Carmen Porcell. Estudió la escuela primaria y secundaria en su pueblo natal y obtuvo su diploma de la entonces escuela superior Arístides Calés Quirós en 1957. Ingresó a la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en la cual obtuvo un bachillerato en Artes en 1961. Luego, se desempeñó como maestra de la escuela riopedrense Gabriela Mistral.
Formó parte del grupo Guajana, movimiento de poetas que se interesó y produjo una lírica comprometida con las realidades políticas y sociales de Puerto Rico y el mundo. Este movimiento fundó en 1962 la revista “Guajana”, que proponía una poesía revolucionaria, de crítica política y social. No le interesaba la poesía “pura” dedicada a la estética ni el poeta solitario que logra separarse de las dificultades cotidianas para producir líricas de ensueño y tranquilidad. En su lugar, buscaba una poesía activa, humana y útil, más accesible y al servicio del pueblo.
El lenguaje de la poesía guajanista se inclinó hacia el uso de formas claras, directas y sencillas, de las expresiones populares y de vocablos de herencia africana e indígena. Los temas guajanistas reflejan las preocupaciones e intereses de la mente revolucionaria de esa década: la lucha anticolonial, la lucha de clases, el capitalismo, el comunismo, la guerra de Vietnam, la crítica a la sociedad burguesa, la condición de los afrodescendientes y de las mujeres, el amor, lo erótico y el universalismo, entre otros.
Según algunos críticos, la relación de Marina Arzola con Guajana respondió más a sus inquietudes formales de vanguardia que a sus inclinaciones ideológicas, aunque sí compartía el sentimiento revolucionario de la revista. Bajo el sello de Guajana, Arzola publicó su primer poemario, “El niño de cristal y los olvidados”, en 1966. Su segundo libro, “Palabras vivas” (1968), revela cómo Arzola vivía la lengua y el idioma: como los usos y sonidos de esa herramienta o instrumento se encuentran en constante y posible reinvención.
Cuatro temas resaltan en su obra: Dios, la patria, el amor y el cuerpo. Algunos críticos describen la poesía de Arzola como extraña y la lectura de su trabajo como una experiencia placentera, incluso cuando puede resultar difícil de comprender. Muestra una preferencia por los juegos lingüísticos. Sus poemas hacen uso extenso de la musicalidad (las aliteraciones, las paranomasias, las ecolalias). También, están llenos de neologismos (palabras nuevas) que produce por derivación, por composición (juntando dos palabras con significados definidos) y por parasíntesis (palabras que incluyen tanto derivación como composición). Utiliza las palabras como arma para abrir paso a significados insospechados, adentrándose en terrenos psicológicos, de ensueño, fantasía y angustia religiosa.
Las técnicas de Arzola se derivan, de entre otros medios, de las vanguardias hispanoamericanas de principios del siglo XX, es decir, el neorromanticismo (con Pablo Neruda y César Vallejo de modelos), el creacionismo (Vicente Huidobro), el surrealismo y el existencialismo religioso (Blas de Otero). Se entiende que una parte de la obra de Arzola se ha perdido y que otra parte continúa inédita. Entre los libros de poemas inéditos y de cuya existencia sabemos porque ella misma aludió a ellos, se encuentran: “Tierra del eterno sueño”, “Plano altivo”, “Los almiares del tiempo”, “El padre de los cargos”, “Monólogo del sur al amado”, “Poemas de las circunstancias”, “Los niños y las abluciones”, “La sangre primitiva”, “Hablando en castellano” y “Terriblemente ángel”.
Además de su participación en la revista Guajana, Marina Arzola colaboró con regularidad en varias revistas literarias tales como: “Alma Latina”, “Prometeo”, “Bayoán”, “Surcos” y “Versiones”, llegando a fungir como subdirectora de esta última.
Arzola recibió varios premios y honores. En 1957 obtuvo su primer reconocimiento con el premio principal del certamen de poesía organizado por la Universidad de Puerto Rico por el poema “Santa Teresa de Jesús”. En 1966 ganó el Certamen de Navidad del Ateneo Puertorriqueño por el poemario “El niño de cristal y los olvidados”, publicado en 1977. El Club Cívico de Damas de San Juan la reconoció con el Segundo Premio de su concurso en 1968 por “Palabras vivas”.
Falleció el 4 de diciembre de 1976, a los 37 años, debido a complicaciones de asma. El Grupo Guajana, en el número dedicado póstumamente a su compañera, edición de noviembre de 1978, afirmó que “los poemas de Marina no se ‘entienden’, se perciben”.
Referencias
Ciordia Muguerza, Javier. “La extraña y entrañable Marina Arzola”. Exégesis 37- 38 (2000): 19-28.
Ortiz Salichs, Ana María. “Obra, crítica y biografía de Marina Arzola”. Exégesis 37- 38 (2000): 29-35.
Rivera de Alvarez, Josefina. “Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo”. Madrid: Ediciones Partenón, 1983.

12 de julio de 1939
Guayanilla
4 de diciembre de 1976
Publicado: 16 de septiembre de 2014
Edición: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 30 de mayo de 2022
Revisión: Mariela Fullana Acosta, 1 de septiembre de 2022