Luchas educativas de los puertorriqueños en Estados Unidos
Los retos educativos a los cuales se ha enfrentado la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos han sido siempre consustanciales a las condiciones socioeconómicas, raciales, políticas, y legales de esa nación. Aún prevalece en la sociedad estadounidense un alto grado de inconsistencia en cuanto a las oportunidades y servicios educativos que se ofrecen a los puertorriqueños y otras minorías etnoraciales. A pesar de las nuevas leyes de derechos civiles aprobadas por el Congreso estadounidense en 1964 para proteger a todos los ciudadanos de ese país, el prejuicio y el discrimen hacia los grupos racialmente mixtos todavía persisten y son factores que limitan su progreso y su bienestar social.
Las comunidades puertorriqueñas en Estados Unidos han entablado numerosas luchas en defensa de la igualdad de oportunidades y de sus derechos civiles, por el mejoramiento de las oportunidades educativas y económicas para sus hijos e hijas, y para que se respeten sus diferencias culturales y lingüísticas. Esto se ha logrado a través de la creación de organizaciones profesionales y de base en todas las localidades con altas concentraciones poblacionales de puertorriqueños y de otros grupos de origen latino.
Se han llevado a cabo numerosas luchas organizadas por la igualdad de oportunidades educativas, la educación bilingüe, la enseñanza del inglés como segundo idioma, la desegregación de las escuelas, y los programas de acción afirmativa en los procesos de admisión y empleos. En estas luchas, el activismo comunitario ha sido fundamental en promover el cambio de numerosas políticas, reglamentaciones, y prácticas educativas discriminatorias.
Durante la década de 1950, años de mayor movimiento migratorio de puertorriqueños hacia Estados Unidos, los problemas educativos principales consistían en la segregación racial, las políticas monolinguísticas que promovían el inglés y menospreciaban el español, la enseñanza y los currículos monoculturales, los exámenes estandarizados solamente en inglés. También la ubicación de los niños y las niñas en grupos especiales (“tracking”) o en grados escolares más bajos como resultado de los exámenes que no tomaban en cuenta sus diferencias culturales y lingüísticas. Estas prácticas educativas producían bajos niveles de aprovechamiento y altos niveles de fracaso o deserción escolar de estudiantes con un conocimiento limitado del idioma inglés. Su rendimiento escolar, aunado a las actitudes prejuiciadas y las prácticas discriminatorias del personal educativo, fomentaron numerosos estereotipos sobre la capacidad de aprendizaje de los puertorriqueños en el sistema escolar estadounidense.
La comunidad se ha enfrascado en una lucha persistente para forzar a las autoridades escolares a que respondan de una manera más efectiva a las necesidades de los estudiantes puertorriqueños y de otros grupos latinos. Esto ha producido la revaluación del contexto y orientación ideológica de la enseñanza y el aprendizaje, a fomentar el multiculturalismo y el respeto a las diferencias culturales y lingüísticas y a prestar mayor atención a las necesidades individuales y colectivas de estos estudiantes. Numerosos estudios han demostrado que para los estudiantes puertorriqueños y de otros grupos minoritarios en Estados Unidos, el conocer y valorizar su identidad de origen facilita su bienestar emocional y autoestima, además de su productividad escolar. Estas condiciones, a su vez, motivan la curiosidad intelectual, la reflexión crítica y un saludable desarrollo cognoscitivo.
Organizaciones y líderes

Protesta de estudiantes de CUNY, c.1970s
En esta lucha de los puertorriqueños en Estados Unidos por mejorar las condiciones educativas de sus comunidades sobresalen varias personas y organizaciones.
Quizás la persona más reconocida es Antonia Pantoja. Al llegar a la ciudad de Nueva York en 1944, su primer trabajo fue en una fábrica. Luego trabajó en un centro comunitario y mientras trabajaba, completó un bachillerato en Hunter College. Más tarde logró el grado de Maestría en Trabajo Social en la Universidad de Columbia. En 1957 Pantoja participó en la fundación del Puerto Rican Forum (conocido hoy como el National Puerto Rican Forum, NPRF). Esta es una agencia dedicada a promover el desarrollo profesional y empresarial de los puertorriqueños en la ciudad de Nueva York. Esta organización abrió el camino para la formación de ASPIRA en 1961, con Pantoja como su directora fundadora. Hasta el día de hoy, esta agencia se dedica a brindar orientación y motivación a la juventud puertorriqueña o latina que desea continuar con su educación profesional, técnica o artística. Pantoja también fue una activista en el campo de la enseñanza superior. Ella formó parte del profesorado de la Universidad de Columbia y, en 1970, gestionó fondos para la creación de una institución al servicio de los hispanos, la Universidad Boricua, que sería el comienzo de lo que es hoy día Boricua College en la ciudad de Nueva York. En reconocimiento a su liderazgo comunitario y contribuciones a la fundación de estas instituciones, en 1996 el Presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad (Presidential Medal of Freedom).
En 1964, la organización United Bronx Parents, Inc. bajo el liderazgo de Evelina López Antonetty, formó una alianza con la organización de padres afroamericanos para cabildear en favor de la desegregación de las escuelas y el mejoramiento general de las condiciones educativas para la niñez de los grupos minoritarios. La organización, United Bronx Parents, también contó con la coordinación de la activista Alice Cardona. Cardona ha estado involucrada activamente en la organización de su comunidad por muchos años y, entre sus múltiples contribuciones profesionales, se ha destacado por ser cofundadora del Centro de Mujeres Hispanas (HACER), una instancia creada para servir y apoyar a las mujeres con sus necesidades educativas. Cardona también estableció la Fundación María Dolores en honor a su progenitora, para otorgar becas a mujeres que desean continuar su educación; y auspició la publicación del libro Puerto Rican Women Achievers (1995).
En 1972, el abogado puertorriqueño César A. Perales, uno de los fundadores y actual presidente del Puerto Rican Legal Defense and Education Fund (PRLDEF). Perales fungió como abogado principal en el caso histórico ASPIRA versus la Junta de Educación de la Ciudad de Nueva York. La resolución de este caso permitió el establecimiento de la educación bilingüe en ese estado. Hay bastante evidencia del apoyo comunitario que recibió la educación bilingüe, por medio de la creación de programas modelo, el reclutamiento de educadores y administradores puertorriqueños, la gestión de proyectos de desarrollo comunal, y el uso del sistema judicial para garantizar la igualdad de oportunidades educativas para la niñez y la juventud puertorriqueña.
La experiencia educativa de la niñez y la juventud puertorriqueña tambien se vió enriquecida por la obra de escritores que capturaron las tradiciones culturales y las experiencias de los que se criaron en los barrios neoyorquinos. Pura Belpré, la primera bibliotecaria puertorriqueña en el Sistema de Bibliotecas Públicas de Nueva York, empezó a escribir libros para niños y niñas, desde la década de 1920. Estos libros recogieron muchas de las tradiciones y los cuentos del folklore puertorriqueño, tales como la historia del Ratoncito Pérez y la Cucarachita Martina. Otra figura que hizo importantes aportes al desarrollo de la literatura infantil y para adolescentes, ha sido la reconocida escritora Nicholasa Mohr, con la novela infantil, Felita (1979) y su secuela, Going Home (1986).
En la década de 1970 se llevó a cabo un movimiento de revitalización étnica en Estados Unidos impulsado por las nuevas leyes de derechos civiles y el ambiente de protesta social que caracterizaron las décadas de 1960 y 70. Se establecieron programas de estudios puertorriqueños, principalmente en universidades de la ciudad y el estado de Nueva York–City University of New York (CUNY) y State University of New York (SUNY)–o localizadas en ciudades de alta concentración poblacional puertorriqueña. Entre los pioneros del movimiento por la creación de los Estudios Puertorriqueños se han destacado una serie de profesionales que a menudo han combinado el activismo con la investigación académica. Entre ellos se encuentran: María J. Canino en Livingston College de Rutgers University; Josephine Nieves, María Sánchez, y Virginia Sánchez Korrol en Brooklyn College; Eduardo Seda Bonilla en Hunter College; Federico Aquino en City College; Rafael Rodríguez y Jessie Vásquez, en Queens College; María Teresa Babín en Lehman College; Pedro Cabán en Fordham University y más adelante en Rutgers University; Edna Acosta-Belén, Elia Hidalgo-Christensen y Antonio Pérez en la Universidad Estatal de Nueva York en Albany; y Alfredo Matilla y Francisco Pagán, en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo.
La Puerto Rican Studies Association (Asociación de Estudios Puertorriqueños; PRSA) se fundó en 1992 y continua hasta el presente promoviendo las investigaciones académicas y el desarrollo profesional de nuevas generaciones de educadores. El Centro de Estudios Puertorriqueños fue establecido en 1974 en CUNY bajo el liderazgo visionario del intelectual puertorriqueño Frank Bonilla. éste había sido director del Puerto Rican Forum y catedrático en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Stanford. Uno de los logros más notables del Centro ha sido la creación de una valiosa biblioteca y archivos que documentan la historia de la migración puertorriqueña. Por muchos años estos esfuerzos han sido coordinados por la directora de la biblioteca, Nélida Pérez. La biblioteca y archivos están localizados en Hunter College en Nueva York y son usados por numerosos investigadores académicos y estudiantes.
La acción comunitaria que floreció durante los años mencionados también contribuyó a la fundación de tres instituciones de educación superior al servicio de los hispanos. La primera fue Hostos Community College, un colegio bilingüe que pertenece al sistema de CUNY, fundado en 1969. Esta institución ha tenido varios presidentes puertorriqueños; entre ellos, Cándido León, Isaura Santiago y Dolores Fernández. Otra institución en la urbe neoyorquina al servicio de los puertorriqueños y de otros grupos hispanos es Boricua College. Estos colegios universitarios continúan sirviendo a la comunidad puertorriqueña en términos de la instrucción y la práctica docente bilingüe. En otras instituciones, presidentes puertorriqueños como Ricardo Fernández en Lehman College y Carlos E. Santiago en la Universidad de Wisconsin en Milwaukee continúan destacándose por su liderazgo y contribuciones al mundo académico estadounidense.
Los integrantes de las comunidades puertorriqueñas en Estados Unidos han vuelto a sentir el embate de un movimiento de conservadurismo reaccionario en contra de la inmigración en general, especialmente por el aumento tan prominente de la población de origen hispano desde la década de 1970. Movimientos como el “English Only” y “U.S. English” han sido contrarrestados con programas que promueven las destrezas bilingües y multiculturales. A pesar de que los puertorriqueños tienen la ciudadanía estadounidense y, como tal, tienen todos los derechos y los privilegios de la misma, incluyendo el derecho de acceso a una educación de calidad, se encuentran a menudo en situaciones similares a otros grupos minoritarios.
Muchos educadores continúan argumentando por el desarrollo de una perspectiva global y multiculturalista en este nuevo mundo dominado por los procesos de globalización y las relaciones transnacionales de creciente interdependencia entre diferentes países y regiones del mundo. Nuevas generaciones de intelectuales, educadores, activistas y padres puertorriqueños le siguen dando continuidad al trabajo iniciado por algunas de las organizaciones pioneras e individuos mencionados, quienes con el apoyo de sus respectivas comunidades han sido parte de una lucha colectiva para mejorar las oportunidades educativas y sociales para las futuras generaciones de puertorriqueños en Estados Unidos.
Autor: Dra. Barbara R. Sjostrom
Publicado: 11 de septiembre de 2014.