A mediados del siglo XIX se crearon en Puerto Rico, por parte de trabajadores urbanos, varias organizaciones de solidaridad y resistencia. Dichas organizaciones nacidas en la coyuntura liberal de 1868 al 1873, como consecuencia del derrocamiento de la monarquía absoluta de Isabel II en España, son consideradas por los historiadores Gervasio L. García y ángel Quintero las precursoras del movimiento obrero puertorriqueño. Además de señalar que, aun cuando estas organizaciones reflejaban contradicciones ideológicas o en su comportamiento social, el deseo de formar una organización aparte es también prueba de una toma de conciencia de que eran un grupo definido con intereses particulares. De manera que se puede sugerir que estas organizaciones constituyen una expresión incipiente del sentido de unidad y la definición de los trabajadores urbanos como una clase con aspiraciones propias. Entre ellas se pueden mencionar los casinos de artesanos, las sociedades de socorros mutuos y las cooperativas.
Por su parte, es justo mencionar, que en un inicio, el surgimiento de estas organizaciones no despertó animosidad por parte del Gobierno español. Todo lo contario, veían en ellas una forma de que los artesanos y trabajadores diestros se desarrollaran y cooperaran entre sí. Por lo que no previeron que la frecuencia y sentido de pertenencia fueran a contribuir en otras manifestaciones como las huelgas y las acciones políticas.
No obstante lo anterior, no fue hasta finales de siglo XIX que comenzó a coagular un movimiento relativamente organizado de trabajadores en la isla. Para el historiador James Dietz la existencia de organizaciones laborales incipientes y de elementos relacionados con la conciencia de clase entre los trabajadores es congruente al desarrollo de la producción capitalista en la última mitad del siglo. De manera que, como señala Dietz, de la misma forma que la clase propietaria y profesional estuvo influida por la ideología liberal surgida de los procesos revolucionarios en Europa a partir del siglo XVIII, así el pensamiento de la clase trabajadora puertorriqueña lo estuvo de las ideas anarquistas y socialistas y de las luchas que se desarrollaban en dicho continente. Esto no es de extrañar ya que la clase trabajadora enfrentaba las mismas condiciones y problemas laborales, por lo que las nociones sobre el sistema económico capitalista, la concentración de la riqueza y la explotación reflejaban los cambios que esta clase social experimentaba en Puerto Rico. De ahí que surgieran organizaciones de tipógrafos, carpinteros y tabaqueros en las ciudades, así como la publicación de periódicos que recogían su visión de mundo y que discursivamente representaban sus intereses de clase. De hecho, el ambiente de paz laboral que caracterizó el último cuarto del siglo XIX pareció llegar a su fin ya que antes de terminar dicho siglo se desataron protestas y múltiples huelgas. Estas fueron en respuesta al anuncio del Gobierno español de establecer en 1892 un impuesto para cubrir un déficit en sus ingresos. Ante esta situación altamente explosiva el Gobierno decidió suspender dichos impuestos quedando evidenciado el poder de la clase trabajadora.
Si bien a finales del siglo XIX la clase trabajadora puertorriqueña estaba dando pasos claros y firmes en el establecimiento de organizaciones que representaran sus intereses frente a la clase propietaria, con la invasión estadounidense se crearon las condiciones político-legales y económicas para la aceleración del desarrollo del movimiento obrero puertorriqueño bajo una concepción de lucha cuyo fin se circunscribió a mejorar sus condiciones de trabajo y económicas. De manera que, como señalan Gervasio L. García y ángel Quintero, en víspera de la invasión estadounidense, la clase trabajadora puertorriqueña estaba a punto de crear nuevas organizaciones de lucha. No obstante, reconocen que su alumbramiento y bautizo se aceleró bajo el nuevo régimen colonial. En ese sentido, el Gobierno de los Estados Unidos, ante ese nuevo escenario, permitió el desarrollo y la libre asociación de las organizaciones obreras en Puerto Rico.
De igual forma, con la dominación colonial estadounidense quedaría atrás, como señala el historiador Francisco Moscoso, el discurso de la revolución radical socialista, prevaleciente bajo el colonialismo español, para darle paso al sindicalismo reformista como guía de oposición obrera. Es decir, un sindicalismo a favor de la lucha para mejorar sus condiciones de empleo y salariales, sin cuestionar la lógica del sistema económico capitalista. Entre los líderes obreros que defendieron la postura sobre la necesidad de un cambio radical al orden establecido destacan Ramón Romero Rosa y José Ferrer y Ferrer. Por su parte, la segunda fue promovida y defendida por Santiago Iglesias Pantίn. Este último jugó un papel importante en el acercamiento organizativo e ideológico del movimiento obrero puertorriqueño y el estadounidense. Como parte de esto, Iglesias Pantín, estando en los Estados Unidos, asistió en 1901 a la convención anual de la American Federation of Labor (AFL, por sus siglas en inglés), cuyo presidente era Samuel Gompers. Un año después de estar en dicha convención sus gestiones comenzaron a rendir frutos, primero al la Federación Libre afiliarse a la AFL y segundo, porque fue nombrado organizador general para Cuba y Puerto Rico. A partir de ese momento, el movimiento obrero puertorriqueño, apoyado por la AFL, se mantuvo dentro de los canales de lucha tolerados por el Gobierno de los Estados Unidos y sus representantes en Puerto Rico. Esto debido a que, al igual que las uniones obreras estadounidenses, su énfasis de lucha era asimilable para el nuevo régimen ya que sus reclamos como clase se limitaban a reclamar cambios en sus condiciones de vida y de trabajo. Es decir, se mantuvo dentro del esquema organizativo y de lucha de las uniones estadounidenses.
En consecuencia, el desarrollo del movimiento obrero puertorriqueño, antes de la invasión estadounidense a la isla, como bien señalan Gervasio L. García y ángel Quintero, ya contaba con un espíritu de solidaridad manifestado a través de los casinos y las sociedades de socorros mutuos, una experiencia de lucha adquirida en las protestas y las huelgas de la década de 1890 y una prensa obrera de larga tradición. Es decir, estaban presentes los ingredientes esenciales para constituir sus organizaciones obreras y defender sus intereses frente a la clase propietaria.
Autor: Ed De Jesús Rivera
Publicado: 15 de septiembre de 2014.