A partir de los siglos XVI y XVII las corrientes religiosas populares en Puerto Rico fueron aumentando y evolucionando casi por obligación. Durante este tiempo la población puertorriqueña se encontraba dispersa por la isla y a muchos se les hacía difícil llegar a la misa de los domingos por lo distante que resultaba estar la iglesia. Como consecuencia, los creyentes comenzaron a construir altares caseros con imágenes de santos tallados en madera para llevar a cabo sus prácticas religiosas diarias. Entre estas prácticas se destacaron ciertos tipos de fiestas dedicadas a santos y que fueron llamadas velorios, como por ejemplo, el velorio de Reyes que se celebraba —y algunos aún mantienen la tradición— el 5 de enero, víspera del Día de Reyes.
La religiosidad popular puertorriqueña no se sirvió solo de las creencias católicas oficiales, sino que también tuvo y tiene su parte de herencia africana e indígena. Por esto, en muchas ocasiones varios obispos censuraron la diversidad de prácticas que esta mezcla generó. Pero no pudieron detener su evolución, puesto que la población de la segunda mitad del siglo XVIII aumentó significativamente y les resultó ya imposible ofrecer la atención pastoral católica que creían ameritaba la situación. Ante esto, el Estado intervino y pasó leyes en contra de las celebraciones e inclusive, abolió algunas fiestas antiguas dedicadas a los santos, circunscribiéndolas exclusivamente a la celebración de las fiestas patronales.
Cuando se intensifica la presencia africana en la isla en el periodo entre 1784 y 1842, como bien destacan los historiadores, se intensifican las prácticas religiosas animistas, que pasado el tiempo obtienen el nombre de espiritismo popular. Esto alarmó a los obispos quienes decidieron enviar misiones a los distintos pueblos para organizar eventos masivos con el fin de promover, reforzar y conservar los sacramentos tradicionales de la fe católica. No obstante, el espiritismo europeo de Allan Kardec comenzó a evolucionar en Puerto Rico para esas mismas fechas hasta el punto de fusionarse con las formas animistas tradicionales y continuar el hibridismo en las corrientes populares religiosas puertorriqueñas.
Autor: Fernando Picó
Publicado: 4 de septiembre de 2015.