El 2 de octubre de 1933 llegó a Puerto Rico el militar estadounidense Elisha Francis Riggs para ocupar la jefatura de la Policía colonial. Meses después, el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, nombró a Blanton Winship, otro militar estadounidense, como gobernador. Según el historiador Juan Rodríguez Cruz, Roosevelt lo nombró con dos misiones: la de implantar efectivamente las medidas económicas del Nuevo Trato para la isla, y la erradicación de la insurgencia del Partido Nacionalista de Puerto Rico, que aumentaba día a día dadas las condiciones políticas, económicas y sociales tan desastrosas por las que atravesaba Puerto Rico. Tenía en agenda, además, apaciguar al movimiento obrero que se encontraba en pie de lucha ante el sistema de explotación impuesto por los capitalistas azucareros norteamericanos. Para alcanzar esas metas, el nuevo gobernador unió fuerzas con el jefe de la Policía. Ambos militares de mano dura se encargaron de mantener la estabilidad colonial a cualquier precio. Con esto en mente, se dedicaron a reforzar y a militarizar la Policía de Puerto Rico.
Con la llegada de Winship y Riggs comenzaron los intentos de asesinato contra el presidente del Partido Nacionalista, Pedro Albizu Campos. Laura Meneses, esposa del patriota, afirmó en su libro que su familia tenía que vivir con guardia de seguridad montada de día y noche en la residencia. Su hijo, Pedro Albizu Meneses, recuerda que fueron varias las veces que tirotearon la residencia durante la noche. También, dentro del Partido Nacionalista se conspiró para asesinar al líder. En agosto de 1935 el líder nacionalista Ramón S. Pagán sacó a relucir la conspiración y se lo notificó a Albizu Campos. Le expresó que había estado presente en una reunión secreta de los nacionalistas donde se planteó la idea de asesinarlo. Según el líder nacionalista, Juan Antonio Corretjer, con la noticia “se tocó una fibra muy sensitiva en Albizu…”. Laura Meneses indicó que su esposo le advirtió a Pagán que, por haber sacado a relucir la conspiración en contra suya, su gesto implicaba su sentencia de muerte, por lo que le sugirió que no fuera a lugares públicos, excepto a su trabajo y que no asistiera a actos del nacionalismo.
El 20 de octubre de 1935, en Maunabo, Albizu Campos pronunció un discurso en el que denunció la influencia del asimilismo en la Universidad de Puerto Rico (UPR). Denunció también que el propósito de la escuela norteamericana en la isla era crear traidores y cobardes para que sirvieran de buenos instrumentos al imperio en la colonia y señaló que el deber del estudiantado frente a esa escuela desmoralizadora era ser patriotas y valientes. Diez días antes, a invitación del Círculo Cervantes, Albizu había dado un discurso similar en la propia universidad, y fue aplaudido de pie por el claustro y el estudiantado. Tres días después del discurso de Maunabo se inició un recogido de firmas entre el estudiantado de la universidad para celebrar una asamblea de protesta por el discurso del patriota y para aprobar una resolución declarándolo “enemigo número uno del estudiantado”. Dirigía este movimiento, apunta la historiadora Marisa Rosado, Hernán Nigaglioni, secretario del Canciller de la Universidad, y el joven Leonel Fernández, hijo del Procurador General el licenciado Benigno Fernández García. La Federación Nacional de Estudiantes Puertorriqueños, organización de estudiantes del Partido Nacionalista, denunció la movida del grupo de estudiantes descontentos con Albizu. No obstante, la administración de la universidad autorizó la actividad.
El 24 de octubre de 1935 se celebró la asamblea. En los alrededores de la UPR en Río Piedras se ubicaron policías armados con carabinas. La Policía también reforzó la entrada del pueblo de Río Piedras para impedir que los nacionalistas se movilizaran a defender a los estudiantes nacionalistas que contrarrestarían la actividad. Albizu Campos le ordenó a Juan Antonio Corretjer que localizara a Ramón S. Pagán para que le comunicara su mandato de que no se presentara en Río Piedras. Relata Corretjer: “Acompañado de Agustín Pizarro, uno de mis inseparables compañeros, me dirigí inmediatamente a las oficinas de Ochoa Fertilizer en Hato Rey en las que Pagán trabajaba. Pagán se había ausentado poco antes pretextando que su presencia era urgente en su hogar”. Luego lo buscó en la Imprenta Puerto Rico, la cual frecuentaba mucho, pero no estaba. Más tarde, Corretjer se enteró que la Policía abrió fuego contra el automóvil en que se encontraba Pagán en la calle Brumbaugh cerca de la universidad. Pagán estaba en el vehículo junto a los nacionalistas Pedro Quiñones, Eduardo Rodríguez Vera y Dionisio Pearson. Pagán y Quiñones murieron en el acto, Rodríguez Vera murió en el hospital y Pearson terminó gravemente herido, pero sobrevivió. Les dispararon sin que se pudieran defender y, según Corretjer, aunque Pagán estaba muerto, con la cabeza caída sobre la rueda de guiar, un policía de apellido Colón, le levantó la cabeza y le descargó un balazo en el ojo.
José Santiago Barea, miembro del Partido Nacionalista y sargento de los Cadetes de la República de dicho movimiento, se encontraba en Río Piedras al momento de ocurrir los sucesos, y al percatarse de lo que sucedía abrió fuego contra los oficiales. Luego del tiroteo, Santiago Barea fue perseguido, alcanzado y asesinado por la Policía. Según el historiador y nacionalista Ramón Medina Ramírez, Santiago fue fusilado sin remisión, cuando se entregó desarmado e indefenso. Estos sucesos se conocen como la Masacre de Río Piedras. Ningún policía fue acusado por el asesinato de Pagán y sus compañeros, ya que fueron exonerados por el fiscal Marcelino Romaní. Sin embargo, el único sobreviviente del bando nacionalista, el joven Dionisio Pearson, fue víctima de la represión colonial contra el nacionalismo revolucionario, lo arrestaron y acusaron de asesinato, atentado a la vida, portación de armas e infracción a la ley de explosivos. Albizu Campos fue el abogado de Pearson durante el juicio y logró que lo exoneraran.
Luego de la Masacre de Río Piedras, Juan Antonio Corretjer reveló públicamente el 19 noviembre de 1935 en el periódico El Imparcial, que había existido una conspiración entre el gobierno colonial y algunos nacionalistas para asesinar a Albizu Campos y que Pagán había sido asesinado por el régimen por denunciar el plan: “Descubierto y denunciado por Don Ramón S. Pagán el complot para hacer asesinar al presidente del Partido Nacionalista, fue mandato imperioso del régimen y fatalmente cumplido ya silenciar con pólvora y plomo los labios fiscales de Don Ramón S. Pagán”.

Elías Beauchamp
El 23 de febrero de 1936 los jóvenes nacionalistas Hiram Rosado y Elías Beauchamp, vengaron a sus compañeros caídos en Río Piedras al llevar a cabo el ataque que le quitó la vida al jefe de la Policía colonial, Riggs.
Referencias
Corretjer, Juan Antonio. “El líder de la desesperación”. Guaynabo, Puerto Rico, 1978.
Dávila Marichal, José Manuel. “Pedro Albizu Campos y el Ejército Libertador del Partido Nacionalista de Puerto Rico”. San Juan: Ediciones Laberinto, 2022.
Medina Ramírez, Ramón. “El Movimiento Libertador en la Historia de Puerto Rico”. San Juan, 1970.
Meneses de Albizu Campos, Laura. “Albizu Campos y la independencia de Puerto Rico”. San Juan: Partido Nacionalista de Puerto Rico, 1961.
Rosado, Marisa. “Pedro Albizu Campos: Las llamas de la aurora”. San Juan, Puerto Rico,1998.
Autor: Dr. José Manuel Dávila Marichal
21 de abril de 2022
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo
26 de abril de 2022
Edición: Mariela Fullana Acosta
6 de julio de 2022