Estudiantes de la Escuela Industrial de San Juan (1899). PR Historic Building Drawing Society
A través de la historia, la educación ha sido un mecanismo para compartir conocimiento, generar pensamiento y propiciar cambios de mentalidad, así como para perpetuar ideologías, cultura, políticas públicas y para justificar el control político de quienes ostentan el poder. Pero la educación también es un proceso liberador, sobre todo de las visiones de mundo, mentalidades y aceptación de la desigualdad que afecta el bienestar de los seres humanos. Paulo Freire, filósofo brasileño, planteó en su obra “Pedagogía del oprimido” (1970) cómo la educación es la fuente de la liberación de aquellos que pertenecen a las clases marginadas de la sociedad. Hace hincapié en que la educación desde el poder solo es un instrumento que las clases privilegiadas utilizan para perpetuar la desigualdad social que dichas clases propician para su propio beneficio en detrimento de los demás miembros de la sociedad. A esta relación entre clases, Freire la llama relación “opresor-oprimido”. En su obra, plantea que los oprimidos reconocen su necesidad de libertad, pero temen iniciar el proceso liberador, por lo que optan por mantenerse adaptados a su realidad. El filósofo se refiere a este proceso como una dualidad:
Sufren una dualidad que se instala en la “interioridad” de su ser. Descubren que, al no ser libres, no llegan a ser auténticamente. Quieren ser, más temen ser. Son ellos y al mismo tiempo son el otro yo inyectado en ellos como conciencia opresora.
Solo se logra la liberación cuando se entiende el estado de opresión. Solamente entonces el sujeto propicia el cambio que resulta en el proceso de internalizar y materializar la libertad de la que se sabe merecedor e inicia su autoliberación.
Educación desde la estructura de poder
El valor que tiene la educación es inconmensurable. Por esta razón es que aquellos que tienen en su agenda el control del pensamiento colectivo y la idea de mantener un “statu quo” se valen de la educación como herramienta. No obstante, la educación, como decía Freire, puede ser una herramienta de opresión, pero también puede ser liberadora. César Rey Hernández, exsecretario del Departamento de Educación de Puerto Rico, plantea en el artículo “Educación y política pública: El reto de la gobernabilidad en Puerto Rico” (2009) que: “…la educación es fundamental para administrar una visión de mundo, unos códigos y unos valores imperativos para sostener a cualquier sociedad”.
Para que Adolf Hitler pudiera llevar a cabo su agenda política se valió de la manipulación masiva mediante la educación y la propaganda. Convenció con su discurso y difundió su ideal en la sociedad alemana de principios del siglo XX. Resulta interesante que Hitler, una vez que advino al poder, fundó la Liga Nacionalsocialista de Maestros. Esta asociación pasó de tener 5,000 seguidores a 220,000, y ya para 1937, el 97% de los docentes pertenecían a ella (Lobato 2014). Los docentes alemanes difundieron y validaron los principios nazis y con ello justificaron las acciones del gobierno del Führer. El “Manual oficial para maestros. Educación e instrucción, publicación oficial del Reich y del Ministerio prusiano de Ciencia, Educación y Cultura nacionales” era la guía que establecía los principios del sistema educativo nazi y que los docentes debían seguir a cabalidad. Dicho documento establecía detalladamente desde la manera en que se debían estructurar las aulas hasta lo que debían pensar los estudiantes.
La Alemania nazi representa solo un ejemplo. Otros casos de estructuras de poder político que utilizaron la educación como herramienta para justificar su agenda y mantener el control del colectivo que se pueden mencionar son Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, Benito Mussolini en Italia, Francisco Franco en España, Augusto Pinochet en Chile, Fidel Castro en Cuba, y el sistema educativo de los Estados Unidos, cuyo cuño nacionalista se ha resguardado detrás del llamado “excepcionalismo americano”.
Los ejemplos antes mencionados se distancian de los principios democráticos, toda vez que el pueblo ve minada la posibilidad de elegir a sus gobernantes y expresarse en torno a los asuntos que afectan al bien común. No obstante, incluso en aquellos casos donde se llevan a cabo elecciones bajo modelos que se consideran como democráticos, el sistema educativo se encarga de validar el proceso de selección aunque este no obedezca a los intereses de las masas, sino a las prerrogativas de quienes ostentan el poder. Los gobiernos, democráticos o no, controlan el sistema educativo e implementan su política pública conforme a estándares cónsonos con sus agendas gubernamentales. Los sistemas democráticos no garantizan que el sistema educativo no será utilizado para promover ideologías y mantener los paradigmas ya establecidos.
Aspectos importantes de la educación como herramienta política en Puerto Rico: 1898 a 1952

Saludo a la bandera (1946). Foto por Jack Delano.
Puerto Rico no es la excepción a la utilización de la educación como herramienta política. Inmediatamente después que Estados Unidos asumió el control de la Isla en 1898, se comenzó a gestar un plan para implementar la política pública estadounidense en todos los renglones, incluyendo el educativo. En 1899, el general John Eaton comenzó el proceso de la llamada “americanización” mediante la implantación del inglés como idioma para impartir la enseñanza en las escuelas públicas de Puerto Rico. La adopción del idioma inglés como lengua oficial puso en marcha el proceso de asimilación cultural de los puertorriqueños.
Dicha política pública no cambió hasta 1948, cuando Luis Muñoz Marín, el primer gobernador electo por voto del pueblo puertorriqueño, asumió la gobernación. Muñoz nombró a Mariano Villaronga como comisionado de Instrucción. Villaronga, a su vez, puso en vigor la circular núm. 10 del 6 de agosto de 1948, en la que se decretó la enseñanza del español como idioma oficial en las escuelas primarias y secundarias de la Isla .
En 1952, el gobierno de Estados Unidos aprobó la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. En el artículo II, sección 5, de la Constitución se estableció el derecho a la educación pública, libre y no sectaria en Puerto Rico. Esa educación sería provista por el sistema público de enseñanza, por tanto, respondería a la política pública del aparato gubernamental. Desde entonces, el sistema educativo puertorriqueño ha experimentado innumerables cambios dependiendo de la estructura y partido político que ostente el poder.
Resulta indispensable tomar en consideración los estatutos federales que están en vigor y rigen la política pública federal de Estados Unidos al examinar la política pública del gobierno local de turno en cuanto al idioma oficial y a los intentos de aumentar la utilización del inglés en el proceso de enseñanza. Puerto Rico es un territorio estadounidense y, por consiguiente, la legislación estatal es impuesta para estar de acuerdo, y no entrar en conflicto con la legislación vigente a nivel federal. De igual manera, el Departamento de Educación de Puerto Rico recibe asignaciones de fondos provenientes de legislaciones federales que requieren que se cumplan con los parámetros y estándares que establecen las asignaciones de fondos para justificar las transferencias.
Breves apuntes sobre la implantación de las políticas públicas educativas en Puerto Rico
En el ensayo de Rey Hernández citado anteriormente se señala y explica el reto que supone la administración del Departamento de Educación de Puerto Rico en términos de gobernabilidad dentro de la administración pública puertorriqueña. El ex Secretario de dicho Departamento discute las características particulares del sistema público de educación, los cambios que ha experimentado entre siglos y cuál es su realidad desde la temporalidad de fines de 1990. A su vez, plantea que la educación sirve como herramienta política. Considera que el cambio administrativo de una colectividad política a otra menoscaba la continuidad en la implementación de políticas públicas que pudieran beneficiar al sistema educativo a largo plazo, pero que son descartadas por el mero hecho de haber sido desarrolladas por el partido político contrario.
Incluso, cuando se generan buenas ideas y proyectos de algún nivel de competitividad, sufren del protagonismo del incumbente de turno y no se les da continuidad a los procesos ya iniciados. Esto tiene un grado de interrupción que equivale a décadas de desarrollo en el pensamiento y, tal vez, en el progreso del País en más de un sentido.
El autor llama a ese tipo de práctica en la administración pública “inmediatismo populista” y señala cuánto esta práctica redunda en que no puedan “despegar proyectos que transformen las bases del sistema educativo”. La utilización de la educación como herramienta política ha perjudicado al sistema educativo puertorriqueño ya que retrasa el progreso al eliminar proyectos provechosos sin justa causa.
Comentarios finales
El expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, decía que: “la educación es el arma más poderosa para cambiar al mundo”. Posiblemente el proceso transformador y liberador que implica la educación no tiene igual. Lamentablemente, en un sin número de casos en la historia se repite el patrón de la utilización de la educación como herramienta política en la que aquellos que ostentan el poder se valen de ella para afianzarse y justificar la puesta en vigor de una agenda más individualista que colectiva en detrimento del bien común.
Puerto Rico no está exento de este tipo de práctica. Probablemente el sistema educativo puertorriqueño no ha evolucionado debido a la utilización de la agenda educativa con fines políticos. Durante décadas, se han rechazado ideas y políticas públicas por el hecho de haber sido planteadas o implementadas por un adversario político. Simultáneamente, ha sido evidente el esquema de utilización del Departamento de Educación de Puerto Rico como mecanismo para adelantar agendas que benefician a individuos o entidades particulares y que han resultado en escándalos públicos e inclusive en conductas delictivas.
Apremia repensar el sistema educativo puertorriqueño, con especial atención a la realidad histórica que se vive de trasfondo. La complejidad de la situación del sistema educativo invita a cambiar el discurso por parte de los administradores del País y a convocar a otros actores al escenario educativo sin libretos preconcebidos y sin agendas personalistas; solo con el deseo de transformar la educación en una herramienta liberadora que propicie el pensamiento crítico, la solución de problemas y la gesta de un nuevo país.
Referencias
Freire, Paulo. “Pedagogía del oprimido”. Siglo Veintiuno Editores, 1970.
Lobato Olea, Francisco. “La educación en la Alemania nazi”. Trabajo de fin de grado, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Sevilla, 2014, pp. 1-71, https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/32721/TFG-105%20COMPLETO2.Final.2.pdf?sequence=1. Consultado 9/1/2021.
López Laguerre, María. “Trasfondo histórico de la educación en Puerto Rico”. Revista Educación, no. 58, 1998, pp. 1-20, http://cai.sg.inter.edu/reveduc$/prdocs/V58A03.pdf. Consultado 9/1/2021.
Rey Hernández, César. “Educación y política pública: El reto de la gobernabilidad en Puerto Rico”. Revista de Administración Pública, vol. 41,1 enero-dic. 2009, pp. 119-138.
Autora: Elga del Valle
Revisado: Lizette Cabrera Salcedo, 23/2/2021