Manifestación cubana / Periódico Metro
El influjo masivo de cubanos y dominicanos a Puerto Rico data de principios de la década de 1960. Dos eventos políticos en países vecinos marcan el inicio de este período: el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y el asesinato del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo en 1961. Estos eventos desataron una serie de fuerzas socioeconómicas que desplazaron a 36,052 cubanos a Puerto Rico entre 1959 y 2019, y 158,395 dominicanos entre 1966 y 2019. Además, las autoridades migratorias de Estados Unidos contabilizaron a 68,656 inmigrantes de otros países, para un gran total de 263,103 personas admitidas en Puerto Rico entre 1959 y 2019.
La inmigración cubana creció vertiginosamente durante la década de 1960, pero declinó precipitadamente a principios de la década de 1980. Aunque miles de cubanos salieron de su país durante el éxodo del Mariel en 1980, pocos emigraron a Puerto Rico y menos aún lo hicieron en los años subsiguientes. Es más, la población nacida en Cuba y residente en Puerto Rico se redujo de 22,811 en 1980 a 9,548 en 2019, según los cálculos censales.
En cambio, la inmigración dominicana tendió a aumentar desde 1966 (cuando comenzaron a publicarse estadísticas separadas para ese país) hasta mediados de la década de 1990, cuando alcanzó cifras sin precedentes. Según el censo, la población nacida en República Dominicana y residente en Puerto Rico aumentó de 20,558 en 1980 a 52,295 en 2019. Además, un número considerable de personas ha cruzado clandestinamente el canal de la Mona entre República Dominicana y Puerto Rico. En 1996, las autoridades migratorias de Estados Unidos estimaron que unos 34,000 inmigrantes indocumentados, mayormente dominicanos, vivían en Puerto Rico. Aunque nadie sabe a ciencia cierta cuántos dominicanos han entrado subrepticiamente a Puerto Rico, se sabe que este territorio estadounidense frecuentemente sirve como un trampolín para la emigración al continente norteamericano.
La mayoría de los inmigrantes cubanos y dominicanos se establecieron en el área metropolitana de San Juan. El mayor núcleo de la población cubana se encuentra en el municipio de San Juan, donde vivía el 40% de los cubanos para el año 2000, seguido por Guaynabo, Carolina y Bayamón. Los dominicanos también se han asentado primordialmente en los centros urbanos de Puerto Rico. Según el censo de 2000, casi el 80% de los dominicanos vivía en el área metropolitana de San Juan. Más de la mitad residía en el municipio de San Juan, particularmente en el distrito central de Santurce. Otros núcleos importantes de dominicanos se encuentran en Carolina, Bayamón y Guaynabo.
Aún más reveladora que la concentración geográfica de los cubanos y dominicanos es su distribución espacial dentro del área metropolitana de San Juan. En el año 2000, el censo constató que los puntos de mayor densidad de residentes cubanos eran: (1) Isla Verde en Carolina; (2) University Gardens y Hyde Park en Río Piedras; y (3) varias urbanizaciones contiguas en Guaynabo, incluyendo Golden Gate, Caparra Hills, Villa Caparra y Torrimar. Los datos censales sugieren que el patrón básico de asentamiento de los cubanos en Puerto Rico fue el de una rápida dispersión hacia las áreas suburbanas de clase media alta. Este desplazamiento físico coincidió con la movilidad ascendente de los inmigrantes en la estructura socioeconómica de Puerto Rico.
A diferencia de los cubanos, los dominicanos predominan en áreas residenciales de bajos ingresos en el municipio de San Juan. En términos proporcionales, la principal zona de concentración dominicana se encuentra en el barrio Capetillo cerca de la cona de Río Piedras, en San Juan. En términos absolutos, el mayor número de dominicanos se aglomera en Barrio Obrero y otros vecindarios pobres de Santurce como Seboruco, Herrera, calle Loíza y barrio Gandul. Los bajos alquileres, la localización central, el acceso a la transportación pública y la disponibilidad de empleos han atraído a muchos dominicanos a estos centros urbanos, caracterizados por el deterioro de su infraestructura por varias décadas. Los datos censales muestran que los dominicanos en Puerto Rico están mucho más segregados que los cubanos en un mercado de vivienda fragmentado por clase social, raza y origen nacional. En Santurce y Río Piedras, los dominicanos tienden a vivir en vecindarios con altas concentraciones de residentes pobres, negros y extranjeros.
En conjunto, los cubanos y los dominicanos han ingresado a segmentos opuestos de la fuerza laboral puertorriqueña. Por su parte, la mayoría de los inmigrantes cubanos se ha incorporado a los sectores ocupacionales medios y altos del comercio y los servicios. El 77.6% de ellos tenía empleos de cuello blanco, según los cálculos censales del 2019. El 54.6% laboraba en ocupaciones gerenciales y profesionales; otro 23% se dedicaba a tareas de ventas y oficina. Apenas el 22.4% eran trabajadores de cuello azul, de servicio y agrícolas. Este perfil ocupacional coincide a grandes rasgos con el de una clase media urbana.
Los empresarios cubanos en San Juan tienden a desempeñar el papel de una minoría intermediaria, especializada en la distribución de bienes y servicios dentro de la economía puertorriqueña. Muchos de ellos han establecido pequeños negocios o trabajan para sus compatriotas, especialmente en el comercio al detal, la construcción, los bienes raíces, los seguros y las comunicaciones. Las empresas cubanas han creado múltiples fuentes de ingreso y empleo para puertorriqueños así como para cubanos. La mayoría (59.9%) de los puertorriqueños entrevistados en una encuesta de opinión pública en San Juan, realizada en 1997, reconoció que los cubanos habían contribuido “mucho” o “muchísimo” al desarrollo económico de la Isla. En resumen, la mayoría de los cubanos en Puerto Rico se ha integrado al mercado laboral primario, caracterizado por salarios relativamente altos, prestigio ocupacional, buenas condiciones laborales, beneficios marginales y oportunidades de desarrollo profesional.
Por otra parte, la mayoría de los inmigrantes dominicanos ha ingresado a los peldaños inferiores de la fuerza laboral puertorriqueña, fundamentalmente en el sector de los servicios. Más de un tercio (34.5%) de todos los dominicanos empleados en 2019 eran trabajadores de servicio poco calificados —especialmente empleadas domésticas, conserjes y mozos de restaurante— y otro 15.6% eran trabajadores de cuello azul, tales como operarios, reparadores y obreros. Una minoría estaba empleada como gerentes y profesionales (21.2%) o como vendedores y oficinistas (18.9%). El perfil ocupacional de la población dominicana en Puerto Rico es predominantemente de clase obrera.
En esencia, la migración dominicana ha venido a aumentar la oferta de mano de obra barata en Puerto Rico. Los estudiosos han encontrado poco desplazamiento directo de trabajadores puertorriqueños por dominicanos, a excepción de algunos trabajos diestros y artesanales como los servicios de reparación. El influjo de dominicanos básicamente ha suplido una escasez laboral relativa en ciertos sectores económicos, como los servicios personales, la construcción y la agricultura. Aunque la comunidad dominicana ha creado numerosas empresas comerciales en San Juan —tales como agencias de remesas, cafeterías, restaurantes, sastrerías y salones de belleza—, su aportación principal a la economía receptora ha sido laboral, no empresarial. En síntesis, el grueso de los dominicanos se ha incorporado al segmento secundario del mercado de trabajo boricua, caracterizado por bajos salarios y prestigio ocupacional, así como pobres condiciones de empleo, escasos beneficios marginales y oportunidades limitadas de ascenso ocupacional.
Referencias:
Duany, Jorge. “La migración dominicana a Puerto Rico: una perspectiva trasnacional”. https://books.openedition.org/irdeditions/26945, consultado 12 de mayo de 2021.
Cobas, José A. y Jorge Duany. “Los cubanos en Puerto Rico: Economía étnica e identidad cultural”. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1985.
Autor: Dr. Jorge Duany
Actualización: 12 de mayo de 2021
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo