Trabajadores agrícolas en el municipio de Juncos. Foto cortesía del Archivo General de Puerto Rico. Colección de Obras Públicas.
INDUSTRIA AZUCARERA EN JUNCOS (SIGLOS XIX y XX)
La industria azucarera fue sin duda alguna la actividad económica más importante y de mayor impacto durante el siglo XIX en Puerto Rico. Un sinnúmero de factores internos y externos (por ejemplo, la desaparición de la mayor productora de caña en el Caribe, Saint Domingue/ hoy Haití) facilitaron el ascenso del cultivo y producción de la caña de azúcar en el país. Dicha circunstancia propició en algunos municipios el comienzo de la formación de una nueva estructura social que provocó grandes cambios en la vida económica, social, política, demográfica y cultural de los puertorriqueños. Al respecto hay investigaciones históricas rigurosas que muestran cómo fueron esas transformaciones sociales y económicas. Se han estudiado los casos de Ponce (Andrés Ramos Mattei y Francisco Scarano), Guayama (Luis Figueroa), Arecibo (Astrid Cubano), Vega Baja (Pedro San Miguel), Arroyo (Gloria Tapia) y Humacao (Cruz Ortiz Cuadra). A la luz de los estudios de caso de los autores mencionados, Puerto Rico cuenta con un panorama documentado de cómo fue variando la economía en el siglo XIX, que a su vez prepara la continuidad del azúcar en el siglo XX.
Sin embargo, la trayectoria de la industria azucarera en los municipios de la región centro oriental hasta el momento no es muy conocida, siendo uno de ellos el caso del pueblo de Juncos. Este municipio, rico en tierras, ríos y valles se fundó en el año 1797 y desde muy temprano orientó sus actividades económicas a la agricultura. Lo que permitió el arribo de comerciantes y empresarios que invirtieron sus capitales en los negocios azucareros y con ello se convirtieron en los señores del azúcar. Como secuela ocurrieron unas transformaciones en las estructuras sociales y económicas desde principios del siglo XIX hasta inicios del siguiente siglo XX con el desarrollo del modelo de la factoría central.
Origen de la sociedad del azúcar en Juncos
La élite azucarera en Juncos empezó a construirse desde muy temprano en el siglo XIX coincidiendo con el auge del cultivo de la caña de azúcar y de las primeras instalaciones de haciendas o ingenios en la isla a partir de la Real Cédula de Gracia del 1815. José Saldaña Pimental, dueño de la hacienda La Solitaria dominó esa sociedad aproximadamente desde 1820 hasta 1864, año en que falleció. En este momento encontramos en su testamento y otros documentos consultados una gran cantidad de bienes en su poder como también de puestos oficiales que ocupó en diferentes periodos dentro del municipio. Fungió como Alcalde de Juncos en cinco ocasiones entre los años 1814 al 1839.
Por otro lado, en relación a sus bienes observamos un listado detallado en su testamento, incluían: una estancia de ganado en San Fernando de Carolina de nombre Aurora, una hacienda de cañas (La Solitaria), una estancia de ganado llamada Unión, 16 casas en la capital en San Juan, cuatro casas de madera en Juncos, 1,200 cuerdas de terreno (cuatro caballerías), y 130 esclavos aproximadamente. Al analizar todo este inventario es posible validar su dominio azucarero durante esa primera parte del siglo XIX, teniendo en cuenta que gran parte de sus bienes eran usados para la producción del azúcar. Además, también hay que considerar que todo ese caudal lo convirtió en uno de los mayores contribuyentes del municipio y eso sin duda alguna fue uno de los factores que llevó a Saldaña a relacionarse con la política y la administración municipal de Juncos. No obstante, con su muerte en 1864, este dominio cambió drásticamente.
Lo más lógico durante el proceso de investigación fue pensar que sus descendientes ocuparían su lugar, sin embargo, según las fuentes consultadas encontramos que no fue así. Inmediatamente al fallecer Saldaña se constituyó la sociedad Hijos Saldaña. Esa sociedad estuvo compuesta por los 12 hijos del matrimonio entre José y Juana Peña. Los Protocolos Notariales evidencian que la mayoría de estos vivían entre los pueblos de San Juan, Río Piedras, Carolina, Caguas, Juncos y ejercían oficios no agrícolas, como, por ejemplo, Lino Saldaña era doctor en medicina y sus demás hermanos y hermanas vivían de las tierras arrendadas a pequeños agricultores del municipio de Juncos.
Ante la ausencia de interés por el manejo de los negocios agrícolas de su padre, la realidad de la familia Saldaña muestra lo que fue una tendencia en el caso de otros descendientes de hacendados azucareros de mediados del siglo XIX en adelante.
Comenzó la formación de un nuevo sector social –el de profesionales– que se desarrolló durante los próximos 40 años. Algunas causas que provocaron el surgimiento de esa nueva clase social económica durante el último tercio del siglo XIX, fueron: por un lado, los descendientes de los fundadores de Juncos que formaron sus fortunas y grandes extensiones de tierras durante principio del siglo XIX fueron falleciendo y sus sucesores al confrontar problemas económicos fueron vendiendo las tierras heredadas a nuevos vecinos; por otro lado, también muchas de las sucesiones se relocalizaron en otros municipios; y por último, la llegada de extranjeros y de nuevos vecinos con algún capital desplazó a los antiguas familias terratenientes, entre ellas a la familia Saldaña y algunos de los descendientes de los fundadores de Juncos con poder económico. Ante este panorama surgió una nueva generación de empresarios que ejecutaron el negocio del azúcar entre los años 1870 a 1900.
Una nueva clase dominando la industria del azúcar a fines del siglo XIX

Cortadores de caña. Cortesía del AGPR, Colección de Obras Públicas.
La segunda generación de azucareros comenzó tardíamente su dominio en Juncos en comparación con otras áreas de la isla. Mientras en la mayor parte del país, los hacendados estaban quebrando y perdiendo sus haciendas, y otros estaban adaptando sus propiedades al sistema de producción de la factoría central; a partir de 1870 en Juncos, de acuerdo al Registro de la Propiedad, la realidad agrícola azucarera era muy diferente.
Para ese entonces se fundaron cuatro haciendas aparte de la La Solitaria, ampliando así el núcleo de hacendados del municipio. Los nuevos hacendados fueron Jaime Palou Bosch, original de Palma de Mallorca, España; Elías Barbe Cadellán, procedente de Francia; Jacinto Polanco Delgado, vecino de Caguas; Agustín Collazo Jiménez natural de Juncos y Agustín Dueño Martínez que se había radicado en el municipio desde mediados del siglo XIX. Todos ellos fueron comprando poco a poco porciones de tierras instalando trapiches de bueyes y alguna otra maquinaria. De esta manera lograron reunir algún capital que los ubicó por un breve periodo en una mejor posición que la población general del municipio. Pero veamos brevemente caso por caso.
El francés Elías Barbe Cadellán se convirtió en hacendado luego de comprar entre los años 1869 a 1876 aproximadamente 400 cuerdas de terreno en el barrio Ceiba Norte. En el lugar estableció la hacienda Santa Ana que producía azúcar y ron para el mercado local. En los documentos identificamos que antes de finalizar el siglo XIX ya no elaboraba azúcar en su ingenio. Al fallecer Elías Barbe el 20 de septiembre de 1903 la hacienda quedó en manos de su esposa Eulalia Barbe y ésta la vendió en 1908 a Julio Gay del Santos, que fue uno de los nuevos integrantes de la sociedad del azúcar durante el siglo XX al convertir la hacienda en una central.
Por otro lado, el cagüeño y farmacéutico Jacinto Polanco Delgado formó también parte de la sociedad del azúcar al fundar la hacienda Rosalía ubicada en los barrios de Gurabo Abajo, Gurabo Arriba y Ceiba Norte, llegó a tener 800 cuerdas. La composición del ingenio se debió a la adquisición de 10 fincas compradas a propietarios endeudados en diferentes períodos. Al morir Jacinto en 1890 la hacienda se deterioró, y su esposa Rosalía en 1893 la arrendó por cinco años a Manuel Méndez Dueño. Posteriormente la viuda decidió venderla en 1912 al mismo Méndez Dueño. En ese momento la evidencia nos mostró que la hacienda se había convertido en una colonia azucarera, es decir que no procesaba azúcar, solo la dedicaban a la siembra y cultivo de la caña de azúcar.
El tercer integrante de la sociedad fue el español Jaime Palou Bosh. Este se convirtió en hacendado luego de adquirir la hacienda La Mallorquina de la sucesión de Jacinto Polanco Delgado en 1893. Palou según consta en su testamento había llegado a Puerto Rico luego de haber enviudado en Palma de Mallorca. En la Isla contrajo segundas nupcias con Dolores Jiménez Hernández, procreando cuatro hijos. Algo muy interesante es que Dolores era hermana de otras dos vecinas de Juncos, que también se habían casado con hacendados azucareros del municipio. Uno de ellos era Baldomero Collazo, padre del dueño de la hacienda Constancia, Agustín Collazo Jiménez y el otro era Agustín Dueño Martínez, nuevo propietario de la hacienda La Solitaria. En los años siguientes pudimos observar que Palou se enfrentó a los grandes retos de la industria del último tercio del siglo XIX y acumuló grandes deudas con terratenientes de la región, entre estos, Julio Gay del Santos, Antonio Roig Torrellas, la sociedad Bertrán Hermanos de Humacao y la Frizte Lundt y Cía. En 1902 Palou falleció y la sociedad Palou y Sobrinos se encargó de La Mallorquina. El endeudamiento de éstos causó que la hacienda se convirtiera en colonia de la nueva central supliendo la demanda de caña de la factoría central.
El cuarto miembro del nuevo grupo de hacendados fue Agustín Collazo Jiménez. Este hacendado comenzó a ser reconocido entre la élite azucarera por medio de la sociedad agrícola Castro y Collazo cuando compraron en 1889 la hacienda Constancia en Gurabo Abajo a Federico Diez y López. Sin embargo, Agustín Collazo, al igual Palou, sufrió los estragos de las crisis de la industria. Desde 1890 confrontó problemas de financiamiento teniendo que tomar prestado dinero en varias ocasiones. Algunos de sus prestamistas nuevamente fueron Julio Gay del Santos, Antonio Roig Torrellas y otros. Según el Registro de la Propiedad, Collazo trató de continuar en la industria con la hacienda Constancia, pero también sucumbió ante el fenómeno de la centralización de la producción azucarera a partir de 1904.

Construcción de la carretera de Loíza a Juncos.
El último caso es el de Agustín Dueño Martínez. Dueño logró su lugar en la élite al comprar entre los años 1871 a 1874 todos los derechos heredados a los Hijos Saldaña sobre la hacienda La Solitaria. Sin embargo, sus problemas financieros comenzaron inmediatamente tomó las riendas de la hacienda. Esta situación se muestra cuando cotejamos las inscripciones del Registro de la Propiedad de Juncos donde aparece Dueño entre 1874 y 1889 recibiendo refacción –préstamo de dinero para cubrir los costos de producción, el cual se pagaba al finalizar cada zafra– de varios prestamistas para operar su hacienda por la cantidad de 138,835 pesos moneda. Su endeudamiento provocó que arrendara La Solitaria a su sobrino Manuel Méndez Dueño desde 1896 hasta 1904. En ese último año Méndez Dueño vendió la hacienda al humacaeño Antonio Roig Torrellas, y éste la convirtió por medio de la sociedad Roig, Gay y compañía en factoría central provocando una reorganización en la economía y sociedad en Juncos durante las primeras décadas del siglo XX.
De la hacienda a la central: nueva estructura en la sociedad de Juncos

Al fondo una central azucarera y dos capataces a caballo en tierras cultivadas de caña.
Cortesía del AGPR. Colección de Obras Públicas.
A partir de ese momento podemos decir que ocurre el desplazamiento total de los hacendados por los nuevos centralistas. De las cinco haciendas descritas anteriormente, cuatros de ellas desaparecieron antes de la llegada del siglo XX por varias razones. En primer lugar, a causa de los elevados costos de producción y en segundo lugar debido a la escasez de financiamiento para mantener sus cosechas de caña, ya que se encontraban obligados a tomar prestado únicamente a las pocas sociedades mercantiles de la región oriental y estos cobraban altos intereses por cada refacción. Por último, por los bajos precios obtenidos de las ventas del azúcar. Todos esos factores pusieron en riesgo la subsistencia de la industria en Juncos. Desde entonces, los antiguos hacendados o familiares de estos, que vivieron como señores privilegiados del azúcar en el siglo anterior, fueron desplazados ya que no contaron con los recursos económicos para innovar en la industria. Desde ese momento se convirtieron en colonos, dependientes del nuevo régimen azucarero. Los nuevos colonos de Juncos y la mayoría del país se dedicaron solamente al cultivo de la caña, para venderla a la central por medio de contratos de siembra y molienda.
Por otra parte, ¿quiénes fueron los nuevos protagonistas a partir de la centralización del azúcar en Juncos? La nueva sociedad se compuso por un sinnúmero de personalidades que vivían en otros municipios, particularmente en San Juan. Encontramos que los miembros de la nueva sociedad se destacaron dentro de las esferas políticas y económicas en la isla. Algunas de esas áreas fueron la banca local e internacional, los partidos políticos (Unión y Republicano), y también ejercieron como dueños, accionistas y directores de varias centrales alrededor de la isla. Uno de los protagonistas que se destacó durante ese proceso en la nueva sociedad fue Antonio Roig Torrellas. Roig era dueño de la Central El Ejemplo desde 1896, del Roig Comercial Bank, de Ferrocarriles del Este, de miles de cuerdas de terreno, y desde 1904 también se convirtió en dueño de la Central Juncos.

En la foto de derecha a izquierda, Agripino Roig y Antonio Roig Torrellas en New York, 1904. Cortesía del AGPR. Colecciones Particulares, Familias Roig.
En el caso de Roig cabe mencionar que comenzó a involucrarse en la economía y en el negocio azucarero del municipio desde finales del siglo XIX. Fungió como prestamista de varios de los hacendados mencionados anteriormente por la necesidad de capital para mantener sus cosechas de caña zafra tras zafra. Por tal razón entendemos que Roig conoció de primera mano las necesidades de los hacendados y fue poco a poco insertándose en la industria azucarera de Juncos llegando a dominarla hasta 1926.
El segundo de este nuevo grupo fue Julio Gay del Santos, francés con mucho capital radicado en el municipio de Las Piedras. Era dueño de miles de cuerdas que había adquirido por diversas compras o ejecuciones de deudas e hipotecas a pequeños y medianos agricultores de la región. La mayoría de esas tierras las dedicó al cultivo de la caña de azúcar, lo que significa que obtuvo algún capital cuando las molió en la nueva central en Juncos, de la cual también formaba parte de la administración. El tercero fue Julio Guzmán, que era cuñado de Antonio Roig y dueño de cientos de cuerdas que heredó de su padre en Humacao. El cuarto fue Luis Rubert Cátala, español vinculado a la banca y al negocio del azúcar. Rubert fue presidente del Banco Comercial de Puerto Rico y también fungió como accionista y director de varias centrales al mismo tiempo que presidía la institución bancaria.
Otros que se destacaron como accionistas y con diferentes puestos en la Junta de Directores de la Central Juncos fueron Pedro Giusti, Eduardo Valladares, Abelardo de la Haba, Eduardo González, Gabriel Soler, Tomas Subirana, Carlos Armstrong, Jorge Bird Arias, Eduardo Ferrer, Agripino Roig, Adolfo Valdés, Carlos Toro, y dos grandes banqueros del extranjero, Waldemar Hepp y Van Alan Harris. Todo este grupo inició un proceso de acumulación de tierra en Juncos y en otros pueblos vecinos como Gurabo y Las Piedras, dominando la industria azucarera en la región hasta 1926. Ese poder causó que la nueva sociedad bajo el régimen de la central controlara la actividad económica, política y gubernamental como nunca antes se había experimentado en el municipio. Además, que atrajo un sector económico compuesto por grandes comerciantes, sociedades mercantiles, banqueros, accionistas, centralistas y otros negocios dependientes de la industria. Este sector propició condiciones favorables para operar el régimen del azúcar transformando así la geografía y la economía del municipio y por tanto reconfigurando la clase propietaria de la región.
Consideraciones finales
A causa de la transformación de la sociedad del azúcar y su ejecución a través de la hacienda y la central azucarera, el municipio de Juncos experimentó grandes cambios demográficos, económicos y estructurales. Esos cambios provocaron el desarrollo y expansión de los barrios de Gurabo Abajo, Ceiba Norte, Ceiba Sur, Lirios, Valenciano y el pueblo. Aunque la oferta de empleo en la industria no fue la mejor aun así permitió la emigración de muchos vecinos del campo y de otras municipalidades que buscaban oportunidades de empleo en épocas de zafra a causa del auge y de la expansión del monocultivo en la región. Esto provocó un acelerado aumento poblacional como queda manifestado en los censos poblacionales de 1899, 1910, 1920 y 1930.
Por otro lado, otro aspecto que benefició la transformación de la sociedad del azúcar fue la construcción de obras públicas del municipio, provocada por la necesidad de mejorar las condiciones para el funcionamiento eficiente de la industria del azúcar. Entre ellas, cabe señalar: la construcción de carreteras urbanas y rurales, puentes y caminos donde antes no existían, con el propósito de facilitar el transporte de la caña desde las fincas hasta la hacienda o la central. Por último, la instalación del ferrocarril aceleró el traslado del azúcar aumentando así la demanda cañera; además de convertirse en un vehículo de pasajeros dentro de los barrios mencionados del municipio. Sin duda alguna, identificar y poder evidenciar todos estos elementos económicos y sociales contribuye a dar a conocer un capítulo adicional de la historia de Juncos teniendo en cuenta que el municipio fue uno de baluartes económicos desde el siglo XIX y gran parte del siglo XX dentro de la región oriental en Puerto Rico.
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Autor: Dr. Javier Alemán Iglesias
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 27 de febrero de 2022
Edición: Mariela Fullana Acosta, 30 de octubre de 2022