Carátula de disco “La rebeldía”
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La década de 1950 trajo consigo sucesos trascendentales para la historia de Puerto Rico en todos los ámbitos de la vida social. En particular, en el campo de la música popular la figura de Felipe Rodríguez ocupó un lugar prominente en este periodo, junto a Daniel Santos, Bobby Capó, José A. Salamán, Tito Lara, Luis Lebrón y el Trío Vegabajeño, entre otros.
Cagüeño de nacimiento –su padre Luis Felipe murió antes de su alumbramiento el 8 de mayo de 1926- Felipe Rodríguez tuvo una niñez marcada por las dificultades propias de la orfandad paterna y la escasez. Desde muy pequeño se mudó con su madre, Carmen Quiñones, a Barrio Obrero, en Santurce, donde estudió la escuela elemental, intermedia y superior, mientras cultivaba sus habilidades para el canto durante su tiempo libre.
Felipe dio los primeros pasos formales en el mundo del arte en la década de 1940, cuando formó el trío Los Romanceros, con Julito Rodríguez y Sotero Collazo, y con ellos participó en el emblemático programa radial para aficionados “Tribuna del Arte”, producido por Rafael Quiñones Vidal. Iba al aire a través de las ondas de la estación WNEL.
El trío Los Romanceros grabó en 1949 “Siete besos”, “Aires de Navidad”, “Bomboncito”, “¿Por qué será?” y “Quizás tengas razón”, entre otros temas. En diciembre de 1949, Felipe se separó del trío Los Romanceros y en los meses de marzo y abril de 1950, organizó el trío Los Carpios, compuesto por Paquitín Soto, Rafael Monge, Néstor Dávila y Felipe, como director. Grabaron “No te cases Nicanor”, “Bebe bohemio”, “Tarolera” y “Una hora”. Más tarde el trío Los Carpios cambió su nombre por Los Antares, a sugerencia del propio Quiñones Vidal.
En el verano de 1952, Felipe Rodríguez se lanzó como cantante solista, grabando el tango “La última copa”. Al reverso del mismo elepé, grabó el bolero “Golondrina viajera”. De inmediato, ambas composiciones se convirtieron en éxitos, tanto en la radio como en las velloneras del País. A partir de ese momento, las velloneras tuvieron un papel protagónico en la carrera y el éxito artístico de Felipe Rodríguez. En los pueblos decían que había una canción de Felipe Rodríguez en cada vellonera de Puerto Rico. Es por ese tiempo que fue bautizado como “La Voz” por el conocido locutor y coleccionista de música Mariano Artau. Esos éxitos le dieron impulso para emprender una gira anual a través de la costa este de Estados Unidos, junto al trío Los Antares.
La carrera de Felipe fue totalmente edificada por su estilo único al cantar, ya que le ponía un color especial a todo lo que cantaba. A sus movimientos en el escenario, que en comparación sería un “Elvis Presley Boricua”, se unían sus toques particulares a la guitarra como si fuera un timbal y la entrega total en sus canciones. Tanto así que muchos compositores de renombre escribieron exclusivamente canciones para el estilo de Felipe Rodríguez.
Entre 1950 y 1953 también formó dúo con María Esther Pérez Félix. En 1954, unió voces con el ya conocido Pedro Ortiz Dávila, mejor conocido como Davilita. El dúo Felipe y Davilita, muy querido y respetado por el público, poseía un repertorio de canciones y álbumes como “La rosa blanca”, “Niebla del riachuelo”, “Pobre gaviota”, “Al paso” y discos navideños, entre otros.
El 12 de junio de 1959, Felipe se convirtió en el primer cantante boricua en interpretar el himno “La Borinqueña” en una pelea de pesos pesados que se transmitió de costa a costa en Estados Unidos. Su interpretación fue la antesala al combate entre el puertorriqueño Carlos Ortiz y el estadounidense Kenny Lane, en el Madison Square Garden. En medio de las nuevas corrientes musicales surgidas en la década de 1960, su fama continuó firme entre los puertorriqueños radicados en Nueva York.
De regreso en Puerto Rico, el cantante incursionó en una de sus grandes pasiones, la radio, desempeñándose como locutor en un programa musical titulado “Este es su disco”, que transmitía la emisora WITA Radio desde San Juan.
Para la década de 1970, La Voz volvió a ubicarse en los primeros lugares de las listas de éxitos al grabar junto a Davilita y Pellín Rodríguez varias producciones navideñas. Editados por la casa Borinquen, la canción “La protesta de los Reyes”, de Salvador Rosa hijo, se convirtió en 1974 en un clásico por su mensaje de reafirmación cultural. Y junto a “Parranda parrandera” y “Navidad”, marcó la trilogía de grabaciones navideñas que realizó el trío junto al Sexteto Borinquen.
Davilita y Felipe también interpretaron dos producciones que son clásicos de la canción popular puertorriqueña, “Canciones de Pedro Flores” en 1973 y “Canciones de Rafael Hernández” un año más tarde.
En la década de 1980, Felipe Rodríguez se mantuvo activo y ampliando su repertorio musical con canciones como “Por primera vez” y “Otra vez juntos”. En 1984 debutó en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, ante un efusivo público que lo acompañó en todas sus canciones. Recibió múltiples reconocimientos y homenajes en vida, entre los que destacan la dedicatoria del Festival Claridad en una de sus ediciones y la designación de la sala principal del Pabellón de las Artes de Caguas en su honor.
Cercano a la fecha de su fallecimiento, Felipe Rodríguez se unió al cantautor Felito Félix para grabar un disco de boleros que rápidamente se convirtió en un clásico. Cuando se disponía a grabar la segunda edición, lo sorprendió la muerte por complicaciones de salud el 26 de mayo de 1999.
Referencias:
Malavet Vega, Pedro. “La vellonera está directa: Felipe Rodriguez (La Voz) y los años ’50”. Santo Domingo: Editorial Corripio, 1984.
Fundación Nacional para la Cultura Popular, San Juan, Puerto Rico: Felipe Rodríguez (“La Voz”). Publicado el 26 de junio de 2014. https://prpop.org/biografias/felipe-rodriguez-la-vo. Accedido el 16 de julio de 2021.

8 de mayo de 1926
Caguas, Puerto Rico
26 de mayo de 1999
San Juan, Puerto Rico
Autora: Rosalía Ortiz Luquis
8 de septiembre de 2015