En Puerto Rico, la tasa de natalidad (el número de nacimientos vivos por cada 1,000 habitantes) ha venido descendiendo desde hace bastante tiempo (Tabla 1).[Tabla 1] Para mediados del siglo XIX, la tasa de natalidad era de 55 nacimientos por cada 1,000 habitantes. Ya para fines del siglo, la tasa era de 51 y continuó bajando lentamente hasta 1950, cuando se registraron 40.7 nacimientos por cada 1,000 habitantes. En otras palabras, la natalidad se redujo en más de 10 puntos o en un 20% durante los primeros cincuenta años del siglo XX.
Entre 1950 y 1960, la tasa bajó de 40.7 a 35.0, o sea, un descenso de 14% en tan sólo una década, lo que representa una desviación bastante radical de lo que venimos observando hasta 1950. Durante los últimos años el descenso ha sido mucho más lento y en el período de estudio la tasa era de 31.1 nacimientos por cada 1,000 habitantes. Gran parte de este descenso puede atribuirse a cambios ocurridos en las estructuras de edad, sexo y estado marital de nuestra población como resultado de la emigración en masa de puertorriqueños a Estados Unidos. Durante la década de 1950, de un total de 450,000 emigrantes, 350,000 eran personas de 15-44 años de edad, es decir, un 78% de los migrantes eran personas de los grupos de más alta reproducción biológica. Además, la emigración se llevó más hombres que mujeres y por lo tanto la proporción de mujeres casadas en los grupos jóvenes y de más alta fecundidad disminuyó entre 1950 y 1960. Y por último, la emigración en masa resultó en un aumento significativo en la proporción de mujeres casadas con esposo ausente.
Entre los factores tradicionalmente asociados con la fecundidad, se encuentran la edad, el lugar de residencia y nacimiento, la educación, la actividad económica, el nivel económico y la religión de la mujer. En Puerto Rico, verificamos un hecho de todos conocido: que la fecundidad en la mujer tiende a disminuir con la edad. Al igual que en la mayoría de los países de nuestro mundo contemporáneo, la fecundidad para aquellas fechas era más alta entre la población rural que entre la urbana. Las madres que nacieron y que vivían en San Juan (la capital) tenían la fecundidad más baja, siguiéndoles en orden ascendente las que nacieron en San Juan y vivían en otra parte, luego las que no nacieron en San Juan pero vivían en la capital y por último las de fecundidad más alta eran aquellas que ni nacieron ni vivían en San Juan a la fecha del censo. Para cualquier grupo de edad, la fecundidad disminuye ininterrumpidamente a medida que el nivel educativo aumenta. Las mujeres que trabajan tienen menos hijos como promedio que las que no trabajan, por lo menos en Puerto Rico. Si bien es cierto que en varios estudios realizados en Puerto Rico se ha encontrado alguna relación entre la fecundidad y el nivel económico, el grado de correlación entre estas dos variables es muy bajo. No existe tampoco relación alguna entre el nivel de la fecundidad y la religión a que pertenece el individuo.
Autor: José L Vázquez Calzada
Publicado: 16 de septiembre de 2014