El rezo del Rosario es un rito católico, herencia de la tradición religiosa española, que se ha practicado en Puerto Rico desde la Conquista y la Colonización. Con el pasar de muchas generaciones, esta tradición se arraigó en el folclor de la Isla dando paso a diversas manifestaciones de la cultura popular mediante las cuales la plegaria del rosario incorporó nuevos elementos relacionados a eventos o situaciones específicas tales como el rosario a la Santa Cruz (en las Fiestas de Cruz), el rosario de promesas y el de las ánimas o difuntos.
A través del rezo del rosario se conmemoran los cinco misterios principales de la vida de Jesucristo y de la Virgen, recitando después de cada uno un padrenuestro, diez avemarías y un gloriapatri. La serie de cuentas están separadas de diez en diez por otras de distinto tamaño, unida por sus dos extremos a una cruz, precedida por lo común de tres cuentas pequeñas, que suele adornarse con medallas u otros objetos de devoción y sirve para hacer ordenadamente el rezo.
El rosario de Cruz constituye una de las manifestaciones folclóricas del rosario en Puerto Rico. Se llevan a cabo durante las Fiestas de Cruz celebradas en mayo. Estas fiestas tienen sus orígenes en la Edad Media y celebraban la devoción a la Santa Cruz en la que murió Jesucristo. Esta tradición llegó a Puerto Rico a través de los conquistadores españoles. Sin embargo, con el transcurso de los años fue adquiriendo rasgos puertorriqueños. Como parte dela celebración, se realiza un rosario cantado, es decir que se lleva a cabo al son de música y se extiende por nueve días (o novenario). Cada noche se celebra en una residencia o lugar público diferente. La cruz se adorna de modo distinto, con flores y cintas, cada día.
Los cantos giran en torno a la cruz, a Jesucristo, a la Virgen María y al mes de mayo. Se canta música popular criolla con acompañamiento instrumental de guitarras, a las que se le puede sumar el cuatro, el bongó y otros instrumentos. Los ritmos incluyen valses, marchas festivas, aguinaldos, entre otros.
El rosario de promesas a la Virgen y a los santos es otra de las manifestaciones populares del rosario. Las promesas consisten en ofrecimientos religiosos de algún sacrificio u obra piadosa por parte de los creyentes que se realiza por devoción o a cambio de una petición. Se promete a la virgen o al santo rezar un rosario por determinada cantidad de veces. Se cumple la promesa la víspera del día del santo. Días antes, la familia que hace la promesa prepara obsequios para distribuir a las personas que participarán de la actividad, los cuales pueden consistir, entre otras cosas, en dulces típicos.
El día de la promesa se prepara un altar en honor a la virgen o al santo. Este espacio se considera sagrado desde el momento en que se comienza a pagar la promesa. Al caer la noche, se canta el primer rosario, el de los misterios gozosos; entre doce y una de la madrugada se cantan los misterios dolorosos y entre las cinco y seis de la mañana se cantan los misterios gloriosos. Los rezos están al mando de un rezador o “cantaor” de rosarios.
Entre cada rosario se cantan aguinaldos (décimas y decimillas de tema religioso) y villancicos al santo de devoción o de tema religioso en general, con el acompañamiento de guitarra, cuatro, guïro y otros instrumentos. En la espera del siguiente rosario, se consumen refrigerios. Al terminar el último rosario, conocido como el rosario de la aurora, se desmonta el altar y se lleva a cabo un baile hasta el atardecer.
En cuanto al aspecto ritual, el rosario de promesa exhibe un cambio marcado en estructura frente al rosario de la Virgen, el institucional. En vez de rezar diez avemarías consecutivos por cada sección, se reza una oración para el santo de la promesa, la cual se conoce popularmente como ‘la palabra’. Después de la letanía, se añade un reparto de oraciones y los gozos o ‘letanía folclórica’. El reparto está compuesto del ofrecimiento y una serie de peticiones a los santos, que se rezan de acuerdo a las peticiones de la familia que dedica el rosario. Estos pedidos se refuerzan con un número indefinido de padrenuestros y avemarías, tras los cuales se reza un salve y un credo.
La tercera expresión folclórica del rosario es el de ánimas o difuntos. En esencia, este rosario es un rito de paso para las ánimas o almas de los difuntos. El ritual completo requiere de 33 tercios o recorridas del rosario, que se subdividen en dos novenarios y trece que se rezan la noche del velorio. El primer novenario consiste en nueve rosarios, a saber el de la Buena Muerte; el de la Mesa; el de despedida de la casa; una cadena de dos rosarios para el camino de la casa a la Iglesia; el del Santísimo Sacramento; otra cadena de dos rosarios para el camino entre la Iglesia y el sepulcro y, finalmente, el del Anima Sola.
En la noche del velatorio, se lleva a cabo el segundo ritual, el que consiste en trece rosarios en los que se les pide ayuda a diferentes figuras para que intercedan por el difunto para que llegue al cielo. El tercer ritual, el Novenario de ánimas, se celebra durante nueve días consecutivos luego de que se entierre al difunto. Las primeras ocho noches se reza un tercio cada noche y en la novena noche se rezan tres para un total de once rosarios. En total, son treinta y tres rosarios, tantos como años de vida tuvo Jesús.
Durante el velorio, los ofrecimientos del rosario incluyen diferentes romances u oraciones de carácter popular. Las personas participan de los rezos y de los cánticos. Se invocan a las diferentes advocaciones de la Virgen y de Jesús, así como a los santos, para que intercedan por el alma del difunto. En el rosario de las ánimas se pueden rezar los avemarías o se pueden sustituir por una oración que se rece diez veces, lo que lo hace diferente al rosario de la Virgen.
Las diversas manifestaciones folclóricas del rosario en Puerto Rico han ido desapareciendo poco a poco. Sin embargo, en la actualidad, algunos centros culturales adscritos al Instituto de Cultura Puertorriqueña han tratado de mantener viva esta tradición, así como diversas feligresías alrededor de la Isla.
Adaptado por Grupo Editorial EPRL
Escabí Agostini, Pedro. El Rosario: vista parcial del folklore de Puerto Rico. 2ª edición. Ponce, P.R.: Centro de Investigaciones Folklóricas de Puerto Rico, Casa Paoli, 2002. Impreso.
Publicado: 9 de septiembre de 2014.