La afición por las carreras de caballos ha existido en Puerto Rico desde por lo menos el siglo XVIII de acuerdo a la historia de Fray Iñigo Abbad y los cuadros de nuestro primer pintor Campeche. En un principio fueron competencias para demostrar la belleza de los equinos y la gracia de los jinetes, tanto hombres como mujeres. Fue en el siglo XIX que los hacendados peninsulares y criollos pusieron a competir a sus caballos para demostrar la fortaleza y rapidez de los sementales.
Las fiestas Patronales propiciaban anualmente la celebración de competencias y desfiles de los mejores ejemplares. En 1882 Ponce y San Germán inauguraron cada uno, por primera vez, las carreras en el hipódromo de acuerdo a Emilio E. Huyke. Con la idea de establecer un hipódromo en San Juan, El Boletín Mercantil anunció, el 5 de noviembre de 1884, la organización de un “Jockey Club” en la capital. En 1887 el gobernador Don Juan Contreras inició la construcción de un entablado en el sector Olimpo de Santurce. El Boletín Mercantil comentaba la próxima inauguración: “empieza a manifestarse con halagüeñas señales… las primeras carreras de caballos que no dudamos han de constituir un verdadero acontecimiento que cogerá con agrado y simpatía nuestra sociedad”.
Las competencias tenían el objetivo de apostar a los caballos que corrieran más rápido la distancia entre 1000, 1500 y 3000 metros. Además, se otorgaban premios en metálico a los dueños de los ejemplares victoriosos. Para finales del siglo XIX, la Isla contaba con cuatros hipódromos: San Juan, Ponce, San Germán y Mayagüez. Sin embargo, las competencias hípicas predominaban en San Juan y Ponce.
El hipismo luego de 1898
Con el cambio de soberanía en 1898 resulta interesante constatar la dejadez por períodos de meses y años de las carreras de caballos. En muchos casos, los hipódromos mantenían un programa de actividades corridas, y luego pasaban un largo tiempo inactivos. Había momentos en que únicamente el hipódromo de Ponce se mantuvo en funciones. La Correspondencia de Puerto Rico recordaba que “en tiempos de España” el Gobernador Contreras había estimulado dicho “sport” en San Juan. Ante el auge y éxito de las carreras en Ponce, El Boletín Mercantil interrogaba a los lectores: “¿no podría San Juan tener también un hipódromo?” La espera duró hasta 1906, cuando un grupo de accionistas de la capital decidieron trasladar y construir el nuevo hipódromo en la parada 20 de Santurce. El día de la inauguración, La Correspondencia expresaba: “el sport de las carreras de caballos es uno de los más elegantes y cultos . . . de ahí el que en todos los países civilizados se le dé gran importancia”.
A pesar del “entusiasmo” y la “alegría” del espectáculo, el público se lamentaba de la poca organización, la falta de servicios de ferrocarril y las reglas de partida de una carrera a otra. Más aún, con la cantidad de gente el “trolley” (una especie de carro eléctrico) no daba abasto, provocando que los usuarios tuvieran que regresar andando. De todos modos, La Democracia reseñaba la gran asistencia a la inauguración del hipódromo en Santurce, y, en especial, la presencia de un “hermoso” contingente de “bellas” y “simpáticas” damas de la alta sociedad de San Juan. Además de resaltar el nivel competitivo de los ejemplares traídos de la ciudad de Ponce, llevándose éstos la mayoría de los premios y aplausos de la “distinguida concurrencia”.
La rivalidad entre los caballos ponceños y capitalinos hizo historia. No pasaba desapercibida la fecha en que nuevamente se enfrentaban en carreras los caballos de ambas regiones. El 2 de agosto de 1906, La Correspondencia anunciaba las segundas carreras de la temporada hípica a celebrarse en Ponce, asegurando que habría rebajas de parte de la American Rail Road Co. para los pasajes de ida y vuelta. Además de la instalación de la “Banca Alemana” para hacer las apuestas entre carrera y carrera. Sin embargo, El Heraldo Español informaba un año más tarde que el señor Antonio Barceló, miembro de la Cámara de Delegados, había presentado un proyecto para prohibir ciertos juegos, incluyendo la “Banca Alemana”.
El líder del Partido Unión sostenía que “el hipismo estimulaba la crianza de caballos y selección pero creía incorrecto el sistema actual de jugadas, donde no existía garantía para el público, ya que la costumbre era escribir en una pizarra, usando tiza, pero era fácil de borrar”. Al parecer el proyecto no fue aprobado, porque las apuestas en las “Bancas” continuaron. Las cronistas utilizaban las incidencias hípicas para comentar las altas y bajas del “culto sport”. Siempre ocurrían cosas interesantes en el hipódromo. Por ejemplo, el cronista de La Correspondencia, “Peridem”, reseñaba el entusiasmo “irresistible” de las “domésticas” por las carreras de caballo.
Por otro lado, en la inauguración del nuevo hipódromo de San Germán, el “jockey” de un caballo llamado “Jibarito” nunca se presentó a la carrera, pero “un campesino que estaba por los alrededores fue invitado, lo montó y venció”. El Heraldo Español publicaba los telegramas “remitidos” por los caballos “Perlafina” y “Majestic”, denotando en los comunicados la “tensión” entre ambos rivales. Aún así, los cronistas lamentaban, en muchas ocasiones, la disminución del público y exhortaban a los administradores a ser más dinámicos con los anuncios de las carreras. Cuando la crisis se tornaba difícil, los administradores remataban al mejor postor el hipódromo para sostener las competencias.
Para aliviar esta situación se organizaron en 1909 reuniones en San Juan con el propósito de establecer una entidad que lograra un mejor control de las competencias hípicas. El nuevo “Jockey Club Puertorriqueño” preparó un reglamento de las actividades e intentó crear una escuela para jinetes. Pero los hipódromos continuaron subastándose, y con la poca o ninguna ayuda del gobierno era imposible salir a flote. No empece a esta situación, los cronistas intentaban levantar la moral y la atención de los lectores.
El Puerto Rico Ilustrado mostraba a los aficionados hípicos un panorama visual de los ejemplares ganadores y del público asistente. Además de ofrecer sus “cultos y refinados” comentarios: “como verán . . . la afición a este simpático sport no ha decaído en nuestra capital . . ., (y no puede faltar el toque femenino) allí suele reunirse algunas veces las mujeres aristocráticas de San Juan y Santurce, que van buscando gratas impresiones domingueras para amenizar la vida. Otros cronistas eran más severos y apasionados en sus historias.
El corresponsal de Gráfico, “Fraskally”, criticaba la desorganización y la falta de control con los “jockeys” y los jueces de llegada, restándole credibilidad al hipódromo. Sin embargo, el cronista no podía obviar su gusto por el hipismo y reseñaba que se “puede ir al hipódromo a divertirse, únicamente, con los gestos y posturas. . . ridículas que hacen los exaltados”. De todos modos, no es hasta el 13 de marzo de 1913 que la Cámara de Representantes aprueba el proyecto creando la Comisión Hípica Insular. Según Emilio Huyke, la nueva disposición puso en claro la legalidad del deporte de las carreras de caballo. La Comisión emitiría reglas, otorgaría licencias, nombraría personal adiestrado y velaría por los mejores intereses de la actividad hípica.
Pero las soluciones no eran fáciles, existían las continuas quejas de los cronistas por la poca edad y la apariencia desagradable de los “jockeys”; además de arremeter contra el jurado por permitir que “un fregón que acababa de estar lavando el piso montara un caballo” de acuerdo a La Correspondencia del 30 de septiembre de 1913. Las nuevas disposiciones pusieron sobre el tapete la legalidad de las jugadas de “pools”: invento puertorriqueño de apuestas con previa anotación a los futuros caballos ganadores. Aunque las enmiendas a las actas oficiales prohibían las jugadas de “pools”, se continuaron jugando clandestinamente. Así pues, la primera fase de la reglamentación del hipismo puertorriqueño le daba vida a un deporte de las clases acomodadas de la Isla, el que, irónicamente, más tarde se convertiría en uno de los favoritos de los sectores populares.
Autor: Walter Bonilla
Publicado: 29 de agosto de 2014.