La generación del 60, producto de la formación del Puerto Rico moderno, creado por el crecimiento económico durante el populismo colonial entre 1940 y 1960, fue una generación de una excelente formación académica y una desafiante independencia de pensamiento, capaz, por lo tanto, de enfrentarse a las viejas tradiciones al interior de la Iglesia. Esta generación, provocada par el agotamiento del populismo, la Revolución cubana y la Guerra Fría, fue templada en la plaza pública por las luchas en favor de la Reforma Universitaria; el ambiente de la guerra de Vietnam; las Iuchas contra el servicio militar obligatorio y contra la presencia del Departamento de Ciencias Militares de los Estados Unidos en la Universidad de Puerto Rico (ROTC, por sus siglas en inglés); y por la nueva Iucha contra la condición colonial de Puerto Rico. A nivel religioso, fue enriquecida por los movimientos de renovación de la Iglesia y la recuperación de la dimensión social del Evangelio que se daban desde el Consejo Mundial de Iglesias, la Federación Mundial de Movimientos Estudiantiles Cristianos (WSCF), Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL), y por la radicalización de la Iglesia católica en América Latina a partir del Concilio Vaticano lI y la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín, en la cual participaban por vía de experiencias ecuménicas. El protestantismo de esta generación se desvinculó de la ideología misionera proamericana y anexionista y transitó hacia posiciones críticas, jamás pensadas por las generaciones anteriores y sus fieles discípulos. Trabajó el problema de fe e ideología, destiló la problemática del Evangelio y la cultura y articuló una nueva práctica y un nuevo discurso político protestante que se ubicó en la teología de la liberación. Como consecuencia, un sector importante de las iglesias vincularía su pensamiento y su práctica a la cultura protestante internacional, particularmente, a la cultura latinoamericana de avanzada, saliendo de las estrechas coordenadas de la relación Puerto Rico-Estados Unidos.
En consecuencia, las décadas del sesenta y setenta fueron dos décadas de luchas entre las generaciones americanizadas y esta última, ambas formadas en dos contextos históricos diferentes y ubicadas durante esa época en la tensión de la Guerra Fría. En las cuestiones arriba mencionadas, los jóvenes pastores, seminaristas y estudiantes universitarios de las Iglesias protestantes confrontaron y fueron confrontados por las generaciones anteriores. Este fue un choque de generaciones que no solo recogía la generación joven, sino aquellos pastores viejos de la generación del treinta y el cincuenta que habían adelantado en sus posiciones ideológicas y teológicas y que representaban otra cultura, como lo eran el Rvdo. Miguel Limardo, el Dr. Nehemías Cintrón y otros. Así que no fue solamente un choque generacional, sino un choque cultural. Más de 35 jóvenes pastores y seminaristas sufrieron las consecuencias de la persecución por las autoridades eclesiásticas. La Oficina de Trabajo Universitario del Concilio Evangélico y la capellanía universitaria fueron eliminadas, mientras el Seminario Evangélico sufrió el control ideológico de la derecha en su Junta de Directores por más de 20 años. Fue para esta época que se publicó el infame libro Entre Cristo y el Che Guevara: historia de la subversión política en las iglesias evangélicas de Puerto Rico de la editorial Palma Real. No solo ocurrió entre los protestantes, sino también en la Iglesia católica, donde las autoridades cerraron su seminario en la Universidad Católica y desmantelaron trabajos misioneros en sectores pobres como en los pueblos de Comerío, la barriada La Perla y el pueblo de Coamo.
Este artículo fue adaptado por el Grupo Editorial.
Autor: Samuel Silva Gotay
Publicado: 30 de marzo de 2016.