El atletismo puertorriqueño se limitó en “tiempos de España” a carreras de rapidez de corta y larga distancia en las festividades del Patrón del pueblo. Después de iniciado el gobierno civil en 1900, los estadounidenses experimentaron con los eventos de pista y campo, como antesala a los juegos de béisbol. El “menú” típico de estas competencias eran las carreras de velocidad, tiro de la pesa, salto a lo largo y, en ocasiones especiales, el “puerco ensebado”. Así pues, “surgía ahora el amor del boricua por el atletismo”. En 1903, las competencias tomaron un nuevo giro, el establecimiento de la Universidad de Puerto Rico propició las actividades atléticas entre las diferentes escuelas de la Isla.
No solamente se utilizaron los terrenos de jugar pelota, sino también, los jóvenes atletas podían efectuar sus programas deportivos en los predios de Río Piedras. Aunque más adelante, las diferentes regiones escolares tuvieron sus propias organizaciones atléticas para celebrar eventos entre sí. El Comisionado de Educación, Dr. Edwin G. Dexter, había creado en 1907 la Insular Interscolastic Athletic Association, con el objetivo de enfrentar anualmente a los diferentes liceos, institutos, escuelas públicas y vocacionales del país. Aún así, el desarrollo del atletismo puertorriqueño estuvo en estos primeros años, en manos del sistema educativo estadounidense; exclusivo, después de todo, para las clases acomodadas de la sociedad.
Los sectores populares tenían que conformarse con observar las carreras pedestres que se realizaban los domingos en los distintos pueblos. De estos eventos surgió la figura mítica del mejor corredor de Puerto Rico: Nicasio Olmo. El “Campeche”, como se le apodaba, había nacido en Arecibo y desde temprana edad demostró grandes habilidades artísticas y atléticas. Su difícil situación económica lo llevó muy joven a Nueva York, en donde tendría la oportunidad de estudiar y trabajar.
Para 1910, la reputación de Olmo empezó a resonar en los maratones de la “Gran Manzana”. Aunque no existe mucha información de las primeras carreras de Nicasio, La Democracia reseñaba en 1912 la sorprendente victoria de Olmo en el maratón anual del Club Atlético del Bronx. En esta ocasión, Nicasio, quien pertenecía al Club Atlético de San Anselmo en Nueva York, corrió representando los colores de Puerto Rico. Pero ilegalmente debido a que los oficiales de maratón no reconocieron a la Isla bajo ningún emblema deportivo.
Sin embargo, “Campeche”, quien había ganado la misma carrera el año anterior, le había prometido a unos amigos en Arecibo competir por “Borinquen”. El corresponsal de La Democracia, admirando dicha actitud, comentaba la acción patriótica de Olmo y anunciaba su pronto regreso al país con el objetivo de organizar y dirigir el “Porto Rican Athletic Club”. En los meses siguientes, Nicasio tomó participación directa en el desarrollo y fomento de nuevos atleta, sin abandonar, por supuesto, sus propios entrenamientos. El 22 de mayo de 1913, La Democracia, que le seguía muy de cerca, daba a conocer la próxima carrera de Olmo en Estados Unidos. “Nuestra isla . . . no ha sido olvidada y será fuertemente representada por uno de sus hijos, el champion Nicasio Olmo, al presente en esta metrópoli y el mejor atleta que la isla ha producido”. No se equivocaba el rotativo, “Campeche” demostró en el maratón de “Belmar” su extraordinaria resistencia, derrotando a los mejores corredores del mundo. Como inspiración por la victoria de Nicasio, se le dedicaba un extenso poema al “veloz jibarito de Arecibo”. Uno de los versos leía: “y gozaremos la gloria y tendremos el honor de que eternice la historia ¡Claro está! Nuestra memoria como un pueblo corredor”. A pesar de su fama internacional, Olmo nunca dejó de exponerse ante el público que lo quería y lo ovacionaba.
En ocasiones, Nicasio se presentaba en un pueblo únicamente para que la gente lo viera correr. Otras veces, llegaba él solo de una carrera pedestre que había contado con un grupo de aficionados fondistas. Trágicamente, el 19 de mayo de 1915, la muerte lo sorprendería en su momento de mayor esplendor. Así el “maestro”, con 27 años de edad, abandonaba su patria, conquistando los mayores galardones del atletismo mundial. La Democracia y El Boletín Mercantil lamentaban el fallecimiento del ilustre corredor, y este último rumoraba que había muerto de “pasmo”. El Boletín Mercantil anunciaba una competencia especial en Arecibo, con el propósito de donar las ganancias a la viuda de Olmo. En 1954, Nicasio Olmo fue exaltado al Salón de la Fama del Atletismo Puertorriqueño.
Autor: Walter Bonilla
Publicado: 29 de agosto de 2014.