Poeta, ensayista, periodista. Uno de los fundadores del movimiento literario de vanguardia llamado Atalayismo, desarrollado a finales de la década de 1920 en San Juan. Fue miembro del Partido Nacionalista, debido a su participación militante dentro del nacionalismo fue sentenciado a prisión. Tras radicarse en Nueva York en 1942, se insertó en varios movimientos sindicales y sociales de esta ciudad, donde su figura se asoció a la defensa de El Barrio y al fomento de la educación, las letras y los jóvenes artistas puertorriqueños.
Soto Vélez nació en el municipio de Lares el 4 de enero de 1905. Completó los grados primarios en su pueblo natal. Continuó su educación en Arecibo y la finalizó en San Juan a donde se trasladó en el 1920. En el 1928 trabaja como jefe de redacción de El Tiempo, vocero del Partido Republicano Puertorriqueño de José Celso Barbosa. Después de publicar en este organismo un editorial solicitando que la Asociación de Productores de Azúcar pagara las debidas contribuciones al erario público, fue despedido de sus labores.
Desde finales de la década de 1920, Soto Vélez se había insertado en la vida literaria y cultural capitalina. Formaba parte de un grupo de poetas, entre los que figuraban Graciany Miranda Archilla, Alfredo Margenat y Fernando González Alberty, quienes se reunían secretamente y se denominaban en un principio «El hospital de los sensitivos». Los “conciliábulos”, como se llamaban entre sí, adoptaban pseudónimos poco comunes; Soto Vélez utilizaba “Archipámpano de Zintar”, “Zelve Zintar” o “Abel Irián”, lo que era representativo de su propuesta de crear un antilenguaje.
Ya para 1929, el colectivo había adoptado el nombre de “Atalaya de los Dioses”, al cual pertenecían, además de los iniciadores ya mencionados, Luis Hernández Aquino, Angel Dionisio Trujillo (René Goldman), Pedro Carrasquillo, Samuel Lugo, Juan Calderón Escobar, José Joaquín Ribera Chevremont, Carmen Alicia Cadilla y Antonio Cruz y Nieves, entre otros. La mayoría de los atalayistas cultivaron principalmente la poesía de vanguardia, aunque también desarrollaron el ensayo y el cuento. La poética de vanguardia que proponían los atalayistas buscaba romper con los modos literarios tradicionales en términos de forma, imaginería y ritmo. Esta poesía se acercó al campo político en su postura de corte revolucionario, lo que permitió que muchos de sus seguidores se identificaran con las ideas de Pedro Albizu Campos, quien desde 1930 lideraba el Partido Nacionalista Puertorriqueño.
Soto Vélez publicó sus poemas atalayistas en varios periódicos puertorriqueños tales como: Gráfico de Puerto Rico, La Linterna, Alma Latina, Indice, El Diluvio, Puerto Rico Ilustrado y Armas, este último fundado y dirigido por él hasta principios de 1936. Tanto él como los demás atalayistas colaboraban en la columna de crítica literaria llamada “Los puyadores de gazapos” que se publicaba en el periódico El País. Cultivó también, en la prensa, una prosa atalayista bajo el epígrafe Proloquios; estos trabajos los compiló en el volumen Escalios (1937), que trabajó mientras se encontraba preso por sus actividades políticas en la cárcel La Princesa, ubicada en el viejo San Juan.
Durante su época atalayista, también formaba parte del Partido Nacionalista Puertorriqueño, el cual proponía principalmente la lucha armada para alcanzar la libertad. Por su actividad política sufrió cárcel por unos meses en 1934 y nuevamente en 1936, año en que fue arrestado por conspiración sediciosa, junto al poeta Juan Antonio Corretjer, el líder del partido Pedro Albizu Campos, además de otros cinco nacionalistas. Esta vez, el encarcelamiento tuvo lugar temporeramente en la cárcel La Princesa, de donde fueron trasladados a Atlanta, Georgia. Tres poetas puertorriqueños enaltecieron con su poesía tanto la figura de Soto Vélez como las de los otros nacionalistas encarcelados: Julia de Burgos con su poema “Responso a las ocho partidas”, Graciany, con “Romance a los libertadores” y Francisco Manrique Cabrera con “Canción que amarga vibra”.
En 1940, Clemente Soto Vélez regresó a la Isla luego de obtener la libertad bajo palabra. Por formar parte de tertulias con sus antiguos compañeros de partido y por hablar abiertamente de la situación política del país, lo que violentaba las condiciones de su liberación, fue arrestado una vez más. Cumplió los últimos dos años de su sentencia en Lewisville, Pennsylvania.
Soto Vélez se estableció en Nueva York una vez sale de prisión en 1942, como parte de los acuerdos de su liberad. En esta ciudad participó en el American Labor Party junto a su abogado Vito Marcantonio, representante en el Congreso por el distrito de Harlem y defensor de los derechos civiles de los inmigrantes y de los trabajadores italianos, puertorriqueños y negros. Con el apoyo de Marcantonio, Soto Vélez coordinó a los trabajadores puertorriqueños en diferentes organizaciones entre las que figuran un ala puertorriqueña del American Labor Party, el Partido Nacionalista en Nueva York, la Junta de Manhattan, la del Bronx y la de Brooklyn.
En Nueva York trabajó con la Spanish Grocers Association, Inc. Más adelante, en 1945, fundó la Puerto Rican Merchants Association, Inc., de cuya dirección estuvo a cargo hasta las postrimerías de la década de 1960. Perteneció a su vez, al Instituto de Puerto Rico en Nueva York y al Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos, del que ocupó la presidencia por un tiempo. Para esta misma época, retomó su trabajo como periodista colaborando en varias publicaciones neoyorquinas como El Nacionalista y Pueblos Hispanos y, en los años cincuenta, fundó y dirigió La Voz de Puerto Rico.
Luego de casi dos décadas de silencio poético, publica Abrazo interno (1954), obra que consta de siete poemas en los que defiende los derechos universales del ser humano; Arboles (1955), dividida en tres poemas –“Estos árboles”, “Esos árboles” y “Aquellos árboles”– que exploran la naturaleza y su relación íntima con la vida humana; Caballo de palo (1959) publicado en la revista Metáfora, el cual es una autoreflexión del poeta y del hombre puertorriqueño, y La tierra prometida (1979).
Clemente Soto Vélez falleció el 15 de abril de 1993 en Puerto Rico. En el año de su muerte se creó el Clemente Soto Vélez Cultural & Educational Center, una organización sin fines de lucro que promueve el desarrollo cultural de los puertorriqueños, latinos y otros grupos establecida en Nueva York. Además, los documentos de Soto Vélez fueron recopilados y están disponibles en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en Nueva York.
Referencias
Costa, Maritelma y Alvin Joaquín Figueroa. Kaligrafiando: Conversaciones con Clemente Soto Vélez. Río Piedras, P. R.: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1990. Recurso electrónico..
Rivera de Alvarez, Josefina. Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo. Madrid: Partenón, [1983]. Impreso.
Portal del Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en Nueva York.
Esos árboles
que lavan
con el corazón
la casa deshabitada del cariño,
donde el llanto
no tiene tiempo
ni de llorar su muerte;
donde la esperanza
no espera
para desatarse en llamas
por la doliente
vecindad del desaliento.Esos árboles
que ven la pena
salir corriendo
a gritar por las ventanas,
anudando
la voz de los vecinos
para que puedan bajar
a despedirse
de su propia despedida.Esos árboles
que meditan
sobre los que malbaratan
el caudal de su talento
para asegurarse
de que el sol no los comprenda,
–los que gastan
pródigamente
la mañana de la doncella
que está con dolores–
los que pisotean
la niñez de los caminos,
los que lo saben todo
menos lo que no saben.– Clemente Soto Vélez
4 de enero de 1905
Lares, Puerto Rico
15 de abril de 1993
Puerto Rico
Publicado: 16 de septiembre de 2014