Los carnavales han formado parte del folclor de Puerto Rico desde la primera mitad del siglo XIX, específicamente en la tercera década. Originalmente eran de carácter religioso pues, como anticipación a la cuaresma, se consumía carne por última vez. Con el pasar del tiempo, el carnaval ha ido perdiendo su esencia religiosa. Actualmente se realizan fiestas de pueblo -en diferentes fechas del año- que llaman carnavales y que conservan los elementos más tradicionales, como los vejigantes, las máscaras y las comparsas.
En Puerto Rico, los primeros carnavales tuvieron su precedente en los bailes de máscaras o mascaradas callejeras del día de San Pedro, instituidas bajo el gobierno de Miguel de la Torre (1822-1837) con el propósito de distraer a la población de la mala administración del País y de las revoluciones que se estaban dando en centro y sur América para lograr la independencia de España.
Tradicionalmente, en la madrugada del día en que se iniciaba la festividad, un grupo de músicos caminaba por las calles interpretando música jíbara. A esta costumbre le llamaban “alboradas”. Durante el día se realizaba el desfile del rey Momo, junto a los vejigantes, cabezudos y comparsas. Además, participaban las estudiantinas (tunas) o comparsas de estudiantes, quienes pedían donaciones para costear sus estudios. La fiesta concluía con la caída del sol.
Durante la actividad, las calles eran invadidas por una festiva multitud que vestía con disfraces y desfilaba por las calles bailando y entonando canciones y coros. Algunos de los participantes, desde los balcones, la emprendían contra los viandantes, lanzándoles comestibles, aguas y objetos. Además, amarraban vejigas de cerdo infladas con aire a una vara y acometían a los transeúntes entonando el estribillo: “Vejigante a la boya, pan y cebolla” o “¡Vejigante está pinta’o de verde, amarillo y colorao!” De aquí la tradición conocida como los vejigantes. Más tarde, el confeti y las serpentinas de papel sustituyeron los huevos, las frutas podridas y las aguas sucias que eran lanzadas a los caminantes. En el carnaval del Viejo San Juan, la gente caminaba desde el Arsenal de La Puntilla hasta el barrio Ballajá; se celebraba, según la tradición medieval, tres días antes de empezar la cuaresma .
Con los años, la fiesta pasó a realizarse también en clubes sociales y casinos, donde se elegía una reina del carnaval. En la primera década del siglo XX, en San Juan, se llevaban a cabo el Carnaval del Casino Español y el Carnaval de los Artesanos. También se acostumbraba celebrarlos en Mayagüez, Ponce y Aguadilla, entre otros pueblos. La reina electa salía el domingo a pasear en su carroza (decorada con algún tema alegórico, como por ejemplo “Las mil y una noches”) hasta la plaza de recreo, donde la esperaba la gente del pueblo.
En la década de 1920 decayó la celebración y, para mediados de la década de 1930 y las sucesivas, se retomó la tradición, ya que los gobiernos municipales estimaron que era útil para fomentar el turismo. Bajo esta premisa, se solicitó ayuda económica a los comerciantes e industriales para costear el montaje y preparación de la festividad. Para mediados del siglo XX se introdujo en las fiestas el calipso de las Islas Vírgenes: las comparsas eran acompañadas de una “steel band”. Poco después, el calipso fue sustituido por música típica (jíbara) que era acompañada por los barriles metálicos propios del vecino ritmo caribeño. Eventualmente, volvieron a integrarse los instrumentos típicos: güiro, maracas, guitarra, tiples y congas.
Probablemente el Carnaval Juan Ponce de León de San Juan Bautista en la ciudad capital es el que más ha sobresalido en las páginas de la prensa desde el siglo XX, aunque se originó en el siglo anterior. El Centro de Acceso a la Información de la Universidad Interamericana de Arecibo ha hecho una recopilación de imágenes de uno de los aspectos más llamativos de esta celebración, las reinas, entre 1960 y 2003. Estas protagonistas con frecuencia ocuparon las portadas de los periódicos y revistas de la época.
En la actualidad, muy pocos pueblos conservan la tradición del carnaval. Éstos han sido sustituidos por otras fiestas de pueblo. Las alboradas y las estudiantinas ya no se celebran.
El Carnaval de Ponce, uno de los más antiguos, sí continúa con sus elementos originales: el desfile de los vejigantes con sus máscaras extraordinarias, el rey Momo, la reina del carnaval y el entierro de la sardina. En el 2019 celebró su edición 161, del 1 al 5 de marzo.
Referencias:
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Publicado: 9 de septiembre de 2014
Revisado: Lizette Cabrera Salcedo, 18/11/2020