La civilización ha registrado innumerables tendencias que han sentado las bases para el progreso cultural. El Caribbean Artists Movement (CAM) fue una de esas gestas, con la particularidad de ser animada por autores caribeños en Inglaterra, quienes buscaban validar un sitial para la literatura, el arte, la academia y la interpretación teatral.
Este movimiento artístico, que derivó de la turbulencia de los años sesenta y setenta, enmarcado en la inmigración y la discriminación racial, aglutinó artistas y críticos. El Renacimiento de Harlem también fue una musa para los impulsores y miembros fundadores del CAM. Entre ellos se destacan el poeta e historiador barbadense Edward Kamau Brathwaite, el escritor de origen jamaiquino y haitiano Andrew Salkey, y el activista político-cultural trinitense John La Rose. Con su establecimiento, el movimiento persiguió sintonizar la herencia cultural caribeña con una vasta audiencia de los exiliados en Londres que provenían de las Indias Occidentales.
Otro precursor del CAM fue el programa Caribbean Voices, transmitido por la Corporación Británica de Radiodifusión (BBC de Londres). El programa promovió el quehacer de los artistas y viabilizó un puente entre la sociedad inglesa y la caribeña, desde 1938 hasta 1958.
Vida y legado
El CAM legó -en forma dinámica y pública- una prolífica circulación de ficción, historia, crítica, poesía, exhibiciones artísticas y actividad teatral en el territorio londinense. El movimiento se afianzó con las contribuciones de destacados miembros caribeños, tales como el teórico cultural Stuart Hall, el periodista C. L. R. James, el escultor Ronald Moody, el lingüista y antropólogo Ivan Van Sertima, el artista Aubrey Williams y el poeta James Berry, entre otros.
Una de las afiliadas al CAM, Anne Walmsley, argumenta en su libro The Caribbean Artists Movement 1966-1972: A Literary and Cultural History (1992), que el movimiento incluyó en su plataforma de origen la presencia de un puñado de mujeres como Merle Hodge y Althea McNish, pese a que el conglomerado ha sido olvidado en historias culturales caribeñas y británicas y suele categorizarse como un grupo predominantemente masculino.
Aparte de fomentar la aparición de futuros escritores caribeños, el CAM influyó en el establecimiento de librerías en Inglaterra especializadas en el tema caribeño tras los pasos de New Beacon Books, fundada por John La Rose en 1966. La herencia del CAM se palpa en la revista especializada Savacou, una plataforma de trabajo que encauzó -entre 1970 y 1980- una producción cercana al ojo público.
Los intentos de asentar el CAM en la región caribeña fueron infructuosos. El final del CAM, en 1972, respondió a los obstáculos que presentó el hecho de mantener a Londres como el corazón del movimiento, pues sus miembros estaban esparcidos entre Europa, Norteamérica, el Caribe e Inglaterra.
Una de las mayores contribuciones del CAM es que la obra de sus miembros estimuló, de alguna manera, la atención que la literatura caribeña tiene actualmente en el contexto académico. A su vez, un sinnúmero de organizaciones del presente modela la estructura del CAM, en su afán por reivindicar la estética y la mirada caribeña.
Autor: Carmen Graciela Díaz
Publicado: 21 de febrero de 2012