La central Santa Juana fue fundada por un grupo de belgas en el municipio de Caguas en 1906. El pueblo y las áreas circundantes gozaron de una gran bonanza gracias a la actividad económica que generó la central. La empresa era la mayor fuente de empleo de la zona y promovió el establecimiento de comercios para suplir las necesidades de la central. Para 1922, Santa Juana llegó a convertirse en la octava central de mayor producción en la Isla.
Los empresarios belgas pertenecían a una corporación llamada Societé Anónyme des Sucreries de Saint Jean (Sociedad Anónima de Azúcares de San Juan) creada en Bruselas. Su objetivo era invertir en el negocio de azúcares en Puerto Rico. La compañía comenzó de inmediato a invertir grandes sumas de dinero en Puerto Rico, sobre todo en el desarrollo del sistema ferroviario. El tren era imprescindible para transportar la caña desde las tierras de cultivo hasta la central.
Esta central, inclusive, tuvo una escuela elemental en sus predios. En la misma, contrario al poblado de la central Aguirre, estudiaban tanto los niños de los administradores como los de los obreros.
En 1927, los belgas vendieron la central a la United Porto Rican Sugar Company. La compañía fundada en Maryland ya había adquirido la central Santa Ana, central la Defensa y algunas tierras en Vieques. Al año siguiente, compraron además la central Juncos y la Pasto Viejo de Humacao.
Con todas estas centrales bajo su administración, la United Porto Rican Sugar Company se convirtió en la cuarta corporación estadounidense productora de azúcar. La misma producía más del 50 por ciento del azúcar molida en Puerto Rico. De las cuatro, esta compañía era la que tenía más centrales, mayor acres de tierra y la que más pueblos que abarcaba.
Con la llegada de los estadounidenses a Santa Juana, hubo cambios en el funcionamiento de la central, en el estilo de vida y en el trato de los obreros; ésta pasó a ser parte de una corporación capitalista que hasta contaba con su propio banco. A diferencia de los belgas que vivieron en casas de madera construidas cerca de la factoría, los nuevos propietarios se establecieron al otro lado del Río Grande de Loíza, en una finca llamada Mano Manca en Gurabo. Los obreros continuaron viviendo en los predios de la central.
Hubo una serie de eventos que afectaron significativamente la producción azucarera: el huracán San Felipe de 1928, la Gran Depresión de 1929, el huracán San Ciprián de 1932 y las huelgas cañeras de 1933 y 1934. La producción de Santa Juana en 1933 fue la más baja desde que la central pasó a manos del capital estadounidense. A principios de ese mismo año, fue puesta en subasta pública. En 1934, el Tribunal Federal autorizó la venta de la central al National City Bank, quien se encargó de reorganizar la corporación como un fideicomiso que llamaron Eastern Sugar Associates.
El total de tierras adquiridas por la Eastern Sugar Associates en Puerto Rico ascendió 54 mil acres. Entre las propiedades adquiridas se encontraban 5 centrales, 133 millas de ferrocarril, almacenes e instalaciones portuarias en Humacao.
A lo largo de la década del cuarenta, la central Santa Juana experimentó un gran apogeo económico. En 1941, Santa Juana llegó a ser la segunda mayor central de la Isla en cantidad de acres de caña cultivada, después de la Central Guánica, así como la segunda en acres de caña cosechada. Durante esta época se construyó la chimenea de 205 pies de alto que aún permanece en pie, la cual aumentó la capacidad de las calderas. Como concecuencia de esta adición, la producción de la central alcanzó las 4,500 toneladas diarias y se redujo al mínimo la descarga de cenizas.
También, en 1941, se estableció una refinería de azúcar blanca conocida con el nombre de La Blanquita. Esta azúcar sólo podía venderse en el mercado local, debido a que las refinerías estadounidenses no permitían la exportación del producto procesado a su país para evitar la competencia.
A partir de 1940, algunos puertorriqueños lograron ocupar puestos más altos en la dirección de la corporación, aunque el presidente y los tesoreros aún eran estadounidenses. Uno de los primeros fue Manuel A. del Valle quien llegó a ocupar la presidencia de la Junta de Directores al retirarse Harry Nadler en 1945. Del Valle pasó a vivir con su familia a la casa grande en Mano Manca, hoy día la Universidad del Turabo.
A fines de 1957, la industria azucarera se encontraba en su etapa decadencia en la Isla. La Fajardo Sugar Company y la Eastern Sugar Associates optaron por fusionarse, lo que dio paso a la Fajardo Eastern Sugar Associates. Las cinco centrales que controlaba el nuevo imperio azucarero eran, en orden de producción: la central Fajardo, la Canóvanas, la Juncos, la Santa Juana y la Cayey. Sin embargo, esta fusión no tuvo el efecto esperado y en 1961 la central Juncos se vendió a la C. Brewer and Company de Hawái.
La empresa hawaiana, establecida desde 1826, tenía en agenda mecanizar y modernizar la fase agrícola para que se produjera mayor cantidad y mejor calidad de caña. Trajeron 20 variedades de caña de Hawái, comenzaron un nuevo programa de fertilización de suelo y mecanización de campos y experimentaron con métodos de siembra distintos. Además, extendieron la época de la molienda que en Hawaii era más larga, eliminando así el tiempo muerto. Sin embargo, debido a que la realidad geográfica, climática y topográfica de Puerto Rico era distinta a la de Hawái, estas estrategias no fueron exitosas.
Las variedades de caña hawaiana se enfermaron y los métodos de siembra no tenían en cuenta los veranos calientes y húmedos de la isla. El mayor fracaso consistió en extender la época de molienda, debido a la escasez de obreros y a las altas temperaturas del verano isleño. A pesar de todos estos problemas, la compañía se convirtió en una de las productoras más grandes de azúcar con un imperio que cubría 12 municipios en el área oriental de la Isla.
Su mayor dificultad fue entender el sistema de colonos de la Isla, ya que en Hawái las mismas compañías sembraban la caña. Desde un principio, hubo conflictos entre la C. Brewer y los agricultores independientes de la región. Para 1961, los colonos estaban vendiendo sus tierras o desarrollándolas como parte de proyectos de urbanización. Esto, junto a las adversidades antes descritas, llevó a que la Santa Juana cesara operaciones una vez concluida la temporada de molienda de 1967.
Referencia
Ingenios y Haciendas Azucareras en el Valle del Turabo: La Central Santa Juana, Universidad del Turabo, proyecto subvencionado por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, 2001.
Autor: Grupo Editorial EPRL
Publicado: 10 de septiembre de 2010