Breve historia del baile en Puerto Rico
Han existido distintas formas de danzar o bailar desde la historia muy antigua de la humanidad. En Puerto Rico el primer baile documentado por los cronistas de Indias es el llamado areito, con las variantes de escritura areyto y areíto. Era un baile coreado y musicalizado, dirigido por un guía. Esta manifestación de movimiento corporal, que Gonzalo Fernández de Oviedo llamó “bailar cantando”, fue común en los grupos indígenas de la región caribeña.
Se ejecutaba en hileras, con los participantes cogidos de las manos, de los brazos o, según Bartolomé de las Casas, “los brazos de los unos puestos sobre los hombros de los otros”. Según Pedro Mártir de Anglería, los participantes llevaban caracoles en los brazos y piernas, con los que producían “un ruido agradable”. Narraban una historia y el guía indicaba qué pasos y cantos se repetirían hasta que ésta culminara.
Aunque la llegada de los conquistadores españoles produjo una rápida desaparición de la población indígena y de cualquier expresión autóctona que las autoridades consideraran pagana, Fray Iñigo Abbad y Lasierra afirmaba en 1789 que “la diversión más apreciable para estos isleños son los bailes; los tienen sin más motivo que el de pasar el tiempo y rara vez faltan en una cosa u otra”.
Los bailes criollos
Los bailes que posteriormente llegan a la Isla y que se desarrollan en la montaña, la costa y los núcleos urbanos, los traen españoles y esclavos africanos; inmigrantes procedentes de las Antillas, como franceses o ingleses; latinoamericanos que huían de las guerras de independencia; y, a partir de 1898, los estadounidenses. Ha habido poca investigación etnográfica y antropológica, pero algunos estudiosos ven una diferencia entre los bailes que llegan de las Antillas Menores y los que llegan de las Mayores, en especial desde Haití, con su gran influencia francesa y noción de cómo los bailes representan un código social de presentación y comportamiento.
Los bailes campesinos de la montaña y del centro del País, de origen europeo, incluyen el vals, la mazurca, los lanceros, el rigodón y la contradanza, entre otros, que rápidamente adquieren rasgos distintivos locales en su ritmo, instrumentación, interpretación e incluso vestimenta. El seis es el más importante. Clasificado por Manuel Alonso en su obra “El Gíbaro” (1849) como uno de los bailes “de garabato”, para diferenciar los bailes “de la gente de clase inferior y del campo” de los bailes de sociedad, el seis recibe su nombre por la inicial participación de seis parejas colocadas en hilera, hombres frente a mujeres, que se cruzan, zapatean y terminan valseando entre cantos de estrofas de amor y despecho.
Otro baile-música cantada importante es la bomba, que se deriva de las influencias africanas llegadas a Puerto Rico desde el siglo XVI, como parte del régimen de la esclavitud. El baile toma su nombre del barril principal que da vida a la música, también llamado bomba. La bomba afro-puertorriqueña se desarrolla en las haciendas azucareras de Loíza y las áreas costeras del noroeste, Guayama y el sur de la Isla donde se concentraron los africanos esclavizados. Además del barril principal, utiliza otros instrumentos de percusión.
“Tu bailas la bomba como es”, Jerry Ferrao
La danza puertorriqueña se considera la muestra bailable y musical más cercana a las notas clásicas de la música europea. En la segunda mitad del siglo XIX los bailes de danza se vincularon a los sectores de mejores condiciones económicas. Supuestamente se inspira en la habanera cubana o quizás en la suramericana; de cualquier manera, alcanzó su estilo propio en el País, con una primera parte musicalmente cadenciosa durante la cual se pasean las parejas alrededor del salón y una segunda, de ritmo agitado llamado merengue, que se baila en posición cerrada de salón. El capitán general Juan de la Pezuela consideró esta posición “una depravación de costumbres” y prohibió su ejecución en 1849, so pena de diez días de cárcel a quienes permitieran que se bailara en sus casas, pero el pueblo se encargó de hacer la determinación obsoleta aunque nunca fuera derogada.
La plena, surgida hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, es el último baile nacional que surge antes de la invasión estadounidense en 1898 y la transculturación que vino con ella. Se le distinguió como una especie de periódico cantado porque las temáticas de sus canciones relataban los acontecimientos cotidianos de su entorno social, económico y político. Fue el primer ritmo puertorriqueño que se popularizó fuera del País y ejerció influencia en músicas extranjeras.
También se han bailado en Puerto Rico el bolero, el mambo, el chachachá y la guaracha, al igual que bailes de origen estadounidense. En tiempos recientes son más populares los ritmos de salsa, rock, reggaetón, merengue y bachata, mientras van desapareciendo bailes como el pasodoble y el guaguancó, entre otros.
La investigación folclorista
A partir de la década de 1950, el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) se fundó en 1955, aflora una conciencia antropológica que se propone rescatar los bailes y ritmos autóctonos. Bajo el ICP, en 1968 se fundó la compañía Areyto, dirigida por Irene Jiménez de McLean, primera agrupación dedicada exclusivamente a los bailes típicos. Sus espectáculos presentan cuadros costumbristas que recrean los bailes, usualmente en orden cronológico, modelo que ha sido reproducido por muchas otras agrupaciones en todo el País. En1983 Areyto fue reconocido como Ballet Folklórico Oficial de Puerto Rico.
Sobre el baile y la música de bomba, hay muchos conjuntos que la interpretan provenientes originalmente de las zonas en las que floreció ese género. Se preservó con autenticidad por más tiempo, al menos hasta el desarrollo de los medios masivos de comunicación, por el aislamiento de las comunidades donde se practicaba.
La reflexión sobre las políticas de identidad ha reavivado un interés en conocer y practicar estos bailes. Actualmente su montaje y producción se inclina más a la expresión teatral que a la propiamente folclórica, por lo que los bailes revelan modificaciones e innovaciones de todo tipo.
Para más información:
Cepeda, William, productor. Proyecto musical educativo “La música de Puerto Rico: Raíces y evolución”. Cuatro volúmenes. San Juan: Casabe Records, 2012.
Peña Aguayo, José Javier. “La bomba puertorriqueña en la cultura musical contemporánea”. Tesis doctoral, Universidad de Valencia, 2015. https://www.academia.edu/34128907/La_bomba_puertorrique%C3%B1a_en_la_cultura_musical_contempor%C3%A1nea. Consultado 29/12/2020.
Autora: Susan Homar
Publicado: 11 de septiembre de 2014
Revisión: Lizette Cabrera Salcedo, 29/12/2020