Tabaquero, líder obrero, escritor
El libro publicado de las memorias del tabaquero Bernardo Vega, quien emigró a Estados Unidos en 1916 a la edad de 30 años, y permaneció en Nueva York por más de tres décadas, ha revelado un importante periodo de la formación y desarrollo de la comunidad puertorriqueña de esa ciudad, durante las décadas que preceden a la Gran Migración de mediados del siglo XX.
Vega nació en el pueblo de Cayey en 1885, importante región tabaquera de Puerto Rico a principios del siglo XX. Desde joven estuvo rodeado de las ideas socialistas que permeaban el mundo artesanal de los tabaqueros, uno de los sectores más ilustrados de la clase obrera de la Isla. A su llegada a la metrópoli neoyorquina en 1916, Vega encontró una colonia hispana en proceso de transición, de una pequeña concentración de población puertorriqueña, cubana y española, a una comunidad puertorriqueña en crecimiento, provocada por el aumento de la migración que provenía de la Isla, especialmente durante las décadas de 1910 y 1920. Ese crecimiento se manifestó en el surgimiento de organizaciones cívicas y de ayuda mutua, clubes sociales con nombres de los pueblos isleños, pequeños negocios, periódicos y estaciones de radio en español, y una mayor presencia puertorriqueña en la vida política y cultural de la urbe neoyorquina. En 1910, la población puertorriqueña en la nación estadounidense era menos de 2,000 personas; diez años más tarde, alcanzaba cerca de 12,000 personas y esta cifra subió a cerca de 30,000 personas en 1930. La mayor parte de esta migración fue a la ciudad de Nueva York.
Vega llegó a Estados Unidos en una época en que un gran número de tabaqueros puertorriqueños, cubanos y españoles, tanto hombres como mujeres, había encontrado una fuente de trabajo en los más de doscientos talleres y fábricas de tabaco que se habían establecido en la ciudad de Nueva York y en otras ciudades de ese país desde finales del siglo XIX. En Puerto Rico, Vega había estado involucrado en las actividades del movimiento obrero socialista que desde principios del siglo XX estuvo a la cabecera de las luchas por los derechos de los trabajadores y combatió los abusos y las condiciones de explotación que prevalecían en las industrias del tabaco, azúcar y la aguja. Estas industrias estaban en su mayoría controladas por capital absentista estadounidense el cual, desde poco después de la invasión de 1898, comenzó a dominar la economía isleña.
En la ciudad de Nueva York, al principio Vega tuvo que ejercer una diversidad de trabajos poco deseables para poder mantenerse; pues por algún tiempo no pudo conseguir trabajo en su oficio artesanal de torcedor de cigarros diestro. Mientras tanto, pudo, establecer algunas conexiones con miembros del Cigarmakers’ Union, afiliada al American Federation of Labor (AFL) y del Club Socialista en Nueva York. Después de varios meses, encontró por fin trabajo en la fábrica de tabacos, El Morito, cerca de su casa de hospedaje. Fue en El Morito que escuchó historias sobre las contribuciones de los tabaqueros al movimiento separatista antillano de la ciudad durante las últimas cuatro décadas del siglo XIX. Cambios en la producción industrial del tabaco y otros serios problemas económicos de la sociedad estadounidense en 1920, causaron una reducción de la producción de cigarros hechos a mano, lo que acrecentó el desempleo de estos trabajadores en las fábricas y talleres. Vega consiguió un nuevo empleo organizando trabajadores de la industria y formó parte de la redacción del periódico “The Tobacco Worker” (1920-19??) que se publicaba en inglés y español.
Durante sus primeros años viviendo en Nueva York, Vega también se envolvió de lleno en las luchas de la comunidad boricua y participó en varias organizaciones comunitarias obreras, tales como la Alianza Obrera Puertorriqueña (1922), a la que también pertenecieron Jesús Colón y Luis Muñoz Marín en esos años, el Ateneo Obrero (1926), institución del que fue presidente, la Liga Puertorriqueña e Hispana (1926), y el Club Eugenio María de Hostos (1932). Por un tiempo, se dedicó de lleno al periodismo al comprar, en 1927, el semanario obrero “Gráfico” (1926-1931). Este rotativo había sido iniciado un año antes por un grupo de artesanos tabaqueros, escritores, y miembros de la clase artística de origen español e hispanoamericano.
El periódico “Gráfico”, proclamó ser defensor de la raza hispana y fue una de varias publicaciones en español que promovieron la unidad entre las diversas nacionalidades hispanoamericanas y la española que residían en la urbe neoyorquina, además de fomentar un sentido panétnico del hispanismo. Vega trabajó como editor y redactor de “Gráfico” y, años más tarde, también escribió artículos periodísticos en otros rotativos dirigidos a la comunidad hispanohablante, entre ellos, “Liberación” (1946-1949), periódico fundado por exiliados de la Guerra Civil Española (1936-1939) que lucharon desde Nueva York contra el régimen fascista del Generalísimo Francisco Franco. La mayor parte de los escritos periodísticos de Vega todavía permanecen dispersos en varias de estas publicaciones. También participó en las campañas políticas del conocido congresista socialista de ascendencia italiana-americana, Vito Marcantonio, miembro del American Labor Party, quien representó al distrito de East Harlem desde 1939 hasta el 1951 y brindó un fuerte apoyo a la comunidad puertorriqueña de la ciudad, y a otros asuntos relacionados con la población de la Isla. En 1948, Vega también colaboró con la fallida campaña presidencial de Henry Wallace, candidato del Partido Progresista, quien había ocupado la vicepresidencia durante el segundo término del presidente Franklin D. Roosevelt (1941 al 1944).
En la década de 1940, Vega redactó una crónica autobiográfica y en parte, novelada, sobre la presencia de los puertorriqueños en Nueva York, la cual había comenzado más de medio siglo antes de su llegada a la ciudad. Su obra también es un recuento meticuloso de sus experiencias y las de otros puertorriqueños que como él, fueron parte de un grupo de migrantes pioneros que se establecieron en la ciudad de Nueva York, especialmente durante el periodo entre las dos guerras mundiales (1918 a 1939), aunque conoció además, a varios tabaqueros antillanos y españoles de edad más avanzada, quienes habían vivido en la ciudad desde la segunda mitad del siglo XIX. Estas décadas pasadas representan una importante etapa formativa en la historia de la diáspora puertorriqueña en la urbe neoyorquina.
En la versión editada y publicada de su manuscrito, Vega empieza su recuento testimonial haciendo referencia a esas historias y a las que también le contaba su tío Antonio, quien había emigrado a Estados Unidos en 1857 y, varios años después, se unió al movimiento separatista antillano que desde el exilio abogaba por la independencia de Cuba y Puerto Rico del yugo colonial español. Con afán meticuloso, Vega describe numerosos detalles e información sobre este movimiento que obtuvo de varias bibliotecas de la ciudad o que directamente recibió de los viejos tabaqueros y otras personas que conoció, sobre las actividades de destacadas personalidades del separatismo antillano que vivieron en Nueva York, y las organizaciones y publicaciones que se establecieron para promover la liberación de las islas.
El libro titulado “Memorias de Bernardo Vega”, no se publicó hasta 1977, más de una década después de su muerte en 1965. Vega había regresado a Puerto Rico en la década de 1950 y le había mostrado su extenso manuscrito a César Andreu Iglesias, conocido periodista y novelista isleño, además de ser su amigo personal y correligionario en las luchas del movimiento obrero y en favor de la independencia de la Isla. Vega le pidió consejos y ayuda editorial que pudiese facilitar la publicación de su manuscrito. Sin embargo, el tabaquero no estuvo de acuerdo con las sugerencias editoriales de Andreu Iglesias, de manera que el proyecto se pospuso por un tiempo indefinido. Doce años después de la muerte de Bernardo Vega fue que Andreu Iglesias decidió honrar la memoria de su viejo amigo, y guiado por sus propios criterios decidió editar y reducir la longitud del manuscrito original, y publicarlo bajo el título de “Memorias de Bernardo Vega: Una contribución a la historia de la comunidad puertorriqueña en Nueva York” (1977). Sin embargo, ésta fue una versión mucho más corta y bastante modificada del manuscrito original.
Desde entonces, estas “Memorias” ha sido un libro de valor incalculable para el proceso de documentar la historia y presencia de la diáspora puertorriqueña en la ciudad de Nueva York. Esta obra también ha sido fundamental en el proceso de disipar muchos de los mitos sobre la pasividad y falta de organización comunitaria de la población puertorriqueña de la diáspora. Vega introduce un retrato muy diferente de la comunidad; uno que destaca los esfuerzos de una clase trabajadora social y racialmente marginada, pero que, a pesar de sus divisiones internas, también se envolvía en luchas solidarias por su sobrevivencia y bienestar socioeconómico, y desarrollo cultural y político; dispuesta a combatir las injusticias sociales y raciales. En reconocimiento a la importancia de esta obra, el ya fallecido Juan Flores, prominente estudioso de los estudios literarios y culturales de la diáspora, y uno de los investigadores afiliados al Centro de Estudios Puertorriqueños durante su primera década, tradujo al inglés la versión editada de “Memorias” en 1984.
Referencias:
Andreu Iglesias, César, editor. “Memorias de Bernardo Vega: Una contribución a la historia de la comunidad puertorriqueña en Nueva York”. Río Piedras: Ediciones Huracán,1977.
——————————, ed. “Memoirs of Bernardo Vega: A Contribution to the History of the Puerto Rican Community in New York”. Translated by Juan Flores. New York: Monthly Review Press, 1984.

2 de febrero de 1885
Cayey, Puerto Rico
1965
San Juan, Puerto Rico
Autora: Dra. Edna Acosta-Belén
Actualizado: 27 de febrero 2021.
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 15 de marzo de 2021