Educadora y escritora
Se destacó, como muchos de los otros miembros de la Generación del 30, por defender la enseñanza del español, idioma vernáculo de los puertorriqueños, en un momento en la historia del País en que se planteaba el inglés como principal lengua en las escuelas. Dedicó gran parte de su vida al desarrollo de la metodología de la enseñanza del español.
Antonia Sáez Torres nació en el municipio de Humacao el 10 de mayo de 1889. Sus padres fueron Abelardo Sáez y Teresa Torres. Estudió los grados primarios en su pueblo natal. En 1903, se trasladó a Río Piedras para continuar estudios en la Escuela Normal de la Universidad de Puerto Rico (UPR), de la cual obtuvo el certificado de maestra en 1908. Regresó a Humacao, donde ejerció como maestra de tercer y cuarto grado en la Tow Graded School. Como las escuelas en su pueblo solo llegaban hasta sexto grado, colaboró junto al Departamento de Instrucción para extenderlas hasta octavo grado.
Gracias a este esfuerzo, se estableció una “escuela de continuación”, de la que fue ayudante del principal (1910-1911). Cuando ésta se convirtió en escuela superior, se desempeñó como maestra de español.
En el verano de 1923, fue instructora de la Escuela de Verano de la UPR, que se había creado el año previo con el propósito de ofrecer una serie de cursos preparatorios para maestros de escuelas públicas. En 1925 comenzó a impartir clases nocturnas en la Escuela Superior Central de Santurce, mientras continuaba sus estudios en la UPR, donde completó un bachillerato (1928) y una maestría (1930) en Artes, con especialización en lengua y literatura española. Tras ganarse una beca (1930), se trasladó a Madrid donde se doctoró en Filosofía y Letras tras presentar la tesis “El teatro en Puerto Rico: notas para su estudio”.
A su regreso a la Isla (1931), ingresó como instructora en la Facultad de Educación de la UPR. Como parte de su trabajo contribuyó en el proceso de establecer un método fijo en el Departamento de Instrucción para la clasificación de maestros en dicho sistema. En ese departamento aportó en la metodología de la enseñanza del español en la escuela elemental y secundaria, campo en el que se especializó.
Fue una tenaz defensora de la lengua española y del uso de ésta como medio de enseñanza en lugar del inglés. Creía que los estudiantes debían conocer bien su vernáculo antes de aprender una lengua extranjera, para lo cual era necesario que los maestros estuviesen bien versados en el tema. Estas y otras ideas educativas fueron tema de artículos que publicó en varias revistas del País. Entre éstos se encuentran “El maestro de escuela elemental” (1959) y “Significación del vernáculo: apuntes lingüísticos” (1962), publicados en la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Además colaboró en las revistas Índice, Brújula, Revista de la Asociación de Mujeres Graduadas y Asomante. Como ensayista se destacó en la defensa de la cultura e identidad puertorriqueña.
Su tesis doctoral “El teatro en Puerto Rico” fue publicada en 1950. Según la doctora Josefina Rivera de Álvarez, Sáez fue la primera en presentar una obra sobre la historia del teatro puertorriqueño. Su obra se considera de las primeras en estudiar la literatura insular. Sin embargo, sus principales escritos versan sobre la metodología de la enseñanza del español: “Las artes del lenguaje en la escuela elemental” (1944), “”La lectura, arte del lenguaje” (1948), “Las artes del lenguaje en la escuela secundaria” (1952) y “Fundamentos esenciales de la enseñanza del español” (1959). Este último fue prologado por el lingüista español Samuel Gili Gaya. Las primeras dos publicaciones mencionadas ganaron premios del Instituto de Literatura Puertorriqueña.
Al retirarse de la docencia en 1959, la Universidad de Puerto Rico le otorgó el grado de profesora emérita. Luego, en 1961, recibió la Medalla de Oro del Instituto de Cultura Puertorriqueña por contribuir a la cultura de Puerto Rico mediante su lucha por conservar el idioma español como vehículo de enseñanza en la escuela pública. En los últimos años de su vida, trabajó para esta institución como asesora e investigadora. Murió el 20 de julio de 1964 en Tokio, Japón, mientras hacía un viaje por Asia.
Dejó una obra inédita, “Caminos del recuerdo”, en el que recogió sus memorias. Se publicó en 1967, con un prólogo de su amiga Concha Meléndez. En la actualidad, una escuela elemental en Humacao y otra en Toa Baja llevan su nombre, así como el centro cultural de su pueblo natal.
Referencias:
Arriví, Francisco. “Doña Antonia Sáez, Ceiba (1889-1964). Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 7.25 (1964): 11-19. Impreso.
Córdova de Braschi, Julita. “Antonia Sáez: Razón y sentido de una vocación”. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 3.6 (1960): 15-16. Impreso
Meléndez, Concha. “Memorias de Antonia Sáez”. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 7.25 (1964): 1-3. Impreso.
Rivera de Álvarez, Josefina. “Diccionario de literatura puertorriqueña”. 2a ed. Vol 2. San Juan, P. R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974.
Rivera de Álvarez, Josefina. “Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo”. Madrid: Partenón, 1983.

10 de mayo de 1889
Humacao
20 de julio de 1964
Tokio, Japón
Publicado: 6 de abril de 2010.
Revisión: Dra. Lizette Cabrera Salcedo, 26 de abril de 2021.